Columnistas

Favaloro, las vacunas y los claro oscuros de la Medicina

Por Gustavo Vieyra (*)

Hoy tuve una enorme alegría al escuchar el muy interesante reportaje que le realizaban al Sr. Darío Signorini, presidente de la Federación de Entidades Italianas de Buenos Aires (FEDIBA). Durante el mismo, anunciaba la inminente aprobación de un proyecto presentado ante la Legislatura de CABA en el que se ofrecía un busto en honor y reconocimiento al Dr. René Favaloro que debería ser instalado en la Plaza Houssay, cercana al Htal de Clínicas. Esta ubicación, consideraban que era la más apropiada dado el entorno relacionado a la medicina en la Argentina.

Habría que recordar que la relación entre el Dr Favaloro y la entidad Italiana está dada por el origen Siciliano de su apellido.

Si bien la fecha no tiene ninguna connotación especial con la vida del Dr. Favaloro, me pareció muy pertinente repasar aspectos de su tan meritoria vida profesional, con particular énfasis en algunos matices de su personalidad y la motivación que animó cada logro de su monumental obra.

En primer lugar, es asombroso el  desborde de energía y vocación puesto al servicio de lograr una muy solida formación, primero como médico rural y en segundo lugar como cardiocirujano. Culminó la carrera de medicina presentando una Tesis tras lo cual obtuvo el doctorado. Durante sus prácticas en el Hospital Policlínico de La Plata, en los años previos a la culminación de su carrera, pasaba horas en exceso durante las tardes, tomando contacto y dialogando con los pacientes.

Durante los dos años de residencia, vivió literalmente en el hospital, lugar que se caracterizaba por recibir los casos más complicados de la Provincia de Buenos de Aires.

En 1949, luego de rechazar la confirmación de un cargo como medico auxiliar en el Hospital Policlínico por sostener sus convicciones éticas y políticas, el destino lo llevaría a trasladarse a Jacinto Arauz, un pueblo de 3.500 habitantes en una zona desértica de La Pampa.

Durante los 12 años de permanencia en este pequeño pueblo logró, junto a su hermano Juan José, la reducción casi a cero de la mortalidad infantil, la disminución de la desnutrición, la reducción de las infecciones intraparto, la creación de un banco de sangre y la educación sanitaria de la comunidad a través de charlas sobre cómo prevenir enfermedades.

En 1962 llega el momento de instalarse en Cleveland, EEUU y dejar atrás su vida como médico rural. Si bien hasta acá uno podría considerar que ya había gestado una gran obra transformadora, la Gran Historia, aun estaba por empezar.

En Cleveland comenzó como médico residente y luego como integrante del equipo de cirugía con médicos locales. Su foco de atención lentamente se fue cerrando en torno de la enfermedad de las arterias coronarias (arterias que irrigan el musculo cardíaco), cuya obstrucción debido a la presencia de placas ateroscleróticas, derivaba hasta ese momento, en una enfermedad cardiaca que inexorablemente generaba un alto grado de invalidez o la muerte del paciente.

Estrechamente ligado a una Prima Donna de la “cineangiocoronariografía” (estudio con sustancia de contraste de las arterias coronarias) como el Dr. Mason Sones, comienza a estudiar en profundidad la anatomía de estas arterias. Concomitantemente empieza a imaginar y mejorar la técnica de revascularización cardíaca que hasta ese momento había resultado frustrante para otros cirujanos que lo habían intentado.

Mejora y adapta instrumental quirúrgico para alcanzar el objetivo buscado y así haciendo gala de una destreza manual muy fina y ajustada para este tipo de cirugías, llega al año 1967 en el que presenta el resultado de la técnica llamada “BY PASS” por la cual se conectaba un vaso venoso entre la arteria aorta y la porción distal de la arteria coronaria enferma, logrando sortear (“bypasear”) la obstrucción ateroesclerótica.

Depurada esta técnica, el comienzo y expansión de su uso generó un cambio de paradigma en el curso de la enfermedad coronaria logrando cambiar la sobrevida y la calidad de vida de los pacientes que la sufrían. Comienza una verdadera revolución en la cardiología y la cirugía cardiovascular.

A pesar de todo este poder en sus manos y la muy merecida fama lograda que le auguraban un futuro económico más que holgado, desiste de continuar ejerciendo en EEUU y decide volver a su país.

La historia una vez acá, ya es más conocida. En 1971 crea el Servicio de Cirugía Cardiovascular del Sanatorio Güemes. Esto luego es seguido de la creación de la Fundación Favaloro en 1975 a instancias de su amigo el Dr. Luis De la Fuente. El siguiente paso fue la creación del Laboratorio de Investigación Básica, sustentado por dinero propio y dependiente del Departamento de Investigación y Docencia de la Fundación. Toda esta monumental obra evoluciona hacia un Instituto Universitario y concluye en 1998 con la creación de la “Universidad Favaloro”.

En su Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular creado en 1992, se realizaban procedimientos de alta complejidad en cardiología, cirugías cardiovasculares, trasplantes cardiacos, pulmonares, cardiopulmonares, hepáticos, renales y de médula ósea.

El 29 de julio del año 2000, Favaloro decide quitarse la vida. Deja en su departamento siete cartas, de las cuales solo se conoce el contenido de algunas en forma parcial. De las cosas que si se conocen, una es que el motivo de su terrible decisión fue la enorme decepción y el agobio que le generó el sentir que toda su monumental energía, puesta al servicio de la comunidad de su país, no dejaba de chocar contra la corrupción y la mediocridad de los que gestionaban los destinos de su país.

En este escueto resumen, he tratado de destacar la obra de uno de nuestros próceres de la medicina, que a pesar de haber tenido la oportunidad de granjearse un merecido y tranquilo pasar económico, decidió cargarse al hombro la misión de trascender en el tiempo formando médicos que continuasen con su legado, no solo desde los aspectos estrictamente  “técnicos” sino desde los éticos y de respecto al paciente.

Esta historia de vida habla de una grandeza difícil de reproducir. Se acompañó de un nivel de entrega y generosidad inconmensurables, lo que se plasmó en una actitud de enorme desapego a los bienes materiales y una incansable capacidad de dar para lograr el bien común.

En este punto el lector se estará preguntando, cual es la relación entre Favaloro y las Vacunas contra el Covid?  Literalmente NINGUNA.

En los tiempos que corren, en que la Pandemia por Covid 19 amenaza la salud y al vida de muchas personas, se observa una exasperante falta de ”Heroes”, de “Proceres” y de entrega sin medir los beneficios que retornarían.

La gestión de este período, teñido 100% del tema Covid, ha resultado como mínimo lamentable.

Se caracterizó (y no ha cambiado) por un enorme mar de incertidumbre, derroche de temor infundido a la población, por exceso o por defecto de información y con la aparición en este terreno “ fértil” del concepto “Vacuna Salvadora”, tan mal gestionadas como todas las medidas de “contención”.

El concepto “Vacunas”, independientemente de su verdadera utilidad, carece a la fecha de la solidez que requerirían tratamientos consolidados con el tiempo necesario, lo que significa un salvavidas aun no probado para la población que está aterrorizada y maniatada.

Tanto su proceso de producción, comercialización y distribución han tenido innumerables inconvenientes, en muchos casos relacionados con la mala gestión de los distintos gobiernos que intervinieron para que su población se beneficie.

Como se puede ver, los héroes de la medicina que iluminan pedazos de nuestra historia, contrastan con los periodos de poca claridad por los que transitamos.

Nos están faltando próceres que den sin esperar recibir y que breguen por el bien común, sin escatimar esfuerzos.

(*) Médico cardiólogo, docente universitario, ex presidente del Distrito Conurbano Norte de la Sociedad Argentina de Cardiología, responsable de Arritmias y Marcapasos del hospital Bernardo A. Houssay (retirado), cardiólogo  del Hospital Británico, vecino de Pilar.

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