En un fin de semana largo, a veinte días del otoño, con mucha invasión rusa a Ucrania en los medios, y paulatinamente desapareciendo de ellos, la trágica situación de Corrientes, comienza a observarse y con total nitidez, una Argentina, una provincia y un municipio políticamente en default.
Amigos, la situación no da para más. Muchos lo sabemos, otros lo intuyen. Muchos también son los ejemplos al respecto, pero seremos breves y nos referiremos sólo a algunas cuestiones. Un gobierno nacional con varias fracturas, algunas expuestas e irreconciliables, con un presidente que inaugura las sesiones ordinarias haciendo gala de una inagotable capacidad de falacias. Entre otras, el supuesto acuerdo alcanzado con el FMI, del que no se conoce la letra chica, y con supuestos futuros pagos «sin ajuste».
Parece que el jefe de Estado y Guzmán encontraron la fórmula de curar un cáncer económico-financiero como el que padece el país, con remedios ricos y/o aspirinas.
El principal espacio de la oposición, Juntos por el Cambio, por su parte, a la inoperatividad del gobierno responde a puro ombliguismo. En los distintos campamentos de lo único que se habla es de el posicionamiento interno con vistas al 2023, por no aludir a lo obsceno de un sector del radicalismo que impulsa a un diputado recién asumido (Martín Tetaz) como precandidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.
¿No sería conveniente comenzar a trabajar para los que lo votaron y recién pensar en cuestiones superadoras respecto a su situación personal?
En cuanto al pago chico, el intendente De Achával sueña con una precandidatura a gobernador. Las encuestas le dan mal al oficialismo; ¿se animará entonces el hijo del zar del juego a ser el candidato de la derrota? ¿O finalmente negociará una banca en el Congreso nacional?. De ser así, Santiago Laurent, ¿intentará remplazarlo en el sillón de Lorenzo López?
Qué gran oportunidad para la oposición, pero cuál. Dos de los referentes de Cambiemos en Pilar ya han sido cooptados por el gobierno de De Achával, aunque su pretensión es hacerle creer a la opinión pública que trabajan para ganarle, en el 2023, al oficialismo. Su premisa verdadera es retener ese espacio para que el intendente cuente con una oposición controlada. Raros ejercicios políticos han practicado en estos últimos tiempos tanto Sebastián Neuspiller como Analía Leguizamón. Se mimetizaron con las formas del kirchnerismo más explícito, a tal punto que, primero él, financiado por la caja del intendente, llegó a utilizar a uno de sus lugartenientes (Damián Martín Pérez) como un proveedor serial de contratos del gobierno de CABA para que se trabaje por la candidatura de Diego Santilli. Dichos contratos oscilaban entre los 35 y los 60 mil pesos, sin prestación laboral alguna, por supuesto. En conclusión, tanto en el gobierno nacional como en la provincia y en CABA, la única forma de hacer política es rentándola a través de ñoquis.
Mucho más grosero es el caso de Analía Leguizamón, cuyo grupo directamente se dejó intervenir por De Achával, quien designó al puntero barrial Marcos Aguirre como reclutador de personajes similares a él mismo, para «trabajar» por la ex concejal. Es decir, la «actividad política para la gente» por estas horas, se reduce lisa y llanamente al robo de punteros entre los diferentes grupos
El default político ya es absoluto; evidente en el accionar de la dirigencia tradicional. No hay diferencias sustanciales entre los de uno y otro espacio; están entrampados en su propia telaraña, mientras el grueso de la sociedad, que no vive, no sabe o no le interesa este microclima, sigue esperando las respuestas que cada dos años desempolvan los mismos que la trajeron hasta acá.
(*) Mientras prepara su retorno para el 28 de marzo junto a su equipo, al que se integran cinco columnistas de primera línea, el periodista adelantó su pensamiento sobre el momento político actual.
