En estas primeras semanas del gobierno de La Libertad Avanza (LLA), analistas y politólogos, lo mismo que periodistas especializados se preguntan, ¿las medidas que toma el Presidente Javier Milei, responden a la política o son estrategias? Difícil respuesta.
De un personaje como Milei, reconocido y admirado economista liberal, aunque le guste decir que es un anarco libertario seguidor de la escuela austríaca, que de pronto pasó de ser panelista de programa de televisión, directamente a diputado y Presidente de la Nación, todo es difícil.
Ese periplo inverosímil lo cumplió en dos años. Con un partido recién nacido, prácticamente prendido con alfileres, pero representado en las 24 provincias, obró el milagro de derrotar al kirchnerismo y de paso al peronismo. Pero llegó al poder con una enorme pobreza política.
El Presidente más votado de estos 40 años de democracia. Con casi 57%. Con la diferencia de 1% (en contra) en la Matanza contra el candidato Sergio Massa, bendecido por el kirchnerismo. Algo impensado, insólito, inimaginable. Pero fue. Eso sí, casi sin representantes.
Milei, llegó al poder diciéndole a la gente la verdad, una verdad fea y desagradable, habló de ajuste, palabra prohibida en la política populista argentina, gritó “no hay plata” y la multitud lo aplaudió. Un panorama extraño y novedoso, un Presidente que no miente.
Y como no miente intenta cumplir sus promesas de campaña. Que son dar vuelta el país como una media, cambiar todo lo que no funciona, que es prácticamente todo, volver a la Constitución Nacional de 1853 y a sus sólidos principios liberales que hicieron grande Argentina.
Pero… Milei no tiene ni un solo gobernador, cuenta con 38 diputados nacionales y sólo 7 senadores. En la cámara alta Victoria Villarruel (la vice) consiguió con habilidad política nombrar al presiente provisional del senado y a los secretarios administrativo y parlamentario de LLA.
Con esta desoladora situación, el Presidente Milei rodeado por todo su gabinete y Federico Stuzenegger (padre de la criatura), lanzó hace 9 días un Decreto de Necesidad y Urgencia que consta de 366 artículos. DNU que cambia la Argentina. Una trompada en la boca del estómago.
El DNU toca demasiados privilegios, se mete con los bolsillos de los gerentes de la pobreza y de la mayoría de los sindicalistas. Es el fin del populismo. Las reacciones han sido feroces. El bolsillo es la víscera más sensible del ser humano, decía Perón. El DNU es inconstitucional.
Eso declararon los enemigos del cambio, los apóstoles del statu quo. Y se preguntaron – “¿cómo se le ocurrió mandarlo? ¿No consultó con especialistas? Es cierto, Milei está loco. Esto no va a pasar por el congreso, no puede pasar. Los diputados y senadores no lo van a aceptar”.
Cuando los populistas discutían el DNU, entró en el congreso una Ley Ómnibus, “Bases y puntos de partida para las libertades de los argentinos” con 664 artículos. Pretende cambiar Argentina, convertirla en un país donde se pueda crecer, crear, transitar, trabajar y manifestarse.
Otra trompada en la boca del estómago de los populistas. No terminaron de digerir el DNU y se les cae encima esta serie de leyes realmente disruptivas. Que en cualquier país civilizado y normal serían cosas de todos los días y no lo discutirían. Acá la normalidad es revolucionaria.
Entonces, ¿Milei hace política o usa estrategias? La lógica indicaría que hace política estratégicamente. Que a falta de fortaleza en el congreso y con los gobernadores (que no tiene) va a usar lo que sí tiene, la gente que lo votó masivamente para que haga lo que está intentando hacer.
Si el congreso le rechaza el DNU, que desde hoy está vigente, pero todavía puede ser rechazado, y se niegan a votar las leyes que en su mayoría son las que tiene cualquier país del 1º mundo, apelará a la gente. Los plebiscitos no son vinculantes en Argentina, no están en la CN.
Pero es muy difícil que un Presidente pueda no escuchar la decisión de un plebiscito. Alfonsín hizo uno cuando Chile reclamaba las islas Picton, Lennox y la Nueva en el sur de Tierra del Fuego. Él no quería cederlas. La gente votó por entregarlas a Chile, Alfonsín obedeció. El plebiscito ganó.
Se espera que el Presidente no tenga que recurrir a un plebiscito, es caro y no es constitucional. Pero si el congreso decide defender sus privilegios y los de los sindicalistas y los de los gerentes de la pobreza, Milei podrá decirle al pueblo: “yo intenté cumplir mis promesas de campaña, la casta no lo permitió”. Es difícil luchar contra los intereses creados.
¿Quién ganará, Milei o “la casta”? Si gana Milei, gana Argentina.
Y ganaría la Libertad. ¡Feliz 2024, aunque sea doloroso, todo nacimiento lo es!
(*) Periodista (publica en varios medios nacionales) y conductora