Nación

Adiós a la maestra

Fue la referente indiscutida del periodismo nacional. Amaba su profesión y dejó un legado único de valor, coherencia, humildad y, al mismo tiempo, distinción.

Magdalena Ruiz Guiñazú murió hoy a los 87 años y lo hizo como vivió, con sobriedad, entereza, sin ruidos, sin estridencias. Hija de la clase alta argentina, abrazó el periodismo con pasión inigualable, y sin hacer valer sus contactos no vaciló en empezar como movilera. A partir de ahí, comenzó una carrera que transitó por todos los medios de comunicación pero, en especial, de la radio, donde dejó su impronta inolvidable, jalonada de éxitos que le valieron varios premios.

Fue la más valiente en plena dictadura; cuando los demás callaban, ella comenzaba su mañana diciendo al aire «me vino siguiendo un Falcon verde». Férrea defensora de los derechos humanos, abrió su micrófono a todos y cada uno de los organismos de madres o abuelas de desaparecidos, aunque éstos después, entusiasmados y alentados por otros vientos, la destrataron y hasta escupieron su foto en Plaza de Mayo vinculándola va uno a saber con qué oscura ofensa a la patria.

Y más allá de su vida, de la que se ocuparán sus biógrafos, Magdalena Ruiz Guiñazú dejó un enorme legado que los periodistas no olvidarán. Se fue la maestra de muchos -o de todos-; el espejo en el que nos miramos los que queremos ejercer este oficio con honestidad intelectual e independencia. O al menos lo intentamos.

 

 

 

 

 

 

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