Columnistas
Alberto en el espejo de Alfonsín, las coimas de la esposa de Tombolini y el negociado impune de La Cámpora
Por Christian Sanz (*)
Tras una criminal dictadura cívico-militar vivida en el país a partir de 1976, Raúl Alfonsín ganó las elecciones presidenciales en 1983 por amplio consenso, y devolvió la esperanza perdida a millones de argentinos.
A esos efectos, convocó al llamado Consejo para la Consolidación de la Democracia, una comisión coordinada por el jurista Carlos Nino para diseñar una reforma constitucional que le permitiera introducir la posibilidad de “repitencia” en la Carta Magna como presidente de la Nación.
Todo ello se vio truncado por el derrotero que la economía empezó a evidenciar en 1987, tópico que lo llevó a una severa derrota electoral ese mismo año. Por caso, la inflación pasó del 90% al 131,33% en apenas 12 meses.
Un año después, se desataría una hiperinflación que jamás había vivido la Argentina, llegando en 1989 a más del 3.000%, destrozando salarios y poderes adquisitivos a su paso. Ante tal panorama, Alfonsín vio morir sus sueños reeleccionistas e incluso debió adelantar el traspaso de poder a Carlos Menem.
Más de 30 años después de aquel suceso, la Argentina vive una situación similar. Con una inflación que se proyecta para este año en un 130% y con grandes chances de revivir una hiperinflación, según los principales economistas locales.
Alberto Fernández fue el hacedor del milagro y, al igual que Alfonsín, el derrotero económico le costó su propia reelección, a la cual debió renunciar esta misma semana.
En parte, presionado por el kirchnerismo; en parte, enchastrado en sus propios desaciertos, políticos y financieros.
Antes, en las últimas semanas, Alberto sintió el frío de la soledad, con funcionarios que fueron abandonándolo a su suerte. El último fue Antonio Aracre, quien debió renunciar en medio de un escándalo que desnudó el intento de esmerilar el poder de Sergio Massa para quedarse con su cargo.
El “chiste” casi provoca una tragedia en la economía vernácula, por los rumores que hizo circular el ahora eyectado funcionario. Por suerte, el agua no llegó al río, pero quedó de manifiesto que la Argentina se encuentra en peor situación que la que muchos presumían. A riesgo cierto de explotar de nuevo por los aires.
Todo por la irresponsabilidad del mencionado Aracre, quien, dicho sea de paso, les aseguró a sus íntimos que lo que hizo fue parte de un plan orquestado junto a su amigo Alberto Fernández. “Me morfo el garrón yo solo, pero fuimos varios”, les dijo a sus íntimos.
¿Fue así realmente o se trató de otra de sus mitomanías? ¿Existió realmente un plan para esmerilar a Massa por parte del presidente? Si así fuera, ello explicaría el enojo del ministro de Economía y los furiosos tuits de su esposa, Malena Galmarini.
Sea como fuere, el peronismo ha decidido dar pelea contra el kirchnerismo y ha avanzado en mostrar los dientes en su principal distrito, la provincia de Buenos Aires, terruño que Cristina Kirchner imagina siempre como último refugio.
En las últimas horas, la “albertista” Victoria Tolosa Paz lideró un plenario de militancia en Ensenada con el lema “2023 será Victoria”. Lo hizo junto con Aníbal Fernández y Santiago Cafiero, con fuertes críticas a La Cámpora y livianos señalamientos hacia Axel Kicillof.
La movida no será gratuita: el kirchnerismo pergeña una fuerte venganza contra el esposo de Tolosa Paz, el malogrado José “Pepe” Albistur, otrora denunciado en la Justicia por desmanejos con la pauta oficial.
Habrá feroces carpetazos recordando aquellos aciagos días de 2009. Acaso para matar dos pájaros de un tiro: desgastar la figura de su mujer y bloquear toda chance de utilizar el hiperbólico aparato propagandístico de Albistur en favor del albertismo.
Hablando de escándalos, impactó como una bomba la versión que Carlos Pagni publicó en diario La Nación acerca del actual secretario de Comercio: «A propósito de (Matías) Tombolini, una pregunta reiterativa que se escucha entre los importadores: ¿Qué funciones cumple su esposa en la Secretaría, y qué son esos bolsos?».
Los rumores comenzaron a correr como reguero de pólvora a raíz de aquellas lacónicas preguntas. Runrunes relacionados con presuntas coimas que motorizaría la mujer como titular de la Subsecretaría de Políticas para el Mercado Interno. Entre un 10 y un 15% para facilitar puntuales trámites.
Es curioso, porque rápidamente Tombolini salió a aclarar que la designación de la mujer había sido “ad honorem”, pero nada dijo sobre las versiones de eventuales “cometas”.
En otro orden de cosas, avanza la trama que anticipó Tribuna de Periodistas a principios de junio de 2022, referida a la “expropiación” de un negocio multimillonario de venta de arena en Vaca Muerta por parte del camporismo.
“Hablando de kirchnerismo de paladar negro, La Cámpora busca en estas horas hacerse con un millonario negocio, vinculado a la venta de arena a las empresas petroleras para realizar fracking en la zona de Vaca Muerta. El más interesado es Máximo Kirchner, quien ha puesto el ojo en la firma canadiense NRG, la cual está a cargo de ese redituable trabajo y ya invirtió 100 millones de dólares para instalarse en aquel terruño”, sostuvo este periodista entonces.
La trama avanzó a niveles insospechados: por caso, esta semana el juez federal de Campana, Adrián González Charvay, procesó a los dueños de esa empresa por supuesta sobrefacturación multimillonaria de importaciones.
El magistrado, que responde a La Cámpora, embargó a su vez por cinco mil millones de pesos a los empresarios Oscar Dario Guercio, Damián Strier, ambos de NRG; y Pablo Marull, director de Marull Heavy Equipment LLC, proveedora de la mercadería.
La novedad, que pasó sin pena ni gloria para los medios argentinos, fue insuflada por la agencia de noticias Télam. Ninguna casualidad.
Finalmente, una revelación: el líder de la secta Escuela de Yoga, Juan Percowicz, quien debe cumplir prisión domiciliaria en su departamento por sus desaguisados, hace caso omiso de la exigencia de la Justicia y a diario se lo puede ver en un café ubicado en Moldes y José Hernández de Belgrano, llamado Mojo.
El país ya es una anarquía total. Todos a los botes.
(*) Periodista de investigación, director del portal Tribuna de Periodistas