Fanatismo + terquedad
Leyendo los diarios y escuchando los medios masivos audiovisuales uno termina curado de espanto. Hace ya muchos años que dejé de reaccionar ante la tonelada de pavadas, incoherencias, falsedades y simples estupideces a las que uno se expone ni bien quiere enterarse – aunque más no sea de modo superficial – de qué fue lo que sucedió durante las últimas 24 horas. Antes me daba por rebelarme ante la estulticia mediática pero hoy ya opto por simplemente ignorarla en la mayoría de los casos.
No obstante, a veces encuentro artículos de opinión que leo en detalle. En general, se dividen en tres clases. En la primera, por lejos la menos numerosa, entran aquellos artículos que producen ese cierto alivio que uno siente cuando percibe que no es el único loco solitario predicando en el desierto; que existen otros que, aun con muchos matices diferentes, en lo básico transmiten las mismas ideas y conclusiones que uno también trata de comunicar.
En la segunda categoría, un poco más numerosa, entran aquellos artículos que hablan de cosas, o de aspectos, que uno desconocía y dan oportunidad de aprender algo, o bien al menos incitan a seguir investigando sobre el tema y al final uno termina enterándose de cosas que no sabía o no había considerado… o creía que sabía y estaba completamente equivocado.
En la tercera categoría, que es – por lejos – la más numerosa, clasifican todos aquellos artículos y todas esas notas llenas de lugares comunes, con reiteraciones políticamente correctas y adjetivaciones obligadas, que jamás nos dicen algo realmente nuevo, que esencialmente repiten siempre los mismos argumentos a propósito de cualquier evento que ocurra. Y cuando ello no es posible, pues proceden a acomodar los hechos a fuerza de «relato» para que den lugar a la «bajada de línea» que en realidad es el verdadero objetivo no declarado del relato. O bien mezclan realidades con fantasías y mentiras más o menos obvias para lograr exactamente lo mismo.
Es a esta tercera categoría a la que, en circunstancias normales, paso olímpicamente por alto. Antes me exasperaban un poco; ahora ya ni eso. La mediocridad, la chabacanería, la mentira evidente, la exageración tendenciosa y la chatura mental que caracteriza a estos mensajes es tan obvia que a esta altura del partido ya sigo de largo, más aburrido que irritado.
Aunque eso no sería lo más grave. Lo más terrible es que después de quedar hecho un estropicio con las ruedas del auto mirando al cielo, salen del vehículo en cuatro patas, se paran con actitud desafiante, y te dicen:
— ¿Viste? Bueno, ¡pues así se hace!
En una palabra, no solo son fanáticos sino que, encima, son tercos. Meten las de andar hasta la coronilla y después todavía quieren tener razón.
La guillotina y «Fratelli Tutti»
Tengo ante mí un artículo aparecido en Infobae del 9/12/2020, [1] escrito por el señor Eduardo Marty, de oficio economista, contador y portador de otros blasones. En principio y en teoría, el artículo está dirigido contra el actual Papa, su encíclica «Fratelli Tutti» y el relato que don Marty le adjudica generosamente a la Iglesia Católica a lo largo de los siglos. La idea de nuestro autor, adelantada en el título, es tratar de explicarnos «… cómo predicando fraternidad se obtiene odio y pobreza«.
No voy a salir a comentar ni la encíclica, ni las ideas, ni el desempeño ni la gestión de Jorge Bergoglio al frente de la Iglesia Católica. Tampoco voy a cometer la hipocresía de dejar de decir que mi evaluación de su actuación y de sus decisiones es bastante negativa. Pero, en primer lugar el Papa Francisco es bastante grandecito como para defenderse solo — realmente no me necesita a mí para eso — y en segundo lugar el tema aquí no son sus opiniones sino las del Señor Marty.
Curiosamente, en el caso de este buen hombre tenemos a un liberal muy explícito que empieza su nota renegando nada menos que de la Revolución Francesa. En sus propias palabras:
»El resultado de la Revolución Francesa no fue ni liberté, égalité, fraternité. En lugar de “igualdad”, obtuvieron un Emperador, Napoleón Bonaparte, que gobernó Europa a sangre y fuego durante 20 años. En lugar de “fraternidad”, transformaron a Francia en el Reino del Terror. En lugar de “libertad”, obtuvieron sumisión, despotismo, guerra y confiscaciones.«
¿Qué le parece un ingreso de 7.000 dólares anuales?
Dejando la Revolución Francesa de lado, Marty se agarra con Bergoglio de la siguiente manera:
Siempre que Bergoglio se refiere a las ganancias de los empresarios lo hace con términos como “apropiación” o “amasar riqueza”.
En toda su Encíclica, no dedica un solo párrafo al proceso de creación de riqueza. ¿Cómo se crea la riqueza? Pues… Dios la provee.
El increíble crecimiento del PBI mundial per cápita (que pasó de 300 dólares a 7.000 en los últimos 250 años) es completamente ignorado. La Revolución Industrial sólo es mencionada para ilustrar abusos.
La idea papal consiste en que la riqueza está fija y se asemeja a un árbol de manzanas. Si alguien toma demasiadas queda poco para los demás.
El hecho de que el capitalismo genera huertos proveedores de miles de manzanas, no es comentado. [2]
Primero y principal: Dios no provee la riqueza todos los días. La ha creado el día de la Creación y desde entonces no anda por ahí con una canasta colgada del brazo por las casas de las personas, repartiendo panes, peces, vinos y subsidios del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, Asignaciones Universales por Hijo y otros planes sociales. Dios no es el dueño de un supermercado y la Divina Providencia no es un delivery.
Que el PBI per cápita mundial haya crecido de 300 dólares a 7.000 en los últimos 250 años es un lindo cálculo. Lo único que faltaría saber es cómo se hizo y si es cierto en absoluto. Para empezar, ¿cómo calcularon Marty & Asociados el PBI per cápita de 1770? Misterio. Aparte de que, al menos según la omnisciente Wikipedia, hacia 1750 la población mundial ascendía a solamente 791 millones de personas mientras que hoy estamos en más de 7.800 millones, [3] con esas diferencias las medias promedio aritméticas suelen quedar tremendamente sesgadas.
Y para seguir: 7.000 dólares al año en la Argentina vendrían a ser hoy (09/12/2020) cualquier cosa entre $1.007.720 [4] y $1.001.000 [5] pesos anuales. O sea, entre $83.977 y $83.417 pesos por mes. [6]. Sería para hacer una encuesta: ¿qué porcentaje de personas creen ustedes que tiene hoy un ingreso mensual dentro de ese rango en la Argentina? Con casi la mitad de la población bajo la línea de pobreza, lo de los 7.000 dólares anuales per cápita para nosotros no es más que literatura de ciencia ficción.
El cuento de la manzana. De nuevo.
Y vamos por lo de las manzanas.
A veces siento un poco de pena por esa fruta. Desde los tiempos del Génesis y el Paraíso Terrenal la manzana tiene una mala fama inmerecida. ¿Qué culpa tiene la pobre manzanita de que Eva la haya utilizado para hacerle pisar el palito a Adán? [7] ¡Y ahora la usan hasta para explicar la injusta distribución de la riqueza! Pero no importa, vayamos al grano; es decir: a la manzana.
Nadie en su sano juicio negará que el capitalismo es un muy buen productor de manzanas. Más aun: hasta se puede afirmar que, con el correr de los años, el capitalismo se ha ido convirtiendo en un productor cada vez mejor y más eficiente de «manzanas» – sea lo que fuere que queramos significar por el eufemismo. Pero el que sea un buen productor no necesariamente implica que también sea un buen proveedor. Porque el problema del capitalismo no está tanto en como «fabrica» las manzanas sino en cómo las distribuye.
La cuestión es que los empresarios producen manzanas y los consumidores compran las manzanas. La explicación teórica que nos ofrecen los economistas liberales es que si hay pocas manzanas y muchos consumidores, las manzanas se vuelven muy caras. Al revés, si hay una gran producción de manzanas para la misma cantidad de consumidores, las manzanas se vuelven baratas. Se llama la «ley» de la oferta y la demanda. Mucha demanda / poca oferta = productos caros. La misma demanda / mucha oferta = productos baratos. Por lo tanto – y éste es uno de los argumentos favoritos del capitalismo – los empresarios son en realidad los grandes benefactores de la humanidad porque es gracias a su producción que tenemos abundancia de productos a precios «razonables» de mercado.
Todo muy lindo y razonable, pero hay un pequeño problemita: ¿de dónde sacan los consumidores el dinero para comprar esas manzanas? Porque el empresario capitalista no es un mecenas dedicado a la beneficencia. No produce para hacernos a todos un favor. Por de pronto, produce para ganar dinero y, consecuentemente, solo produce lo que puede vender, y habría que agregar: lo que puede vender con un buen margen de ganancia. ¿Y si los consumidores no tienen plata para comprar lo que la empresa produce? Pues se quedan sin ese producto y fin de la discusión. Si Usted no tiene plata para comprar una manzana, no pretenda comer manzanas, déjese de jorobar y se acabó.
Por su parte, el empresario capitalista tiene solo dos alternativas: o bien A)- busca un mercado cuyo poder adquisitivo pueda absorber su producción y la exporta hacia allí, o bien B)- cierra la fábrica y se dedica a producir otra cosa. De última, para el dueño del capital – que hoy en día es principalmente financiero – es como me decía mi buen maestro, el Prof. De Mahieu: «Al poseedor de acciones de la empresa capitalista no le interesa si la empresa es una fábrica de vacas o una mina de queso; lo único que le interesa es que pague buenos dividendos.»
Empresa y rentabilidad
Curiosamente, el error que cometen muchos críticos del capitalismo es creer que eso está mal. Y para defenderse de las críticas, el error que cometen muchos liberales es creer que eso está bien. Por desgracia, la cuestión es mucho más complicada.
No hay, no hubo en 10.000 años de Historia, ni habrá jamás una empresa fundada para perder plata. Desde los fenicios hasta nuestros días, las empresas se constituyen precisamente para ganar plata y, si eso se considera inaceptable, la única alternativa es el sistema soviético cuyo colapso ha demostrado palmariamente su inviabilidad. De modo que la ganancia – o la famosa «plusvalía» de la que hablaba Marx – es, nos guste o no, el motor de cualquier emprendimiento económico; desde una simple verdulería hasta una enorme corporación petrolera.
El problema no es la ganancia en sí misma; el problema con la ganancia es una doble cuestión: por un lado está la cuestión de su magnitud y por el otro la de su reciclamiento o, como se dice ahora con una expresión por demás engañosa, en su «redistribución». De cualquier manera que sea ni es, como piensa Bergoglio, que el problema está en que, si del árbol alguien toma muchas manzanas, queda poco para los demás, ni tampoco es como insinúa Marty que no hay problema porque el capitalismo genera huertos de miles de manzanas. ¿Y por qué ambos se equivocan? Pues porque ambos se olvidan de considerar debidamente que «las manzanas», en primer lugar, no caen del cielo y, en segundo lugar, tampoco se distribuyen gratis.
Es el trabajo, estúpido.
Las cosas que consumimos, sean productos manufacturados, alimentos o servicios, son producto del trabajo humano. Y el dinero con el que los consumidores compran todas esas cosas es también – a menos que sea dinero mal habido – producto del trabajo humano. El trabajo es el común denominador de toda la economía, incluso si es un trabajo realizado por autómatas que desplazan miles de puestos de trabajo humano.
Las «manzanas» que comemos no son frutas silvestres que crecen espontáneamente por la gracia de Dios y el capricho de Madre Natura. Existen porque alguien plantó un manzano, lo injertó, lo cuidó, cosechó las manzanas y las hizo llegar al Mercado de Abasto donde las compró el verdulero para vendérselas a doña Clotilde. Pero todas las doñas Clotilde van a comprar manzanas si tienen con qué pagarlas. ¿Y si no? Pues se derrumba toda la cadena de producción y las manzanas terminan pudriéndose al pie del árbol o tiradas en algún zanjón.
Y no me digan que eso no puede ser porque ha ocurrido. Literalmente. Sin ir más lejos, en Julio de 2015 se pudrieron en la Argentina entre 250 millones a 300 millones de kilos de fruta por «cuestiones de rentabilidad», [8] y no fue la primera vez que ocurrió algo así.
Un caso de 200.000 kilos de fruta tirados en Julio 2015 [9] |
El verdulero de doña Clotilde se quedó sin fruta pero no fue porque alguien sacó del árbol más de lo que le correspondía, ni tampoco porque los chacareros ese año hicieron escasear la fruta para que subiera de precio. Todo venía de perillas tal como lo predica el amigo Marty hasta que se descubrió que lo que doña Clotilde podía llegar a pagar no alcanzaba ni a cubrir los costos de producción. Y como dicen los chicos, ahí se pudrió todo. Sin metáforas.
Pero ¿por qué doña Clotilde, doña Rosa y todas las demás amas de casa se quedaron sin plata? Por supuesto que para eso intervinieron muchos factores: la inflación que, como decía Perón, sube por el ascensor mientras los sueldos van por la escalera, precios internacionales en baja, una tasa de desempleo real de entre 11 a 16% [10] y toda una larga serie de otros factores y variables más. No puedo entrar en el detalle de todo eso aquí porque llevaría todo un tratado, y además el asunto es más para todo un equipo que para una sola persona. Pero creo que es bastante obvio que la solución – o como mínimo una de las mejores soluciones posibles – pasa por ese denominador común que mencionaba antes y que es el trabajo.
Trabajo y desocupación.
Ya que hablamos de denominadores comunes; todo el conjunto del 44,2 % de pobres que tenemos hoy en la Argentina alcanza a 18 millones de personas. [11] ¿Cual creen ustedes que es la principal causa del crecimiento de esa pobreza? Menciono un dato: si comparamos el segundo trimestre de 2020 con el mismo período de 2019 veremos que se perdieron 3,4 millones de puestos de trabajo. A los que hay que agregar los millones que ya existían. [12]
Más allá de que hay unos cuantos que directamente parasitan de los llamados «planes sociales», el grueso de los pobres es pobre porque no tiene trabajo, y, al no tener un trabajo estable, bien pagado y productivo, no solo no genera el equivalente de lo que consume sino que ni siquiera puede generar el dinero para pagar lo que, mal que bien, llega a consumir en condiciones paupérrimas.
No es que son todos una manga de vagos, como murmuran los burgueses también venidos a menos. Los planes sociales, al durar ya tanto tiempo, han convertido una medida de emergencia en algo permanente, lo cual también tiene sus grandes motivos y ventajas electorales para los politicastros y los agitadores políticos profesionales; sobre todo para los montados arriba del caballito de la lucha de clases. Así, una buena parte de toda una generación se ha acostumbrado a vivir parasitando del subsidio estatal.
Pero lo peor de todo es que, aun cuando eso sea cierto, tampoco se le puede decir hoy a nadie que se deje de protestar y que vaya a trabajar. Porque ni bien a alguien se le ocurra decir algo semejante, del otro lado le devolverán la pelota preguntando «¿Adónde?» o «¿De qué?». Y la tendrá que dejar pasar porque para eso ningún liberal tiene hoy una respuesta verdaderamente satisfactoria. Menos todavía en la Argentina.
El cerebro y la propiedad privada
Los grandes cráneos del capitalismo liberal no se dedican a resolver el problema de la falta de trabajo. Siguen insistiendo en la teoría que sostiene que si el Estado no se mete en los asuntos económicos, si los operadores de la economía pueden desenvolverse libremente y sin límites de ningún tipo, los problemas sociales – entre ellos el trabajo – se resolverán solos por la fuerza de las mágicas «leyes» que supuestamente regulan los mercados.
Por eso, un poco más adelante, don Marty vuelve a la carga:
El Papa ignora el sentido de la productividad, la armonía proveniente del comercio, los contratos, la propiedad privada y el capitalismo. Subordina la mente humana al bien común sin entender que sin libertad y propiedad privada la mente humana no funciona.[13]
Que el comercio, los contratos, la propiedad privada y el capitalismo produzcan una armonía es simplemente una utopía tan indemostrada como aquella que decía que el comunismo es una etapa inevitable de la humanidad. Además, que la mente humana no funcione sin libertad es bastante discutible pero concedámoslo. Alguien encerrado en una mazmorra fría, oscura y húmeda realmente no tendrá muchas ganas de dedicarse a problemas de física nuclear o de filosofía moral. Aunque podría citar que la mente de personas como Alexander Solyenitzin no dejó de funcionar ni aun en el Gulag de Kolimá. Pero, en fin; aceptémoslo. Solyenitzin fue excepcional.Ahora, que la mente humana sin propiedad privada no funciona es algo que entra en la categoría de los descubrimientos fantásticos. O de las novelas de ciencia ficción, que en este caso sería masomenos lo mismo. Durante una buena cantidad de mis años jóvenes, toda mi «propiedad privada» cabía bastante bien en una valija grande. ¿Habrá sido que esa cantidad de propiedad privada ya alcanzaba para hacer funcionar mi cerebro? ¿O será que en realidad no tengo cerebro? No dudo que don Marty estaría de acuerdo con la segunda alternativa, pero en mi muy humilde e interesada opinión creo que ese sería otro de sus disparates.
Voltaire redivivo
Por último, como no podía ser de otro modo, don Marty, no conforme con criticar a Bergoglio, se lanza contra toda la Iglesia Católica en el más puro estilo del ateísmo liberal:
«La religión y la Iglesia católica han constituido un obstáculo al progreso y a la autodeterminación de las personas. Progresamos no gracias a la religión sino a pesar de ella. Durante los 1000 años en los que gobernó la Iglesia (500 a 1500) disfrutando junto a los monarcas de poder temporal, el mundo se estancó bajo la jurisprudencia de la Inquisición.»
¡Pobre Marty! ¿Por qué se meterá a hablar de religión y de instituciones religiosas si la Historia Sagrada no es materia de la facultad de ciencias económicas?
La Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, fue fundada en 1542 por Pablo III; o sea cuarenta y dos años después del 1500. Actualmente, desde 1965, esa institución se llama Congregación para la Doctrina de la Fe por decisión de Pablo VI. Es cierto que la Iglesia combatió puntualmente diversas herejías y las instituciones dedicadas a ello reciben genéricamente el nombre de «Inquisición». Así se habla de la Inquisición Medieval (1184) fundada para combatir a los albigenses; de la Inquisición Española (1478/1821) y de la Inquisición Portuguesa (1536/1821).
Ninguna de ellas es anterior al 1.100 de modo que lo de «500 a 1500» ya de entrada es una falsedad manifiesta. De todas las que existieron, haciendo excepción de la medieval centrada en los cátaros/albigenses, de las tres restantes dos son posteriores al 1500 y una es solo 22 años anterior. De modo y manera que acusar a la Iglesia Católica de haber «estancado al mundo» durante los 1.000 años que van del 500 al 1500 DC y eso «bajo la jurisprudencia de la Inquisición», proviene de la fantasía contrafáctica volteriana del señor Marty, producto de su supina ignorancia histórica.
La repetición de las repeticiones.
Pero, en fin. Los argumentos del demoliberalismo capitalista han sido siempre los mismos. Sus partidarios no encuentran nada mejor que repetirlos constantemente y, cuando alguien señala las gruesas falencias de su sistema, recurren sistemáticamente a dos argumentos reiterativos: o bien declaran que los errores liberales de un gobierno liberal no provenían de un «verdadero» liberalismo; o bien comparan países de economía capitalista con países de economía marxista y te preguntan después en cuál de los dos te gustaría vivir. Luego simplemente repiten esos mismos argumentos con diferentes variantes ad infinitum.
Es la reiteración sistemática de los que no aceptan su propio fracaso. Según ellos, los problemas del capitalismo se solucionarían teóricamente con más capitalismo. Es exactamente igual al argumento de los demócratas que nos quieren hacer creer que los problemas de la democracia se solucionarían con más democracia.
Aparte del hecho que insistir siempre con lo mismo es el síntoma más inequívoco de la locura, eso vendría a ser igual a decir que los problemas de la tuberculosis se curan con más bacilos de Koch, o que el COVID-19 se cura con más virus SARS-CoV-2.
Y todo para justificar un sistema económico y social que, según la famosa definición de Jules Guesde – repetida desde hace ya más de 100 años – es un sistema montado sobre la idea que todo estará bien si dejamos al zorro libre dentro del gallinero libre para que se coma libremente a las gallinas libres.
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REFERENCIAS
1)- https://www.infobae.com/opinion/2020/12/09/fratelli-tutti-de-como-predicando-fraternidad-se-obtiene-odio-y-pobreza/
2)- Los resaltados son del original.
3)- https://es.wikipedia.org/wiki/Poblaci%C3%B3n_mundial#Poblaci%C3%B3n_humana_total_a_lo_largo_de_toda_la_historia
4)- Dolar Solidario $143,96
5)- Dólar «Blue»: $143,00
6)- «Grosso modo» dividiendo el ingreso anual por 12. En realidad debería ser dividido 13 calculando el aguinaldo para las personas en blanco y en relación de dependencia, pero en ese caso también habría que descontar aportes y otros impuestos.
7)- Y ni hablemos de que el Génesis habla del «árbol del Bien y del Mal» y de la «fruta prohibida» pero en ninguna parte menciona a la manzana.
8)- https://www.agromagazine.tv/manzanas-y-peras-se-pudren-por-falta-de-rentabilidad/ https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150720_argentina_fruta_podrida_vs
9)- http://portallarroque.com.ar/crisis-del-citrus-las-lagrimas-de-un-productor-que-debio-tirar-200-mil-kilos-de-fruta/
10)- https://www.infobae.com/2015/10/13/1761981-la-argentina-se-mantiene-los-paises-mayor-tasa-desempleo/
Oficialmente el INDEC «confesaba» un 7,1%
11)- Datos del Observatorio de Deuda Social de la UCA, 3er. Trimestre 2020, en http://www.primeraplana.com.ar/la-pobreza-en-argentina-subio-a-44-2-y-alcanza-a-18-millones-de-personas/
12)- https://www.clarin.com/economia/pobreza-economia-destruida-perdio-3-4-millones-puestos-trabajo_0_xXMo1mF_D.html
13)- El resaltado es del original.
(*) Politólogo, consultor nacional e internacional, analista de riesgos, escritor e investigador