Destacados
Alfredo Zitarrosa: a 35 años del adiós, el Gardel uruguayo sigue cantando
Cantante, compositor y guitarrista, fue uno de los mayores exponentes de la música popular, con un gran reconocimiento en América Latina y España. Caracterizado por lo general de negro, acompañado por notables guitarristas sobrios como él, peinado a la gomina, es considerado por algunos estudiosos de su obra como «el auténtico Gardel uruguayo».
Alfredo Zitarrosa, nació en Montevideo, el 10 de marzo de 1936 y su vida en una zona rural del país hasta su adolescencia, influye notoriamente en lo que será su repertorio, esencialmente de raíz campesina.
Su carrera como cantante, comenzó de manera poco usual, en el año 1963. A instancias de un amigo suyo se presenta en un programa televisivo de la ciudad de Lima. Durante su viaje de regreso al Uruguay, canta en un programa radial de la ciudad de La Paz, Bolivia. Hasta entonces se había desempeñado como periodista y locutor radial, trabajando en varias emisoras de Montevideo. Más adelante continuaría su labor periodística en el semanario Marcha, dirigido por Carlos Quijano.
Su debut como cantor profesional en Montevideo, tuvo lugar en el auditorio del SODRE (Servicio Oficial de Difusión Radioeléctrica) en 1964.
Debido a su militancia política su canción fue prohibida en Uruguay a partir de las elecciones de 1971 (prohibición que se consolida con el establecimiento de la dictadura cívico-militar el 27 de junio de 1973). Con el recrudecimiento de la persecución, habiendo sido convencido de que su canto sólo sería útil a la causa del pueblo desde fuera, debió salir al exilio en 1976, primero rumbo a Argentina, hasta el comienzo de la dictadura militar en aquel país, hasta que debe partir (por la misma causa que del Uruguay) para radicar en España donde estuvo residiendo hasta abril de 1979.
Desde ese momento vivió en México, donde aparte de cantar, desarrolló actividades periodísticas en el diario “Excelsior” y en “Radio Educación” con su programa “Casi en privado”.
Durante este período, a pesar de ser reconocido por él mismo como el menos creativo debido al dolor por el desarraigo, graba y edita varios discos en España, México y Venezuela. Asimismo participa activamente de diversos festivales internacionales, como abanderado de la lucha a favor de la libertad del pueblo uruguayo y de otras naciones oprimidas por gobiernos de corte fascista, y como referente ineludible del canto popular uruguayo y latinoamericano.
Levantada la prohibición de su canto en Argentina en 1983, fue contratado para realizar un recital, oportunidad que fue aprovechada por Zitarrosa para acercarse a su tierra, pasando a residir en Buenos Aires, hasta el momento que fuera posible su regreso al Uruguay. Allí realiza –entre otras- una memorable actuación en el estadio de Obras Sanitarias, donde al presentarse ante el público que colmaba el estadio, solicita su permiso: “Ojalá a partir de este momento ustedes me autoricen a seguir cantando a nombre de mi tierra”.
El 31 de marzo de 1984, es recibido por una multitud que lo aclama y lo acompaña, desde el aeropuerto, por todo Montevideo, en una circunstancia que es definida por él mismo como “la experiencia más importante de su vida”.
En 1988 edita por primera vez su obra literaria como tal en el libro de cuentos “Por si el recuerdo”, que recopila historias escritas durante sus últimos treinta años.
Su temprano y sorpresivo fallecimiento, en Montevideo, el 17 de enero de 1989, a los 52 años, repercutió tan hondamente en el pueblo, en toda la comunidad hispano y latinoamericana, y en otros tantos países, al extremo tal que “el mundo entero fue una limpia e inmensa lágrima”.
En el terreno de lo musical, fue desarrollando un estilo propio, incorporando desde sus comienzos las influencias de Néstor Feria y las guitarras de Amalia de la Vega. Desarrolló una forma de ejecutar la milonga con cuarteto de guitarras, sonido que popularmente se identifica con la música de ZItarrosa.
Su voz inconfundible convirtió sus canciones en grandes éxitos que, a pesar del tiempo, siguen emocionando como «Doña Soledad», «Pa’l que se va», «Crece desde el pie», «Recordándote», «Stéfanie», «Adagio en mi país», «Zamba por vos», «El violín de Becho» y el poema por milonga «Guitarra negra».