Columnistas
De Ronald Reagan a Javier Milei: la libertad educativa como herramienta de cambio social
Por Edgardo Zablotsky (*)
El concepto de libertad educativa, basado en el derecho de las familias a elegir la mejor educación para sus hijos, ha sido un tema recurrente en las agendas de líderes republicanos en Estados Unidos desde los tiempos de Ronald Reagan. Este principio busca empoderar a los padres, descentralizar el control educativo y ofrecer una mayor igualdad de oportunidades, incluso para las familias más desfavorecidas.
Hoy, esta idea vuelve a cobrar protagonismo con el reciente triunfo de Donald Trump y su promesa de reformar el sistema escolar en favor de los estudiantes. En Argentina, donde las desigualdades educativas son profundas, este enfoque podría transformar el sistema escolar y garantizar mayor igualdad de oportunidades, una visión compartida por nuestro presidente, Javier Milei.
Veamos los hechos. En noviembre de 1985 el New York Times publicaba declaraciones del Secretario de Educación W. Bennett, en defensa de los frustrados intentos de Ronald Reagan de obtener una legislación que otorgase a familias de bajos ingresos un subsidio que les permitiese elegir a qué escuela enviar sus hijos, entre una variedad de establecimientos públicos y privados. En palabras de Bennett: “Hoy, las familias más ricas ejercen la opción enviando sus hijos a una escuela privada. Los pobres no tienen este tipo de elección”.
En junio de 2012, otra columna del New York Times relató que de haber triunfado el candidato Republicano Mitt Romney, en las elecciones que consagraron a Barack Obama, habría buscado transformar los principales programas educativos administrados por el gobierno americano en un sistema de vouchers. Dicha propuesta fue presentada por Romney el 23 de mayo en un discurso en la Cámara de Comercio: “Voy a ampliar las opciones de los padres en una manera sin precedentes. Voy a dar a los padres de cada estudiante de familias de bajos ingresos la oportunidad de elegir a qué escuela concurrirá su hijo. Por primera vez en la historia los fondos federales para la educación estarán vinculados a los estudiantes, por lo que los padres podrán enviar a sus hijos a una escuela pública o a una escuela privada. Aquí en América, todo niño merece una oportunidad. No deberían tenerla tan sólo unos pocos afortunados. La posibilidad de elegir para cada padre significa una oportunidad para cada niño”.
Cuatro años después, el 8 de septiembre de 2016, a pocos meses de su sorprendente primer triunfo electoral, Donald Trump explicitó, al igual que sus antecesores, su voluntad de proporcionar a los padres de familias de bajos ingresos el derecho a decidir sobre la escolaridad de sus hijos: “Como su presidente voy a ser el mayor promotor del derecho de los padres a elegir la escuela a la cual concurran sus hijos. Quiero que cada uno de los niños de familias humildes que está hoy atrapado en una escuela que falla en proveer educación de calidad tenga la libertad, el derecho civil, de asistir a la escuela de su elección”.
Dicha voluntad quedó de manifiesto al designar como secretaria de Educación a Betsy DeVos, quien a lo largo de los años había aportado millones de dólares a las campañas de candidatos que comparten con ella su visión de facilitar a niños de familias de bajo ingresos emigrar de escuelas públicas de muy bajo nivel, ubicadas en los más pobres vecindarios, a escuelas que les permitan adquirir una mejor formación.
La carta abierta a los padres y madres de EE.UU., que el 31 de agosto de 2020, en plena pandemia, publicó Betsy DeVos es claro reflejo de ello. La misma admitía una realidad que la tragedia provocada por el cierre de las escuelas resaltó: “Cada familia necesita ser capaz de hacer lo que es mejor para su hijo. Su dinero debe seguir a su estudiante. Nuestras escuelas existen porque usted paga por ellas y usted debe estar facultado para poner su dinero a un mejor uso si la escuela no está satisfaciendo sus necesidades”.
Un par de años más tarde, en las elecciones de medio término de noviembre de 2022, los candidatos del partido Republicano, apoyados por organizaciones de padres que sostenían su derecho a decidir sobre la escolaridad de sus hijos, obtuvieron un claro respaldo. A nivel nacional, alrededor del 75% de los candidatos apoyados por la American Federation for Children, una de las organizaciones más influyentes en defensa de la libertad educativa, triunfaron en la elección. El 10 de noviembre, una interesante nota de Wall Street Journal, titulada “La ola electoral de elección de escuelas,” resaltó el evento, el cual, frente al fracaso republicano por lograr la mayoría en el senado, pudo haber pasado desapercibido, pero dos años después ha contribuido al aplastante triunfo de Donald Trump.
Los planes de Donald Trump para la educación
Como señala Reuters el pasado 21 de noviembre: “El presidente electo Donald Trump está dispuesto a promulgar una drástica expansión de los programas de elección de escuela el año próximo, lo que facilitaría a cientos de miles de padres enviar a sus hijos a escuelas privadas. Los expertos dicen que tiene buenas posibilidades de obtener una exención fiscal para los programas que ayudan a pagar la matrícula privada”.
Una clara ilustración de ello lo constituye el proyecto de ley: Educational Choice for Children Act of 2024 (ECCA), presentado por congresistas republicanos en la Cámara de Representantes, el cual propone un sistema de créditos fiscales federales para quienes donen a organizaciones sin fines de lucro que ofrecen becas educativas a familias de bajos ingresos. Estas becas permitirían a dichas familias financiar matrículas en escuelas privadas, gastos de educación en el hogar, tutorías personalizadas e incluso materiales educativos. Este esquema coloca a las familias en el centro del sistema, permitiendo que los fondos sigan a los estudiantes y no a las escuelas.
El triunfo de Donald Trump representa un hito en la defensa de la libertad educativa, un hito que podemos rastrear en tiempos tan lejanos como los de Ronald Reagan. En el actual contexto de nuestro país, con un gobierno liderado por Javier Milei y su respaldo a la libertad educativa, estas políticas podrían inspirar una transformación profunda también en Argentina. Ello haría posible otorgar a las familias más vulnerables el derecho de decidir qué es lo mejor para sus propios hijos, una verdadera herramienta de cambio social, que permitiría acceder a niños y jóvenes a un futuro que hoy, vergonzosamente, nuestro país les niega.
(*) Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago, rector de la Universidad del CEMA, miembro de la Academia Nacional de Educación, consejero académico de Libertad y Progreso