Provincia

Enérgico repudio a las amenazas contra el periodismo crítico

Cadena 94.5 a través de su director, Claudio Ponce de León, repudió enérgicamente las manifestaciones vertidas por el conductor de una emisora on line respecto al periodismo crítico, con el pretexto de que articulan «discursos de odio».

Lo grave de las manifestaciones del conductor en cuestión tiene que ver con su cercanía con la vice presidente como asiduo concurrente al Instituto Patria, y con su propio reconocimiento como uno de los voceros autorizados por la propia Cristina Kirchner.

En sus comentarios, el periodista se refirió a los escraches sufridos por personajes públicos claramente kirchneristas, y sostuvo que «será inevitable que van a ir creciendo, si vas pasando los canales y en todos están generando odio, no informando».

En este convencimiento, después de acusar a sus colegas de la vereda de enfrente de «generar violencia», sostuvo que «algo hay que hacer con ellos; algo tenemos que hacer para frenarlos» porque «la gente se va volviendo loca».

«Es un consumo diario, como una adicción», apuntó al respecto antes de deslizar un sugerente «deberían tener miedo de que algo los frene, que piensen que pueden tener un castigo». «No es delito instigar odio y cometer actos de violencia? No van a pagar ningún precio?», se preguntó.

Desde esta emisora, en tanto, consideramos que las apreciaciones y manifestaciones del comunicador y más allá de los nombres propios, no son más que veladas amenazas a todos aquellos que ejercen el periodismo como el tábano de Sócrates, que extrapolado a nuestros tiempos puede entenderse aquel que interfiere con el status quo de una comunidad al plantear preguntas novedosas y potencialmente molestas, generalmente dirigidas a las autoridades.

Por otra parte, suena curioso que ahora se perciban las críticas y los escraches como discursos de odio desde un sector que institucionalizó estas prácticas, que no vaciló, incluso, en utilizar a chicos de corta edad para escupir gigantografías de periodistas, políticos, actrices, conductores, empresarios, o apedrear el Congreso para manifestar su disconformidad con el tratamiento de una ley, por citar sólo algunos episodios en los que se evidenció una notable incapacidad para la convivencia democrática.

Curioso es también que en su mensaje, el comunicador que, por otra parte, recibe una suculenta pauta por parte del gobierno nacional, subestime de esta manera a su propia audiencia, al evaluar que las conductas pueden contagiarse por verlas en la televisión, un supuesto hace rato desestimado por las nuevas teorías comunicacionales. Y si así ocurriera, no es porque se la vio en la tele sino porque el individuo tiene una predisposición interna para actuar en tal sentido. Quizás los escraches que se multiplican por estos días -muchos no se ven en TV- tengan que ver con la angustia que provoca la propia realidad, la que le toca conducir al gobierno que el periodista defiende.

 

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