Provincia
Decepción y desengaño: las traiciones de Cambiemos a su electorado local
Así como el jujeño Gerardo Morales castiga a Rodríguez Larreta y recibe Registros de la Propiedad Automotor para toda su familia, en Pilar los principales referentes de la coalición también reciben su recompensa por parte del intendente Federico De Achával.
Solo así se explica la conducta de quienes entregaron el principal espacio de la oposición al oficialismo, lo que se vio reflejado claramente en su desempeño en las últimas elecciones. No conformes con haber comenzado por el Concejo Deliberante y el Consejo Escolar, aquellos referentes buscan seguir en la misma ruta anticipando candidatos financiados desde la intendencia.
Pero vayamos por el principio. Ya antes de las últimas PASO y generales, el periodista Claudio Ponce de León y desde este portal se ponían blanco sobre negro las vinculaciones del ahora concejal Sebastián Neuspiller con Federico De Achával, unidos por un denominador común: el parrillero César Mansilla, principal asesor comunicacional del intendente y del propio Neuspiller, atendiendo a la relación supieron forjar en Fénix, como gerenciador uno y goleador del equipo el otro.
Que Neuspiller ganara las elecciones y desplazara a Analía Leguizamón, era una necesidad del intendente para contar con una oposición controlada, que le permitiera a éste discurrir sus días en la municipalidad sin mayores complicaciones. En el medio, algo pasó que encendió las alarmas de los votantes de Cambiemos o Juntos que percibieron, por otra parte, que en Leguizamón no se evidenciaba demasiado entusiasmo por ganar la compulsa.
Desde un principio la ex concejal se mostraba renuente a cargar contra su contrincante en la interna. «Me da no se qué porque somos amigos», y el hecho de que ambos compitieran bajo el paraguas protector de Diego Santilli -que por otro acuerdo con el municipio local prefería al ex futbolista- le añadía más reticencia.
Es que Santilli y Leguizamón son compadres -él es padrino de uno de sus hijos- y no quería enemistarse con el ahora diputado nacional, así que sin más vueltas privilegió sus afectos y sus amistades por encima de la voluntad de un electorado que hasta ahí se le mostraba favorable. Hubo, además, una cuestión de conveniencia personal: Leguizamón tiene un cargo en CABA, que se lo reservaron mientras se desempeñaba como concejal en Pilar. Obviamente, concluidas las elecciones, volvió a su lugar en el Gobierno de la Ciudad.
Por todo esto es que laburó a media máquina, especialmente en los últimos tramos de la campaña cuando curiosamente se negaba a hablar con la prensa y ni siquiera contestaba el teléfono a sus colaboradores. Tampoco puso demasiado énfasis en el recuento de votos que podrían haberla acercado a otro resultado.
Ahora, Analía vuelve a pecar en política, esta vez por inoportuna, alentando pintadas que la posicionen para la intendencia en el 2023. Ahora, cuando el país y el distrito atraviesan una crisis de proporciones y sus habitantes no quieren ni pensar en la política y en candidaturas, y menos de quienes intuyen -o saben- que ya traicionaron su voluntad.
La aparición de «Analía Leguizamón 23», en pintadas y pasacalles firmados por una ignota Mesa Territorial Pilar puso en alerta a la tropa cambiemita, que adivina en esa manifestación de deseos un intento por seguir sometiendo a la oposición a los designios del oficialismo. Más aún cuando sabe que como principal acompañante de la ex concejal en su intentona aparece un oscuro personaje que no quiere dejar de vivir de la política, no importa desde qué lugar, como Marcos Aguirre, la mano de obra para todo servicio de Jorge D¨onofrio y su pareja, la presidente del Concejo Deliberante Claudia Pombo, ambos del Frente Renovador.
Aguirre cuenta, a su vez, con la colaboración irrestricta del siempre oscilante hombre de Alberti, Diego Vivas, con quien comparte las mismas ambiciones: ser alguien en la política, no importa qué ni cómo. Sí por cuánto.
Volviendo a Analía, resulta llamativo que quiera volver por la puerta grande ya que parece desconocer lo que reclama a gritos el votante opositor (el 70 por ciento del país): liderazgos duros y puros, sin compromisos con el kirchnerismo y el peronismo, alguien que efectivamente dé vuelta la página y no se deje convencer por los cantos de sirena de algún carguito o de alguna extraña retribución o subsidio.
Quieren otra cosa, no a los mismos que les prometieron un cambio y lo único que hicieron fue cambiar sus pesos a dólares. Quieren un cambio real, y que se los involucre en el proceso. Quieren que se respete su voluntad de ejercer verdadera oposición. Y ya aparecerá, porque la esperanza es lo último que se pierde.
Para el final, vaya una síntesis de los candidatos de Federico De Achával dentro de la oposición, como para saber quién es quién: Sebastián Neuspiller, Diego Ranieli, Claudia Zakhem y Juan Martín Tito.