Columnistas

Una sociedad temerosa de un temible renacimiento

Por Carlos Berro Madero (*)

Cuando una sociedad arrastra una larga historia de frustraciones, es bastante común observar que la misma permanezca vigilante durante bastante tiempo ante cualquier síntoma del renacimiento de ciertas pesadillas vividas.

Es lo que ocurre hoy en nuestro país, como resultado del cambio radical respecto de una economía asistida por el sentido común pregonada por el gobierno de Javier Milei, revalorizando principios que fueron rechazados durante años por sus predecesores.

Dado este escenario, mucha gente desconfía de sus propias inclinaciones “naturales”, careciendo aún de las fuerzas suficientes para combatir el veneno fatal que le inoculó un populismo ineficiente y plagado de apotegmas ilusorios, celebrando la fiesta irresponsable de un “welfare” sin pies ni cabeza y contribuyendo a destruir los valores elementales que permiten el desarrollo de una sociedad equilibrada.

En efecto, peronismo y kirchnerismo -dos caras de una misma moneda-, trataron de soslayar durante años que los objetivos de sus dirigentes consistieron en enriquecerse y acallar la voz de eventuales disidentes mediante el reparto de dádivas y subsidios indiscriminados, pregonando sin mayor análisis exhaustivo ni pormenorizado que “a cada necesidad corresponde un derecho” (sic).

Con esta y otras premisas de tipo emocional, el auto titulado “movimiento nacional y popular” crucificó la conciencia social abusando de afirmaciones y estadísticas inexactas, recibiendo al mismo tiempo la colaboración de “informantes pautados” de derecha e izquierda que se aliaron para que las mentiras confirmaran una fábula política que fue arrinconando a los mencionados disidentes, a quienes se acusó de ser partidarios insensibles de un “mercado” que terminaría devorando la equidad social.

Lo irónico es que a pesar de su vigencia durante más de 60 años, estos profetas de unos derechos humanos “sui generis”, terminaron arrojando a la marginalidad a una cantidad de ciudadanos semejante a la que dijeron que había que “reincorporar” socialmente.

Quienes intentan aún hoy minimizar sus fechorías, hacen ingentes esfuerzos para tratar de mostrarlos como menos temibles y condenables de lo que son, justificando los desaciertos de sus dirigentes mediante argumentos esotéricos, que comienzan a ser rechazados por la mayoría de una sociedad hastiada.

Porque al entregar el poder a Milei y su Libertad Avanza, dejaron a la vista un paupérrimo escenario económico y social, edificado por la última “perla” del movimiento: el gobierno de Cristina, Alberto y Massa, quienes se dedicaron a reconfigurar un reiterado homenaje a la ignorancia y la imbecilidad, dejando a la sociedad totalmente devastada.

Para ilustrar mejor el sentimiento y la resignación popular existentes durante los años de agobio y persecución ideológica del kirchnerismo, fuimos, como hubiese dicho Jean Revel (y molestará probablemente a muchos): “ciegos a la lógica de una aberración que residía quizás en nosotros mismos”.

Aún hoy, a pesar de los primeros éxitos del nuevo gobierno en temas sustanciales, hay “revisionistas” que intentan seguir retorciendo los conceptos de una mentira básica colosal: renegar del valor del esfuerzo y la austeridad como elementos básicos que permitan desarrollar los beneficios de una sociedad justa y auténticamente democrática.

Para finalizar estas breves reflexiones, elegimos a Revel nuevamente, cuando dice sin vueltas respecto de cuestiones de esta índole: “la ignorancia del pasado, conlleva siempre la falsificación del presente”.

A buen entendedor, pocas palabras.

 

(*) Escribano, escritor

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