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Vacunas y pandemia: “…Perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34)….. o sí?

Por Gustavo Vieyra (*)

La liturgia cristiana hace referencia a las últimas palabras de Jesús en la Cruz, dirigiéndose al Santo Padre, pidiendo misericordia para todos aquellos que lo habían maltratado, torturado y azotado de una manera encarnizada, hasta llevarlo a la crucifixión. Esto muestra la capacidad de comprensión y perdón de un ser que lo eleva a la categoría de un “ser divino”

Sin embargo, desde una dimensión mas terrenal, uno podría en algún sentido, hacer un paralelo entre el “castigado alevosamente”, representado en todas aquellas personas que están siendo sometidas a una extraordinaria presión para recibir, a toda costa, cualquier tipo de vacuna contra el Covid y por otro lado, los “castigadores”, representados por toda esa “maquinaria” puesta en marcha al servicio de un operativo sin precedentes, destinado a perpetuar el tema “PANDEMIA” y la aplicación SIN LIMITES de vacunas que resultan altamente sospechadas de ser más perjudiciales que beneficiosas.

¿Llegará el día de un juicio donde alguien pida la comprensión y el perdón de los castigadores? Es difícil saber si existirá tal juicio, pero tengo la sensación de que estando en la tierra, nos, los humanos pecadores, no tendremos la capacidad, tal como un ser divino, para eximirlos de cargo y culpa.

¿Hay justificación para una introducción tan “potente”?

Cuando un piensa en la cantidad de muertes ocurridas, muchas de ellas negadas, a expensas del funcionamiento de una aceitada maquinaria mundial, que involucra a gobernantes, políticos, emblemáticas entidades de salud, científicos, médicos, medios de comunicación, redes sociales, mecanismos de censura, medias verdades y un despliegue enorme de poder económico de las corporaciones farmacéuticas capaz de cooptar el poder soberano de países, finalmente piensa:¿qué hay detrás de tanto “encarnizamiento” para llevar a la gente de todo el mundo por un único camino?: el control y la vacunación compulsiva.

Si la justificación para semejante movilización fuese la cantidad de muertes por año ocurridas a raíz de una determinada enfermedad, habría que haber empezado hace mucho tiempo, luchando con igual potencia, por ejemplo, contra las tabacaleras o contra la inequidad en la distribución de agua potable y alimentos, algo que nunca ocurrió.

Sin embargo, hoy todo se reduce al protagonismo de un “virus de origen muy oscuro” y la implementación de un tratamiento para prevenirlo a través de la aplicación de vacunas que NO son curativas, que NO evitan los contagios, que facilitan la aparición de nuevas variantes, algunas de ellas mas agresivas y transmisibles, que ha producido miles de muertes en el corto plazo y delas cuales se desconocen las complicaciones y la potencial mortalidad a largo plazo dado que todas estas vacunas están aún en fase experimental. A pesar de todo esto, se insiste en su aplicación a niños, jóvenes, embarazadas y personas de muy bajo riesgo, donde el peligro de complicaciones supera ampliamente los riesgos de mortalidad por esta virosis.

Si la verdadera preocupación fuese evitar los contagios y tratar adecuadamente la enfermedad, para reducir significativamente los casos más complicados, resulta más grave aún, el sistemático rechazo a la aceptación y uso de medicamentos seguros, de bajo costo, amplia disponibilidad y probada eficacia, demostrada en distintos países del mundo, con efectos preventivos y curativos, que han sido evaluados por destacados grupos de médicos investigadores en trabajos científicos observacionales, controlados y de doble ciego.

Repasemos algunos datos relevantes

La Organización Mundial de la Salud, tiene un presupuesto anual de aproximadamente U$S 5000 millones. El aporte de los países que la integran es de menos de U$S 1000 millones con lo que apenas pagan sueldos y mantiene la estructura. Los U$S 4000 millones restantes provienen de “aportes voluntarios” cedidos por Fundaciones (la principal es la de Bill & Melinda Gates) y la Industria Farmacéutica. Todos estos aportes tienen fines “predeterminados” y por lo tanto no son de libre disponibilidad para la OMS.

La Food and Drug Administration (FDA), fundada a la luz de una Ley de 1906, fue creada para evitar graves y prolongados abusos en el mercado de productos alimenticios y medicamentos consumidos por los estadounidenses. Su expreso mandato es, controlar la seguridad y eficacia de estos productos. En la actualidad, las compañías farmacéuticas financian tres cuartas partes del presupuesto de la FDA para efectuar las revisiones científicas y esta, a su vez, utiliza cada vez más la vía “rápida de aprobación” de fármacos, de dudosa eficacia y multiplicidad de efectos colaterales.

La Agencia Europea de Medicamentos (EMA por sus siglas en ingles), creada más recientemente en 1995, a instancias del Parlamento europeo, tiene por objetivo autorizar y controlar los medicamentos de uso humano y veterinario en la Comunidad Europea. Esta agencia, se financia con el dinero que las empresas farmacéuticas abonan en concepto de “Tasas por Asesoramiento”.

El Centro de Control de Enfermedades (CDC por sus siglas en ingles), sorpresivamente modificó la definición de causa muerte relacionadas a Covid, dando lugar a una sobredimensionada estadística de “muertes por Covid”, cuando en realidad, investigaciones independientes sobre las características de estas muertes, mostraron que había un promedio de cuatro co-morbilidades por paciente fallecido, lo que modificaría sustancialmente los datos estadísticos (y las medidas adoptadas en consecuencia) ya que se tratarían de “muertes con Covid” y no “por”. Recientemente el CDC debió admitir que, el Covid fue la única causa de muerte solo para el 5% de los casos reportados.

Esto ha significado una flagrante violación de una Ley Federal (¡¡de la que nadie ha realizado un reclamo!!??) que estipula, ya en un HandBook del 2004, como debería interpretarse y volcarse en los registros las causas de muertes, de donde luego, surgen las estadísticas y las correspondientes medidas a adoptar.

La Tasa de Letalidad por Covid ya fue analizada por un destacadísimo epidemiólogo de la Universidad de Stanford, el Dr. John P.A. Ioannidis quien afirmó que, en base a los datos reportados a lo largo de un año, la TL global, sería de 0.3%, con un rango entre 0.05 y 1%, muy similar a la de la influenza estacional.

Mas aun, en una columna de salud escrita para un periódico, el Boston Globe, comentó que, de una serie de 57 autopsias de pacientes asignados a “muertos por influenza”, solo se detectó el virus de influenza en el 18% y otros tipos de virus respiratorios en el 47% de los casos. De lo que concluía que, una prueba positiva para coronavirus, no significaría que este virus haya sido la causa de su muerte.

En cuanto a los nuevos casos de Covid por variante Delta, son cada vez mas solidos los datos que muestran que la mayoría se producen en pacientes ya vacunados y con dosis completas. Este es lo que está ocurriendo en Israel, donde entre el 50 y el 90% se están produciendo entre personas con dosis completas de vacunas. Lo mismo ocurre en Singapur donde los casos oscilan entre el 75% de loa vacunados. En Australia se publicó información sobre 141 pacientes internados por Covid, donde 140 de estos, estaban vacunados. De estos, 43 estaban en Terapia Intensiva, incluidos 8 jóvenes menores de 30 años.

Mas preocupante aún es que se sospecha que muchas de los casos graves de este tipo de pacientes, estén relacionados a lo que se conoce como Respuesta Amplificada por Anticuerpos (ADE por sus siglas en ingles), un proceso relacionado a una inadecuada respuesta inmunológica por las vacunas.

Como vemos hasta acá, quedan pocas dudas acerca de si son conscientes de lo que hacen. Pero no tengo ninguna duda, de que nos, los humanos pecadores, no deberíamos tener nada que comprender ni perdonar, el día que haya un juicio, por las atrocidades cometidas.

(*) Médico cardiólogo, docente universitario, ex presidente del Distrito Conurbano Norte de la Sociedad Argentina de Cardiología, responsable de Arritmias y Marcapasos del hospital Bernardo A. Houssay (retirado), cardiólogo  del Hospital Británico, vecino de Pilar.

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