La gestión de la cosa pública nos remite al «bien común». En el ámbito privado, cualquier emprendimiento tiende al beneficio individual o grupal generalmente de tipo económico.
En el mundo capitalista, afortunadamente ambos universos coexisten, complementándose y autorregulándose mutuamente.
Hay una barrera invisible que evita que las aguas se contaminen recíprocamente, formada por la férrea defensa de lo ético, lo legal, lo honesto y una clara vocación por el bien común por el lado de la cosa publica.
La Salud es un bien muy preciado y sensible. Cualquier cosa que la amenace, individual o colectivamente, se torna en un hecho muy angustiante al punto de poder hacernos perder nuestra capacidad de razonar o de mantener un pensamiento crítico.
En el sector público, gestionar el cuidado de la salud, conlleva el desafío de saber elegir el camino que más nos conviene a todos, haciendo los mayores esfuerzos para evitar la tentación de los beneficios sectarios. En el sector privado, parte de la energía debería dirigirse a evitar la desmesura a la que se puede llegar por la permanente búsqueda del lucro.
La pandemia 2020/21, ha resultado un momento multifacético que ha puesto en marcha cambios, cuestionamientos e innumerables puntos de vista para interpretarla. Pero sin duda a puesto a prueba como pocas veces, la solidez de esta barrera invisible que divide el interés público del interés privado.
Analizar la «estructura» de esta etapa pandémica es algo que requeriría un análisis en profundidad tal, que excedería con mucho el espacio de esta columna. A fin de dar una referencia del comportamiento del sector privado sobre Salud/Pandemia/vacunas (un problema – una solución), marcaremos la secuencia temporal de algunos hechos que nos ayudaran a entender mejor cómo funciona este sector.
17/11/19-Primer contagio en Wuham, China.
Enero/2020-Epidemia
11/03/2020- Declaración de Pandemia por la OMS
Cantidad de muertes en el mundo: 4.281 y 118.554 infectados en 110 países.
19/03/2020-Argentina. Decreto 297/2020 sobre Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO). Cantidad de muertos en Argentina: 3 y 97 infectados en 11 jurisdicciones.
Según un informe de la OMS de mayo 2020, una de las primeras reacciones frente a la declarada «Pandemia» fue, un acuerdo entre el gobierno de EEUU y una de las principales industrias farmacéuticas, Johnson & Johnson para la producción de una vacuna tras el aporte de u$s1000 millones. Dentro del mismo informe de mayo/2020, se destaca que hasta esa fecha ya había al menos 43 proyectos de vacunas en desarrollo.
Vale aclarar que las etapas que cumplen estos productos son: I +D (investigación y desarrollo), fabricación, comercialización y distribución, siendo la primer etapa la menos «compresible» ya que requieren del tiempo de evolución de las vacunas en los animales y en los humanos para demostrar el grado de seguridad y eficacia que tienen.
Sin embargo, las etapas «optimizables» se pueden lograr gracias a enormes inversiones financieras donde se imbrican compañías tecnológicas con el apoyo financiero de fundaciones como la de Bill & Melanie Gates con el fin de lograr mejoras en la producción, el abaratamiento de los costos, la capacidad de producción a gran escala y de armar estructuras de «pronta respuesta» que reaccionen frente cualquier hecho como en el caso de una Pandemia.
Beneficencia?. No es lo que muestra la evolución de la cotización de las acciones de las empresas. Solo hay tropiezos económicos cuando hay problemas de mercado, derivados de la competencia con sus pares o cuando hay errores en el manejo de los productos que comercializan.
La movilización de tantos recursos, tecnológicos y financieros por parte de las empresas que giran en torno del hecho «Salud», inevitablemente nos hace pensar en la rentabilidad de este mercado.
La inversión en la producción de vacunas, cuya finalidad es «prevenir un enfermedad» generada en este caso, por un virus, tiene matices relacionados a las características del patógeno.
Las mutaciones y los cambios de algunos de sus componentes, hace necesario un estrecho seguimiento de los mismos a fin de detectar precozmente si las vacunas originales siguen siendo tan seguras y eficaces como al inicio o se requiere otro tipo de vacunas adaptadas a estos cambios. Estos ciclos dependientes de las variaciones que se generan en los virus hacen prever una nueva y recurrente producción de vacunas con la consecuente movilización de mas recursos financieros y tecnológicos. Un ciclo que parecería no tener fin.
Hasta aquí, solo se puede decir: «Chapeaux Industria Farmacéutica!!». Un despliegue digno de admiración, particularmente porque son los verdaderos motores que invierten, investigan y proveen soluciones dentro del mercado de la salud.
El «Sector Público» estuvo a la altura de las circunstancias? Gestionó adecuadamente la búsqueda de soluciones en el marco del bien común?.
Si redujésemos el análisis solo a la evolución de los caso de Covid 19 y sus consecuencias, como mínimo podríamos decir que a nivel global fue muy dispar. Tanto la velocidad de reacción, el tipo de medidas adoptadas, la intensidad y la duración fueron muy distintas en cada país. Para complicar más las cosas, los resultados no siempre tuvieron un correlato directo con la «intensidad» de las medidas, mostrando en alguna medida, que la interpretación de cómo evolucionaria el virus en muchos casos carecía de sustento.
A nivel local, este modelo de desajuste entre las medidas adoptadas y los resultados observados fue superlativo. Tuvimos el confinamiento más largo de la historia y nadie puede asegurar que haya dado resultados positivos, más aún cuando por su extremadamente larga duración, se tornó insostenible.
Hubo beneficios sectarios?. Los hechos recientes, de público conocimiento, respecto de la distribución «discrecional» de las vacunas, muestran claramente que si.
Se buscó el «bien común»?, entendido como el menor costo y el mayor beneficio para todos por igual. Si sólo miramos las propuestas con respecto al control del virus, la respuesta puede ser tibiamente positiva. Pero si ampliamos el análisis de los resultados a qué paso con el resto de los componentes de la salud (emocionales, sociales y económicos), el resultado global y local parecería haber sido francamente negativo.
Esto se vio agravado cuando el foco de atención estuvo puesto solo en el intento de control del virus, desatendiendo las enfermedades crónicas y prevalentes ya conocidas, con consecuencias muy negativas para los pacientes que las padecían.
En términos de prevención, se buscaron otras alternativas que no se limitaran al confinamiento? La respuesta es NO. El incipiente y dificultoso esfuerzo hecho por muchos investigadores de todo el mundo, en torno de medicamentos de bajo costo, seguros y con probada eficacia en la profilaxis contra el Covid, como podía ser el caso de la Ivermectina, no tuvieron el apoyo necesario para imponerse como Plan B frente a la demorada y dificultosa opción de las vacunas.
Finalmente, podríamos concluir que, en general la gestión de la salud pública, tanto en el orden global como en el local, han corrido siempre por detrás de los acontecimientos, optando por las «soluciones» que le ofreció la Industria Farmacéutica. Esta última siempre se mantuvo fiel a su perfil de «empresa privada», cumpliendo con la misión y los objetivos para lo cual fue creada: la obtención de beneficios económicos personales o grupales, a través de la provisión de productos para el mercado de la salud.
(*) Médico cardiólogo, docente universitario, ex presidente del Distrito Conurbano Norte de la Sociedad Argentina de Cardiología, responsable de Arritmias y Marcapasos del hospital Bernardo A. Houssay (retirado), cardiólogo del Hospital Británico, vecino de Pilar.