Entrevistas

Christian Dietz: el empresario que construye solidaridad

Tiene 46 años, y es la tercera generación de constructores en Pilar, pero no se queda sólo con su rol de empresario sino que gestiona y promueve solidaridad desde la decena de merenderos que apadrina.

Christian Dietz nació y se crió en Pilar, hijo y nieto de constructores. De hecho, su empresa fue fundada por su abuelo Julio, un maestro mayor de obras que fue el hacedor, entre otras obras, del tanque de agua que, casi como un monumento, se levanta en la ruta 8, en una de las entradas a la principal ciudad del distrito. El continuador fue su padre, también Julio o «Pocho», que al jubilarse dejó en manos de su vástago todo lo referido a GN Constructora.

Al respecto, el empresario aseguró que «terminé un año muy particular, tratando de salir de la pandemia, pero arranqué trabajando mucho con obras grandes». En ese sentido, indicó que «por estos días la construcción se reactivó mucho en previsión del rebrote y la eventualidad de una nueva cuarentena».

Asimismo, después de advertir que «no se ve mucha obra pública en el distrito», Dietz aclaró que «yo hago obra privada, no pública porque hay mucha corrupción, y quiero cuidar mi empresa, que tiene una trayectoria de 70 años».

Por otra parte, y en cuanto a su accionar solidario, el empresario recordó que «fuimos los primeros en hacer ollas populares; a dos o tres días de decretada la cuarentena porque veíamos la necesidad de la gente», al tiempo de precisar que «entregábamos entre 180 y 200 porciones por día».

En ese punto, destacó el accionar de su equipo, «unas diez personas que desinteresadamente cocinaban todos los días y que siguen trabajando porque las necesidades no se terminaron». «Ahora -dijo- estamos aprovisionando a los merenderos con leche, harina, facturas, entre otras cosas que necesitan, para unos 30 chicos por local, procedentes de los barrios más vulnerables».

Aquí también Dietz aseguró que «se ve poca asistencia por parte del municipio». «Incluso me ha llamado mucha gente que ofrece su casa para instalar merenderos, que se ha presentado a la comuna pero no ha recibido ninguna respuesta, por lo que vamos y les instalamos lo que necesiten para cumplir su tarea», aseguró.

«Yo no recibo ayuda oficial, y no quiero recibirla para no desvirtuar y politizar la ayuda», consideró antes de referirse a su otra forma de ejercer la solidaridad: su trabajo gratuito como profesor de rugby en la Posada de la Vida, la institución que dirige el padre Acuña en la localidad de Villa Astolfi, donde unos 30 chicos se esfuerzan día a día para rehabilitarse de su adicción a las drogas.

 

 

 

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