Provincia

Juntos Pilar: el detrás de escena de una derrota anunciada

Arreglos non sanctos, dinero que no se sabe dónde fue a parar,  mensajes mal intencionados, censura periodística, son algunos de los condimentos que sazonan la historia detrás de la estrepitosa caída de Juntos Pilar a manos de un oficialismo deshilachado en la mayoría de los distritos de la provincia.

Dicen que lo que mal empieza, mal termina. Acá, en todo caso, terminó peor: con una derrota que pone en terapia intensiva los intentos de cualquier oposición al gobernante Frente de Todos, que, además, tuvo un rol protagónico excluyente en esta situación.

La historia comienza con la candidatura de Sebastián Neuspiller, arreglada entre el empresario César Mansilla, empleado de Federico de Achával, y el «Colorado» Diego Santilli. El asunto era conseguir que el mandamás macrista le permitiera al ex futbolista de Fénix,  club con el que Mansilla hizo pingües negocios, hacerse de una lista para participar en la interna que ya tenía otra candidata, Analía Leguizamón, también del santillismo.

Por supuesto, Santilli no dudó en acceder al pedido atendiendo a que para él era doble ganancia, aunque sin reparar en un pequeño gran detalle: la gestión de Mansilla no era inocente y al servicio de la democracia sino una maniobra para beneficiar al propio de De Achával, que necesitaba de una reelección para proyectarse a la provincia o a la nación, sus reales ambiciones.

De este modo, Mansilla fabricó un opositor que como político es muy buen futbolista, para que su jefe no tuviera mayores problemas de gestión y pudiera reelegir sin las arduas complicaciones que puediera presentar una oposición aguerrida y con ganas de batallar, a cambio de apoyar a Neuspiller en el 2023 como el reemplazo en la casona de la Rivadavia.

Mansilla no sólo fabricó oposición, sino que también la financió (De Achával, en realidad), por lo que el médico no desembolsó una moneda propia en toda su campaña. Aquí hay que recordar que también ingresaron aportes por parte de la conducción nacional, aunque nadie puede explicar quién se hizo cargo, cuánto llegó y qué pasó con ellos, lo que pudo apreciarse con absoluta nitidez en el escasísimo despliegue callejero de la fuerza y el mismo día de elecciones, cuándo lo único que ocurrió fue pagarle unos pesos a los fiscales.

A tal punto la lista de Neuspiller fue armada en la intendencia, que la segunda, Adriana Cáceres, hizo campaña con dinero del massismo, a través del diputado provincial Jorge D´Onofrio, que desde la Legislatura bonaerense le bajó, además de metálico, la mercadería que repartía en los barrios.

Cáceres merece un párrafo aparte, ya que se mostraba feliz  y se jactaba del apoyo de Cristian Ritondo, aún después de haberle peleado en la justicia su banca de diputada, maniobra que el ex ministro vidalista aunque parecía lo contrario, no perdonó. Lo que hizo Ritondo, en realidad y con sutileza, fue correrla del escenario nacional y sacársela de encima, para lo que resolvió mandarla de vuelta a Pilar como concejal.

Y ahora, después de una campaña desvaída, pálida, sin atractivos, de la que corrieron a los dueños del territorio, y con los números puestos, las desavenencias no tardaron en evidenciarse. Por estas horas, Neuspiller culpa a Cáceres de la derrota (fue la encargada de fiscalizar en Derqui, donde la paliza fue mayúscula) y dice, encima, contar con mensajes que comprometen a su segunda e involucran a un tercero. Se trata de textos que la concejal electa habría enviado a su rival Juan Martín Tito, ofreciéndole cortar la boleta propia y reemplazarla por la de Avanza Libertad con el objetivo de evitar el ingreso al Concejo Deliberante de Analía Leguizamón, sexta en la lista de Juntos.

Más aún, el médico habría expresado su intención de hacer públicos esos mensajes, pero en los medios de prensa del propio Mansilla no quieren aceptárselos.. Y se entiende perfectamente, ya que Mansilla le cobró una fortuna a Tito para hacerlo concejal y no le convendría que la opinión pública vea el nombre de su cliente involucrado en tan repudiable maniobra, justo cuando se supone que la propia Cáceres y el mismo Tito aspiran a convertirse en los próximos dueños de Juntos Pilar.

Por ahora, habrá que ver cómo se resuelve esta historia, aunque ya se puede presagiar una ruptura en un bloque que todavía no asumió, ya que tanto la gente de Neuspiller como la de Cáceres coinciden en su rechazo al tercer concejal electo, el derquino Flavio Alvarez, a quien no consideran «uno de los nuestros».

(A.S.)

 

 

 

 

 

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