Se ha roto la brújula y comienza el tironeo de la “sábana corta” con tres compontes: recuperar la economía, proteger a la población del virus con las vacunas y hacer lo políticamente correcto.
En nuestro país se observa un nivel de desorientación tal, que la combinación de estos tres factores a tornado nuestra vida cotidiana en una película tragicómica, donde la actitud de las personas en relación a las medidas sanitarias ha quedado al garete y sin ton ni son. Cada uno hace lo que cree correcto, por temor, inercia o porque algo recuerda de todo lo que le dijeron, aunque es cada vez más ostensible la falta de convicción dada las órdenes y contraordenes que recientemente emanaron de las autoridades.
Los datos sobre los resultados de los planes de vacunación en relación a la aparición de “casos” y “muertes” ligados al Covid (algo con lo que nos “pulieron el cerebro”) se han vuelto en contra de quienes pretendieron hacernos entrar en pánico ya que hoy, no tienen forma de explicar lo que la frialdad de los DATOS (que siempre matan al relato) muestran al respecto.
Tomemos tres países como ejemplo para mostrar esto. Israel, EEUU e India.
Israel con mas del 60% de su población vacunada con Pfizer se encuentra en un pico histórico de nuevos casos de Covid, más de 1000 casos por millón de personas por día, con una curva en ascenso de las muertes. EEUU con mas del 52% de su población vacunada y mas de 450 nuevos casos por millón de personas por día y curva de mortalidad en ascenso y finalmente India con apenas 30% de su población vacunada, con 20 casos por millón de personas por día curva aplanada de muertes.
A partir de estos datos, que han trascendido las fronteras gracias a la magia de las comunicaciones globalizadas, se ha generado un progresivo incremento de la tensión en países centrales, donde la población resiste con enérgicas protestas el mandato de vacunas obligatorias, con sus respectivas derivaciones como por ejemplo el emblemático “pasaporte verde”. Tal es el caso de Francia, donde llevan semanas de marchas en todas sus ciudades o Melbourne, Australia donde las protestas de la población se han tornado casi en una guerra civil, con movilización de fuerzas policiales antidisturbios y choques violentos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad.
Sin dudas, Israel, que originalmente fue citado como un caso emblemático de población disciplinada, hoy sufre las protestas de la gente que no recibe explicaciones sobre lo que está ocurriendo y aún más, como única salida el gobierno ¡les está indicando una 3ra dosis de vacuna!
Es aquí donde aparece otro de los componentes centrales de esta “crisis” de ¿dónde pongo a la Pandemia? La ECONOMIA. Las imágenes muestran que la intimidad del estado confusional de la población esta generado por el choque entre, supuestamente protegerse del Covid con las vacunas salvadoras y aceptar el mandato de la obligatoriedad. Esto conlleva severas limitaciones en la sociedad de consumo, como por ejemplo bares/restoranes y turismo, local o internacional, dando lugar a la imagen de la población “probablemente protegida” pero sin dudas “fundida en su economía”.
En el otro lado de esta grieta (palabra muy conocida en nuestro medio), los que luchan y enfrentan a los anteriores, tratando de sobrevivir y recuperarse de esta crisis económica, que para muchos fue terminal, haciendo caso omiso a la obligatoriedad de la vacuna, con argumentos que van desde no aceptar una imposición que vulnere sus libertades individuales, información concerniente a la ineficacia de las vacunas y más grave aún, el conocimiento de casos documentados de complicaciones serias, secundarias a la aplicación de las vacunas.
Hay dos tópicos que, en esta marejada de tensión y violencia, actúan como nafta al fuego: la “vacunación obligatoria y el uso de mascarillas en los niños” y la palabra LOCKDOWN. Es algo así como insultarle al oído a la mama de Mickey Tyson. ¡Puede ser letal!
En cuanto a “lo políticamente correcto”, esto representa uno de los aspectos mas lamentables de lo que ha venido sucediendo desde hace 18 meses. Paradójicamente el titulo correcto sería “el aprovechamiento político de la pandemia”, algo que se vio claramente en nuestro país, donde comenzamos una declaración de Pandemia y confinamiento con solo 4 muertes en todo el país, seguimos con la instalación de un “quédate en casa”, “no te juntes con nadie”, “no podrás festejar la fiestas navideñas con tus padres”, “no te acerques”, “cierres de locales”, “aumentan los casos”, “aumentan las muertes”, “los hospitales están saturados”, “paguémosles a los médicos con un fuerte aplauso”.
Seguimos con las negociaciones por la llegada de las vacunas salvadoras, el vacunatorio VIP, deportes si, deportes no, con contacto, sin contacto, el futbol “puede zafar”, Nunca mas teatros ni cines, etc. etc. Cuando en paralelo, se festejaba a destajo, sin ninguna protección ni restricciones y como remate, a la luz de los resultados electorales, se decidió “quemar” el manual del “control social a través de la cuarentena” y por decreto (literalmente), “plin”, todo se terminó. Y colorín colorado, esta Pandemia se ha terminado.
Para completar el desorden y la desorientación general, se observa como ya algunos países toman decisiones concretas respecto de las vacunas. Por ejemplo, Japón acaba de retirar a la vacuna Moderna de su mercado. O la Organización Mundial de la Salud y EEUU rechazan la vacuna Sputnik.
Para finalizar, es pertinente aclarar que, los únicos que han sobrevivido a esta “crisis” donde estamos obligados a optar, son los integrantes de la industria farmacéutica, cuya economía está más floreciente que nunca y no tienen que optar por cerrar o abrir nada. Solo deben continuar con su incansable trabajo que es vender productos medicinales, independientemente de su eficacia o seguridad.
Mientras tanto, la población seguirá preguntándose: Pandemia, ¿Quo Vadis?
(*) Médico cardiólogo, docente universitario, ex presidente del Distrito Conurbano Norte de la Sociedad Argentina de Cardiología, responsable de Arritmias y Marcapasos del hospital Bernardo A. Houssay (retirado), cardiólogo del Hospital Británico, vecino de Pilar.