Columnistas

En pandemia sí hay derechos

Por Gastón Bivort (*)

Una mañana de pandemia leo, no sin sorpresa, la “célebre” frase acuñada por el senador formoseño y jefe del bloque del Frente de todos en la cámara alta, José Mayans. Sin ruborizarse y desde la posición de un exégeta de la Constitución nacional disparó: “En pandemia no hay derechos”. Ese era su argumento para justificar las medidas tomadas por el inefable Gildo Insfrán, el gobernador de Formosa que detenta el poder en esa provincia desde hace 25 años. Siguiendo el razonamiento de Mayans, era lícito, por ejemplo, prohibir el ingreso a la provincia u obligar a los ciudadanos sospechosos de portar coronavirus a estar encerrados en centros de aislamiento montados en escuelas.

Siguiendo el razonamiento de Mayans había caducado el artículo 14 de la Constitución que entre otros derechos, garantiza a los habitantes el de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino.

Debo confesar que la doctrina Mayans me preocupó, no solo como ciudadano sino también como profesor de Política y Ciudadanía, materia que dicto en el nivel secundario. La doctrina Mayans me obligaba a revisar todo lo que había enseñado hasta aquí; ya me veía pidiendo a mis alumnos que se olvidaran de todo lo aprendido sobre derechos y garantías constitucionales porque, Mayans dixit, en pandemia no hay Constitución que valga.

La doctrina Mayans ganó rápidamente muchos seguidores, empezando por el Presidente de la nación, quien frente a la emergencia sanitaria, resolvió gobernar a través de decretos de necesidad y urgencia, restringiendo derechos fundamentales de la ciudadanía. Muchas de esas restricciones no estuvieron sustentadas en la más mínima evidencia científica y lógica sanitaria, como el cierre de escuelas, violando de este modo el derecho de enseñar y aprender también consagrado en el artículo 14 de la Constitución.

El Presidente fue por más, no solo embistiendo contra el sistema republicano, sino también contra un principio básico del federalismo: el reconocimiento de la autonomía de un distrito como CABA para asegurar la educación, tal como lo consigna claramente el artículo 5 de la Constitución nacional.

Para justificar su postura, y como buen profesor,  Fernández elaboró su propia versión de la doctrina Mayans -en este caso explicada para niños- al sostener, muy didácticamente que  “Es como el papá que le dice al nene que no se asome a la ventana porque tiene miedo que se caiga y el nene quiere disfrutar la vista y no entiende por qué no lo dejan. Entiendan que las medidas pueden parecer antipáticas, pero lo único que quiero es cuidar a la gente”.

En realidad nos trató a todos como niños, atribuyéndose un rol paternal que nadie le asignó.

Por todo esto, la reciente decisión de la Corte Suprema de Justicia, quien es en definitiva la intérprete última de la Constitución, pone las cosas en su lugar, reconoce la autonomía de CABA para decidir sobre su sistema educativo y pone de relieve a la educación como derecho fundamental.

La sentencia de la Corte significó también la ratificación del sistema de división de poderes, fundamento central del sistema republicano, que fuera cuestionado por Cristina Kirchner por su presunta vetustez y porque el carácter vitalicio de los jueces son, según su visión, una “rémora de la monarquía”, desconociendo el principio básico de la inamovilidad de los jueces para garantizar su independencia. Pero no me voy a ocupar de la doctrina “CFK”, de eso ya se ocupó el profesor de derecho Fernández modelo 2013 cuando en un twitt expresó: “Si CFK no entiende por que la Corte es un «contrapoder» deberíamos averiguar quien la aprobó en Derecho Constitucional. Basta de sofismas!”.

Al conocer el fallo de la Corte, la Vicepresidente afirmó que se trataba de “un golpe”. No tengo dudas, fue un golpe asestado a la arbitrariedad y al abuso de poder.

Una de las frases con las que el Presidente de la Corte Suprema Carlos Rosenkrazt fundamentó su posición ratifica que estuve enseñando lo correcto, más allá de la erudición del senador Mayans que puso en duda mi experiencia de casi 30 años como profesor de Educación Cívica, Instrucción Cívica y Política y Ciudadanía.

Rosenkrazt  aseveró en su fallo que “La emergencia no es una franquicia para ignorar el derecho vigente” y tranquilizó mi conciencia.

Rosenkrazt nos dijo a todos “En pandemia sí hay derechos”.

(*) Profesor de Historia, director del Colegio Santa María, vecino de Pilar

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