Cultura
Libros imperdibles: Haití, el país más pobre del mundo, en el testimonio de un argentino
Una entrevista de Emiliano Pintos

El 21 de mayo pasado, en el marco de un nuevo encuentro del café literario Syria Poletti, el diplomático argentino Pedro Cornelio Von Eyken (*) presentó su libro «Haití, entre el silencio y el hambre». El evento se desarrolló en el salón Roma del Círculo Italiano de Buenos Aires (Libertad 1264), auspiciado por el mismo Círculo Italiano e Identitalia.
El volumen combina la experiencia testimonial con la investigación histórica. El autor fue embajador argentino en Haití de 2017 a 2019 y recorrió ampliamente el país. Luego de relatar un extenso presente (2017-2024), inicia un prolongado viaje histórico del siglo XVIII hasta 2024. La esclavitud, la lengua créole, el vudú, la violencia política, el silenciamiento de una revolución triunfante de ex esclavos, la gravosa deuda exigida por Francia; la ocupación de EE.UU. de 1915 a 1934 y las diez misiones de paz de la ONU entre 1993 y 2024, son analizados por un autor que no duda en tomar posición.
– ¿Cuál fue su experiencia como embajador argentino en Haití entre 2017 y 2019? ¿Qué desafíos y oportunidades encontró en ese país?
– Siempre es interesante toda experiencia diplomática representando al país en el exterior, independientemente de las condiciones de vida y del grado de desarrollo. El funcionario diplomático es consultado, no obligado, a ser embajador en determinado país. Yo había estado en Haití una vez, por tres semanas y antes de aceptar la embajada. Sabía a donde iba. Quizá el mayor desafío era la movilidad dentro de la ciudad y el país, por la gran inseguridad urbana que presentaba. Necesitaba una custodia armada de la Gendarmería Argentina para la oficina, la residencia y mis desplazamientos. Todo se pudo hacer y recorrí bastantes ciudades del país, visitando funcionarios, centros de estudios y hasta un hospital mejorado por la UNASUR. Es un país hermoso con una historia y una cultura muy interesantes. No se entiende tener una embajada en Haití si no se hace cooperación técnica y/o científica. Todos los países con embajada en Haití lo hacen.
– ¿Qué lo motivó a escribir este libro? ¿Cuál es el mensaje principal que quiere transmitir a los lectores?
– Al igual que en mi libro anterior, «Testigo de una revolución traicionada», que refleja mi experiencia diplomática en Cuba (2006-2009) y los motivos de la grave situación económica del país desde la implosión soviético del 1991, en el caso de Haití quise reflejar lo que vi, lo que conocí y el porqué de una situación económica más grave, aún, que la de Cuba. Siin embargo, son dos situaciones diferentes, que reconocen causas diferentes. También debí meterme en la historia del país desde el siglo XVIII, con la esclavitud y luego de la abolición de la esclavitud y su independencia de Francia. Lo que deseo transmitir, al igual que en el caso de Cuba, es que los problemas que aquejan al país son de origen y motivación externa y también interna. Parto de la base de que los problemas de los países de la periferia no son causados solamente por influencia externas, de la potencias dominantes. En ambos países se ve eso claramente. Pero además, de paso, abordé la evolución de las misiones de paz de las Naciones Unidas y temas culturales como la lengua créole y la religión del vudú.
– En su libro, usted analiza la corrupción y la política en Haití. ¿Cuál es su opinión sobre la situación actual en el país?
– La problemática de Haití excede ampliamente el tema de la corrupción, desde ya muy presente. Hay ingredientes como la violencia exacerbada, sobre todo desde que me fui de Haití, mucho peor que en 2019 y la dificultad del país de allanarse a las reglas de juego democrático, de saber que en política se ganan y se pierden elecciones y que los gobiernos deben poder gobernar. Ese es un gran déficit institucional del país, junto a la pobreza y la corrupción. Luego de regresar al orden, que indefectiblemente deberá contar con ayuda policial o militar externa, los haitianos deben someterse a una especie de Pactos de la Moncloa, como en España luego de la muerte de Francisco Franco a fines de la década de 1970. Sin esa toma de conciencia, el país no va a mejorar nunca.
– Como diplomático y escritor, ¿cómo ve la relación entre la diplomacia y la cultura? ¿Cómo cree que la cultura puede influir en las relaciones internacionales?
– Existe una relación directa entre diplomacia y cultura. Los diplomáticos no sólo promueven la cultura de su propio país en el Estado receptor, sino que también deben respetar y asimilar la cultura de este último, procurando, si las condiciones lo permiten, suscribir acuerdos de cooperación cultural. No en vano, en el ámbito de las Naciones Unidas, hay un organismo como la UNESCO que se encarga de la ciencia, la educación y la cultura.
– ¿Cuáles son los principales desafíos y oportunidades que enfrenta Haití en la actualidad? ¿Cómo cree que la comunidad internacional puede ayudar a abordar estos desafíos?
– Como respondí anteriormente, la pacificación del país y el diálogo político son esenciales. A partir de allí, la comunidad internacional no sólo puede y debe realizar aportes concretos, materiales sino que debería cooperar en asuntos técnicos e institucionales. Por ejemplo, cuando yo estaba en ese país había un convenio bilateral en materia de derechos humanos que incluía desplazamiento de técnicos de uno y otro país, dos veces por año. Hasta 2016 también habíamos tenido una fructífera cooperación agrícola para las granjas familiares, denominado Pro Huerta, que dejó una huella concreta y positiva en Haití. Ese proyecto se relanzó hace tres años aunque la violencia y anarquía reinantes tornan difícil su concreción.
– ¿Qué reflexiones personales puede compartir sobre su experiencia en Haití y cómo ha influido en su vida y obra?
– Desde el punto de vista cultural general, para mi esposa y para mí fue una experiencia muy positiva. Fui trasladado de regreso a mi país contra mi voluntad, luego de un lapso muy corto. Me hubiera quedado más tiempo porque había mucho por hacer.
– ¿Cómo fue vivir con su familia en Haití?
Tratándose sólo de mi esposa y yo, sin una hija ya grande que hace año vive en un tercer país, es más fácil, a pesar de las limitaciones de movilidad que, hoy mismo, son más serias que en 2019.
-¿Qué recomendaciones haría a los lectores que se interesan en la historia y la cultura de Haití?
– Además de leer sobre el país y no sólo los indicadores económicos y de desarrollo desfavorables, lo ideal sería poder ir a ese país, aunque el turismo se halla muy limitado por las razones comentadas. Hay muy poco escrito sobre Haití en Argentina pero en Estados Unidos y México, hay más. Obviamente, hay mucho material en francés. El primer libro de historia del país lo leí en inglés, «Haiti, the aftershocks of History», del belga Laurent Dubois, residente en Estados Unidos. Es excelente, sobre todo un buen resumen histórico. Pero hay que pensar también que en otra época, hace cincuenta años, Haití fue el primer país del Caribe que contó con un hotel de la cadena Club Mediterranée. En ese hotel, por ejemplo, pasaron su viaje de bodas Bill e Hillary Clinton en 1975 y con los años siguieron muy unidos al país. Haití tiene las mismas playas, el mismo mar y el mismo sol que la República Dominicana o Cuba. También cuenta con monumentos y paisajes interiores maravillosos. En la lengua arahuaca del tiempo en que Cristóbal Colón descubrió la isla, a fines del siglo XV, Haití quiere decir «país montañoso» o de montañas.
– ¿Tiene algún proyecto futuro en mente, ya sea literario o diplomático?
– Literario, sí, aunque no me decido a elegirlo. Aún no escribí un libro sobre mi extensa experiencia diplomática en Alemania, nueve años en total, de 1986 a 1998, con interrupción de dos años en Argentina. Estaba en Alemania, país natal de mi padre, cuando cayó el Muro de Berlín y se reunificó el país. Todo ese proceso lo he vivido «in situ» y registra antecedentes geopolíticos de importancia, vigentes en el momento presente, como la primera ampliación de la OTAN hacia el Este. La Alemania unificada en 1990 fue la primera ampliación de ese pacto militar y hoy eso es tema por la guerra de Rusia con Ucrania. Tampoco he escrito aún una novela de ficción, aunque me sobrarían temas para mezclar ficción con realidad. Eso sí, tengo previsto escribir mis memorias.
– ¿Qué podemos esperar de usted en el futuro?
– Desde mi jubilación del Servicio Exterior de la Nación, en 2022, además de presentar mis dos libros me dedico al análisis político en asuntos internacionales en medios escritos y orales. Eso lo voy a seguir haciendo. Si surgiera algún ofrecimiento interesante en la función pública, no necesariamente en el ámbito diplomático o nacional, lo aceptaría, incluso, «ad honorem», sin cobrar sueldo. Tampoco me negaría a un desafío en el ámbito privado, después de recorrer buena parte del mundo y hablar más o menos bien inglés, alemán y portugués. No soy especialista sino generalista y creo tener mentalidad muy amplia.
(*) Licenciado y doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Católica Argentina. Diplomático de carrera retirado (1983 – 2022). En el exterior desempeñó funciones en el Consulado General Argentino en Hamburgo y en las embajadas en Alemania, Cuba y Finlandia. De 2017 a 2019 fue embajador en Haití.
Es autor de una tesis doctoral titulada La Revolución Cubana 50 años después. Impacto de los factores externos e internos en la grave crisis económica y social de Cuba en 2009.
En 2022 publicó su primer libro, «Testigo de una revolución traicionada», versión abreviada de su tesis doctoral.
Hace pocas semanas publicó su segundo libro “Haití, entre el silencio y el hambre”.
Fue Presidente del Rotary Club Río de la Plata 2023-2024.
Es columnista en temas internacionales en el periódico “La Prensa” de Buenos Aires, en Radio Jai y otros medios de Argentina.