Provincia

El escándalo de las tarjetas: la justicia busca un Pontacuarto

La detención de un puntero en un cajero automático de La Plata cobrando casi un millón y medio de pesos diarios a través de unas cincuenta tarjetas de débito ajenas, alarmó a la clase política bonaerense. La posterior decisión judicial de liberarlo de culpa y cargo en apenas once días, no alcanzó para llevar tranquilidad a esos ánimos que ahora temen la aparición de algún «arrepentido».

En especial, porque el fiscal Vogliolo, de la capital provincial, se decidió a apelar este fallo y continuar con las investigaciones.

La difusión pública del caso, al tiempo que sirvió para rememorar episodios similares que a los pilarenses les toca de cerca con la presidente del Concejo Deliberante Claudia Pombo (ver notas anteriores), no sólo inquietó a los políticos sino también a los prestanombres para esas tarjetas, que al enterarse de los montos de estas especies de «comisiones» que cobran los máximos responsables de la maniobra, advirtieron un resquicio que puede permitirles un porcentaje mayor, muy superior a las migajas que recibían hasta ahora.

Ellos, como el propio «Chocolate», el puntero cuestionado, no son más que el eslabón más débil de esta cadena que, según algunos veteranos legisladores, comenzó a trenzarse con el mismo advenimiento de la democracia, en el ´83. Y los consideramos los más débiles porque el grueso de la recaudación no queda en manos de punteros y prestanombres sino de los «de arriba», los importantes.

Por eso nadie se interesa demasiado por el asunto, y, obviamente, nadie está interesado en desbaratar este entramado. Porque esa recaudación se utiliza para financiar no sólo gastos personales sino para la actividad política. Hay que ser ingenuo para pensar que para militantes, punteros y votos, los políticos ponen de la suya, que guardan celosamente, por lo general, en emprendimientos inmobiliarios, bancos y paraísos fiscales. Para «rosquear», les sobra la nuestra.

Y para los que se escandalizan y atribuyen estas maniobras solamente al peronismo, hay que reconocerles que algo de razón tienen, aunque no toda. Dicen los que saben que los que supieron distinguirse por su habilidad -y voracidad- para los débitos ajenos eran «la gente de Massa». Al parecer, desde que el mismo momento en que el tigrense conformó su Frente Renovador, los legisladores que ubicó en la Cámara bonaerense dieron cátedra a la hora de inventar «beneficiarios» para estas turbiedades. Incluso recuerdan, no sin cierta sorna, al hoy ministro de Transporte Jorge D´Onofrio, cuando en sus épocas de diputado multiplicaba sin descanso estas tarjetas que después confiaba a su secretaria y pareja, Claudia Pombo. En ese sentido, ambos parecen haber dejado una huella imborrable en la Cámara Baja.

Otros que también cultivan este modus operandi, son los radicales y los del PRO, mientras llamativamente la Coalición Cívica se mantiene en silencio, lo que confirma que es una práctica extendida y que alcanza a toda la política que sólo podría terminar, según confió un legislador a este portal, «cuando aparezca un gobernador que, con autoridad moral, quiera combatir en serio la corrupción».

Y aunque aquí nos referimos básicamente a la Legislatura provincial, debemos volver a «Chocolate», que reportaba directamente a un concejal, lo que lleva a suponer -con fundamento- que los Concejos Deliberantes no son un oasis en medio de la corrupción. De hecho, ya han llegado hasta este portal ciertos rumores que vinculan maniobras similares en el pilarense, de lo que daremos cuenta más adelante.

 

 

 

 

 

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