Política

El error del refrán : billetera NO mata galán

Hizo su ingreso a la política lugareña convencido de que llegaba, desde su confortable Sierra Maestra countrista, a una paupérrima aldea de desarrapados que necesitaban imperiosamente de sus saberes para ser rescatados de la ignorancia y la postración.

Apenas se puso en contacto con los aldeanos, y a través de un delegado -porque no habla con quien no esté a su altura-, comenzó a repartir ingentes sumas de metálico a la prensa para que difundan su pensamiento esclarecido y su mensaje doctoral. En paralelo, su imagen sorprendía a los conductores con sendos carteles en la más que concurrida Panamericana que costaban, mensualmente, algo así como un millón y medio de pesos. No conforme con ello, hizo instalar la misma gigantografía en la Ruta 2 (?), tal vez convencido de que por allí y a diario, circulaban los pilarenses de camino a la playa.

Alquiló un caro y cómodo local en pleno centro de la ciudad, desde donde coordinaba las acciones que lo llevarían a conducir los destinos del distrito, en la certeza de que alcanzaba con ser allegado a Jorge Macri y utilizar a gusto y piacere los recursos de la municipalidad de Vicente López, donde supo fungir como secretario de Ingresos Públicos.

Por supuesto, entre esas acciones jamás evaluó en acercarse a los barrios de Pilar, ya que para él el contacto con los aborígenes no servía para pavimentar su senda a la intendencia.

Subido a un caballo imaginario, primero boyó entre la tropa de Neuspiller, y más tarde, con su padrino candidato de Patricia en CABA, se creyó prenda de unidad en el bullrichismo, y sólo consiguió que aquellos que se reunieron con él para la consecución de ese objetivo, fugaran a las huestes del larretismo espantados por las ínfulas del candidato. Es decir, prefirieron someterse a la proverbial soberbia del «Dandy».

Y después de tantas vueltas y tanto despliegue, terminó aceptando el tercer lugar en la lista de Adriana Cáceres, detrás de Adrián Maciel y Claudia Zakhem, dos emblemas incuestionables de oficialismo disfrazado de oposición. El primero, al que no pocos consideran un bueno para nada, parrillero del principal operador mediático del intendente De Achával, y la segunda, una radical que hace rato resignó las banderas del partido centenario para consagrar sus afanes a ubicar familiares y amigos en las mejores posiciones que se puedan conseguir en una administración gubernamental. Con los mejores salarios, claro está.

En definitiva, no hablamos ya de un dirigente sino de un vulgar puntero con ambiciones de cualquier cargo que pueda redituarle no ya un suculento ingreso -vive de los contribuyentes de Vicente López-, sino un empleo que le evite viajar a ese distrito, ya que en más de una oportunidad se le escuchó quejarse de semejante periplo. Y todos los días, encima.

Los observadores políticos aseguran una vez transcurrida las PASO y por integrar la lista más débil de la interna en Juntos, Andrés Antonietti podría terminar como candidato a concejal suplente.

Moraleja: el que se arrastra, no llega al poder.

 

 

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