Provincia

El centro de Pilar con el agua al cuello

Se pasó el verano inaugurando piscinas por todo el distrito, salvo en la ciudad cabecera. Pero no hacía falta; una lluvia fuerte alcanzó para transformar el centro de Pilar en una verdadera laguna por obra y gracia de las obras de «embellecimiento» con las que se encaprichó el intendente Federico De Achával.

La imagen refleja cabalmente el estado que presentaba anoche el casco histórico de la ciudad, con calles y hasta la plaza 12 de Octubre anegadas, con los consiguientes perjuicios para con los comerciantes que se aglutinan sobre las cuatro calles principales: San Martín, Yrigoyen, Rivadavia y Lorenzo López, y sus cercanías.

Por supuesto, el estado del lugar conspiró contra la realización del tradicional desfile en conmemoración del Tratado del Pilar, y si bien el municipio se preocupó por difundir profusamente la modificación de fechas para el festejo por el Carnaval, nada dijo respecto a la eventual reprogramación de esta manifestación histórica tan cara a los sentimientos de los habitantes del distrito.

El caso es que el intendente iba a aprovechar el malogrado desfile para, justamente, presentar a la opinión pública local las obras de remodelación en el centro con el ensanche y nivelación de las veredas con la calzada como aspecto principal. Según los medios de prensa oficiales, «tanto la calzada como las veredas tienen un sistema de ´interbloqueado´ que busca un escurrimiento rápido los días de lluvia y aumentará la circulación peatonal, con veredas más amplias». En esos mismos medios, De Achával  justificaba los trabajos en que «el centro venía perdiendo respecto a otros centros comerciales y el de otras ciudades», y que su intención era la de «potenciar el comercio y la gastronomía».

Claro que el discurso aguanta cualquier cosa; lástima que cuando menos se la espera aparece la realidad y hace agua (nunca más adecuada la expresión) los más fervientes deseos. Y miren que se le avisó; menos la SCIPA, que no se sabe muy bien para qué está, la mayoría de los comerciantes de la zona hace rato que venían alertando con que «a la primera lluvia, el centro se va a inundar». Y se inundó nomás. Y se seguirá inundando porque no hay poder humano -ni divino- que tuerza la voluntad (o el capricho) de un grupete, encabezado por el intendente, que se considera elegido para cambiar, aunque sea a patadas en el c.., el estilo de vida, la geografía, la cultura, el lenguaje, las tradiciones, de esa gente que hasta que ellos llegaron al poder vivía equivocada y necesitaba ver la luz.

Por otra parte, el temporal no sólo arruinó los planes del intendente en cuanto a una gran fiesta popular este domingo y puso en evidencia su error de cálculo respecto a la plaza 12 de Octubre, sino que también malogró el primer acercamiento al oficialismo kirchnerista de la ex concejal por Juntos Analía Leguizamón, que hace apenas unos días, en declaraciones públicas, no vaciló en asegurar que «el proyecto es genial; lo que está haciendo Achával es una idea genial».

 

 

 

 

 

 

 

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