Municipios
La salud en crisis y la odisea de ser paciente en el sistema público de Pilar

Mientras Federico De Achával multiplica las inauguraciones -y remodelaciones- de centros de salud por todo el distrito, que sus medios afines replican hasta el cansancio, las quejas por la falta de médicos especialistas aumentan en la misma -o mayor- proporción.
Por ejemplo, en el mayor y más meneado centro asistencial, el de Panamericana, en la madrugada no hay quien asista una guardia, salvo por solícitas enfermeras que, por supuesto, sólo pueden brindar palabras de aliento, y lo mismo ocurre en el Sanguinetti.
En este caso y en Pilar, sólo puede enfermarse uno después de las 7, hora en la que comienzan a llegar algunos pocos médicos que se dan de bruces con una multitud que espera casi desde la noche anterior, aquejada por las más variadas dolencias. Incluimos aqui a profesionales que no tienen idea de lo que afecta al paciente, y no pueden dar siquiera con un diagnóstico al que una curandera no tardaría un minuto en llegar. Esto, porque en lugar de consultar con un colega, no quieren perder tiempo y despachan más rápido posible la cola que se impacienta afuera y lo demuestra con fuertes improperios y hasta con patadas en las puertas. En especial, cuando hay chicos de por medio, con lo que la angustia alcanza límites impensados.
Para no hablar de las derivaciones, ya que si se concurre de urgencia a alguno de los centros de los barrios, como no hay quien atienda, el doliente debe encarar una peregrinación que ríase de la de Santiago de Compostela. De un lado del distrito a otro, para escuchar con frecuencia un «le informaron mal, tiene que ir a…(quién sabe dónde)».
El caso es que, si bien repudiamos la violencia, sobre todo con el personal médico y de enfermería (que en definitiva hacen lo que pueden), no se puede menos que comprender si se producen reacciones destempladas que requieren del accionar policial frente a un sistema que, con la falta de profesionales -que se van en busca de mejores remuneraciones, y tienen razón-, no hace más que desquiciar a los usuarios que hasta deben buscar atención en distritos vecinos.
Nadie concurre a un hospital porque no tenga nada mejor que hacer; lo hace porque de verdad lo necesita, y el municipio no parece reparar en esto. Le alcanza con mostrar cascarones vacíos, en especial en épocas prelectorales.
En el video que sigue, sólo uno de los tantos testimonios, el de Daniel, vecino del barrio Agustoni, que se reproducen en las redes: