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Historias para recordar (y no olvidar): la «desaparecida» de Derqui o el origen de algunas dudosas fortunas
Nelly era una mujer hermosa, casada con el amor de su vida y un muy buen pasar. Lo tenía todo, hasta que enviudó y sin herramientas para procesar el dolor, lentamente fue perdiendo la razón para quedar a expensas de ciertos «amigos». Un buen día, y cuando nada hacía presagiar este final, desapareció. Y ya nadie supo de ella; salvo, claro está, los «amigos» que al tiempo aparecieron más que beneficiados con las posesiones de la señora.
Resulta difícil reconstruir la historia de Nelly, salvo por el aporte de algunos memoriosos que recuerdan su belleza, que estaba casada con un médico de apellido Crespi, de extracción radical y vinculado a los vinos de la bodega familiar, y que pasaban sus días de verano al frente de la plaza principal de Presidente Derqui, en un enorme y lujoso caserón.
Pero no era la única propiedad que el médico y su esposa tenían en la segunda localidad del distrito; algunos estiman que podían llegar a unas doce o quince, además de inmuebles en los principales centros turísticos del país -Mar del Plata, Bariloche, Córdoba, Entre Ríos- y, por supuesto, el suntuoso departamento de CABA donde vivían en forma permanente.
El caso es que cerca de sus 55 años, viuda, sola y musitando incoherencias, de la noche a la mañana Nelly desapareció de la vista de sus vecinos. Y las especulaciones no tardaron en llegar, repitiéndose hasta hoy. Hay quienes sostienen que aquellos «amigos» derquinos, frente al desequilibrio de la mujer, aprovecharon la volada, la hicieron firmar varios papeles, y la ingresaron a un psiquiátrico con un nombre falso.
Otros, en cambio, prefieren un final un tanto más cinematográfico, y aseguran que hasta su muerte Nelly fue confinada al sótano de su propia casona, desatendida y abandonada por completo.
Pero el objetivo de estos modestos apuntes no es el de esclarecer el destino final de la desdichada Nelly, en el que la memoria se confunde con los rumores -y, porqué no, en algunos inventos de la imaginación-, sino el de inferir el origen de tanto patrimonio por parte de quienes pasaron de humildes empleados municipales a ser prácticamente «dueños» de las distintas localidades del distrito.
Porque el caso de Nelly, curiosamente, no es el único reportado. Por todo Pilar se multiplican las versiones sobre el mismo modus operandi: ancianos solos, vulnerables, enfermos, con o sin herederos, que a sus muertes sus viviendas pasan -qué casualidad- a manos de algún referente vinculado, siempre, a la política.
Para estos buitres, la maniobra es bastante fácil. Basta con algún contacto en Rentas municipales, o algún puntero que ande por la calle, para enterarse de cuáles son los objetivos y ahí van. Sólo resta algún papel catastral trucho, un escribano amigo, quizás algún testigo comedido, y el nombre del «heredero» ya está en la escritura de la propiedad. Y es tanta la impunidad, que los verdaderos nada pueden hacer frente al despojo; incluso hay quienes hasta desisten de reclamar, temerosos del poder que ejerce el flamante propietario de lo que fue la casa de sus padres, abuelos o tíos. Esto, especialmente en el caso de que las familias de más bajos recursos, que no pueden pagar un abogado que se ponga al hombro la demanda y consiga -después de largos años- la restitución del bien a sus legítimos dueños. La mayoría prefiere olvidarse de la cuestión, que es lo que parece haber ocurrido puntualmente en el caso de Nelly: dicen que amedrentados por los galones del «heredero», los familiares optaron por un más que prudente olvido.
Es decir, los que dicen defender a los más vulnerables y pregonan hasta el hartazgo la presencia del Estado, son los primeros que los vulneran frente a un Estado que los deja hacer sin consecuencia alguna, aún cuando ni ellos mismos lo respetan. Baste agregar aquí que incluso supieron manotear -y apropiarse- de las casitas que el PAMI compraba para ubicar allí a los ancianos desprotegidos. Pasó, sólo por citar un ejemplo, con una ubicada al frente de la salita de Presidente Derqui.
N.de la R.: A lo largo del verano, infopilar.com.ar reflejará las distintas historias que se ocultan entre los laberintos de la política local.