Provincia
Gasto público, campaña, doble moral y relato

Reniegan y despotrican contra cualquier sugerencia, por tímida que fuera, de un ajuste. Más aún, se declaran hasta capaces de matar antes de proceder a lo que consideran una conjura de los medios hegemónicos complotados con el neoliberalismo, el FMI, el heteropatriarcado, y los oligopolios empresariales.
El discurso siempre es altisonante y, aunque un tanto vacío de contenido, lo repiten hasta el cansancio sin advertir un pequeño detalle: la realidad. Porque hasta aquí, nosotros, los humildes ciudadanos de a pie, ya hace rato que venimos ajustados hasta la asfixia, con el agua hasta la nariz, y remando en cemento. Ellos, en cambio, mucho bla blá que entusiasma y enardece los espíritus de los propios, pero no resignan nada. De ellos, ni un gesto.
La síntesis más cercana de la situación podría ser: nosotros, empobrecidos, desesperanzados, angustiados; ellos, ricos, cada vez más gordos, y felices. Y, como viven en una realidad paralela, más lejos que nunca de las verdaderas necesidades de la gente.
A tal punto, que el domingo 14 de noviembre, ansioso por mostrarse como el gran ganador frente a los pobres resultados cosechados por sus colegas partidarios en las PASO, Federico De Achával sacó a la calle un verdadero ejército de ocupación que, por supuesto, pagamos nosotros moneda por moneda, como podrá apreciarse en este pequeño y modesto informe que se concentrará sólo en una localidad de distrito. Para el resto, saque usted, amigo lector, las cuentas.
Desde el punto de vista institucional y electoral, Presidente Derqui es la segunda ciudad del distrito, y fue allí donde el intendente concentró el mayor despliegue. Y para ver con absoluta claridad lo que gastamos para hacer concejales a Santiago Laurent y compañía, comenzaremos por el principio.
Los punteros, militantes y empleados municipales, recibieron la orden de votar lo más temprano posible ya que tenían una importante misión: entrar al cuarto oscuro, retirar diez boletas de cada partido opositor, esconderla entre sus ropas, votar, y salir de la escuela. A la vuelta de la esquina de cada edificio, los esperaba una camioneta de la municipalidad donde entregaban las boletas afanosamente conseguidas, y recibían a cambio un billete de mil y la orden de «tomatelá, andate ya».
La mayoría, por lo general, se dirigía a uno de los más de 200 «subcomandos» (?), que tenían a su cargo la organización del transporte de los electores (tema sobre el que profundizaremos más abajo), y percibían cinco mil pesitos por su tarea. Estos subcomandos, a su vez, revistaban para unos 23 punteros regenteados por el concejal Juan Pablo Roldán que cobraban 15 mil por todo concepto.
En cuanto a la fiscalización, dispusieron de dos fiscales por mesa, a cinco mil cada uno, además de dos fiscales generales por escuela, un titular y un suplente, a 15 mil pesos también cada uno. Cabría agregar aquí una pequeña reflexión: esta gente debería haber percibido el doble, atendiendo a que también se preocuparon, según se les ordenó y tal lo anticipado oportunamente por el periodista Claudio Ponce de León, por cuidar las boletas del joven y prometedor Juan Martín Tito, con lo que el intendente dispone ya de toda la oposición en el Concejo Deliberante. El domingo, entonces, se cumplió el objetivo trazado por el dueño del desdibujado Diario Regional, César Mansilla, en cuanto a entregar a De Achával tanto a Juntos, con Sebastián Neuspiller a la cabeza, como a Avanza Libertad.
Habrá que ver qué dice de esto el libertario José Luis Espert, aunque siempre se le atribuyó un más que fluido contacto con el kirchnerismo.
Y aquí abordamos ahora el tema transporte de votantes, donde, seguramente, alguno hizo una diferencia más que interesante. De acuerdo a las fuentes, tres dirigentes se repartieron -y recibieron los fondos correspondientes- la contratación de unos 850 vehículos: Juan Pablo Roldán (350), José Molina (250) y Valeria Domínguez (250).
Cada chofer debía hacer cinco viajes mínimo, y reportarse a los subcomandos. La tarea les significó siete mil pesos por auto y 15 mil las combis, combustible incluido.
Por supuesto, no tenemos datos de los costos referidos a la utilización de los recursos del Estado municipal, como el refrigerio a los fiscales que salió de Acción Social, ni las horas-hombre de los empleados que se pagarán como extras, ni lo que se pagó a los repartidores de boletas casa por casa, ni a los que repartían volantes y folletos en las esquinas y en los semáforos, ni a los que -en tiempos de internet- con el padrón en papel te indicaban dónde votar, ni de la campaña en los medios. Al respecto lo que podemos apuntar, sí, es que con colocar la bandera con las caras de De Achával y de Laurent en el frente de tu casa, podías hacerte de entre tres y cinco mil pesos, dependiendo de la ubicación de tu domicilio.
Es decir, el oficialismo local gastó en sólo un día, el domingo de elecciones, algo así como cien millones de pesos en todo el distrito, reiteramos, sin contar con los gastos que fueron disimulados en las erogaciones corrientes de la municipalidad, ni los de las campañas anteriores y posteriores a las PASO.
Para el final, dos preguntas. La primera, ¿de dónde sale tanto dinero negro?, y la segunda, ¿cómo hacemos para recambiar el sistema si los honestos no disponen de semejante capital? Al mismo tiempo, deberíamos replantearnos qué clase de sociedad somos o queremos ser, dado que reclamamos cambios en la política, y en paralelo demandamos semejante gasto electoral a sabiendas que esos recursos provienen, mayoritariamente, de la corrupción (retornos de prestatarias, sobrefacturación en las compras, dibujos presupuestarios, entre otros).