Provincia
Por el triste final de una vecina de Pilar, las cámaras del COM, ¿sirven para algo?

María Ángela Francioni desapareció el 22 de agosto, y su cuerpo apareció 17 días después, este jueves, en un descampado junto a las vías del Ferrocarril San Martín. Por otra parte, en menos de diez días, los investigadores esclarecieron un doble parricidio ocurrido en Vicente López el 24 de agosto.
Si bien los casos son diferentes, ambos generan que se ponga en foco la utilidad de las cámaras de seguimiento callejero, uno de los elementos más promocionados por los gobiernos para la seguridad, una de las principales preocupaciones de los vecinos de toda la provincia.
Claramente, en un caso mostraron su eficiencia, y en el otro, por el contrario, no sirvieron de nada.
En Vicente López, las cámaras establecieron casi sin dejar lugar a dudas, el derrotero del asesino del matrimonio Del Río, desde que salió de la casa donde se cometió ese horrible crimen, hasta su vehículo, en el que siguió su huida. Las pantallas lo siguieron en su caminata por más de cinco kilómetros, y mostraron su ropa, una bolsa incriminadora, la patente de su camioneta y hasta su particular renguera. Todo estaba ahí, y los investigadores después de un paciente análisis de las imágenes, llegaron a un asesino que jamás mostró su cara.
En Pilar, lastimosamente, no ocurrió lo mismo con María Ángela, una mujer de 72 años, madre y abuela, que el lunes 22 de agosto salió de su casa en la calle Lauría al 1000 y nunca más volvió. Su cuerpo, en avanzado estado de descomposición y con la misma ropa que vestía cuando desapareció, fue encontrado en un pastizal a metros del paso a nivel de la calle Luis María Drago, cerca del barrio El Bosque.
Según las informaciones, minutos antes había habido un rastrillaje con perros por la zona, pero fue la llamada de un vecino al 911 el que finalmente llevó a la policía al lugar.
Desde que se denunció su desaparición, se hicieron, siempre según los encargados de la investigación, la Unidad Funcional de Instrucción de Trata de Personas y Delitos Conexos de San Isidro a cargo del fiscal Gonzalo Acosta, más de 200 diligencias de búsqueda, mientras familiares y amigos marcharon cuatro veces por las calles del centro para reclamar por la vuelta de María Ángela.
Pero nada dio resultado. La mujer se esfumó durante 17 días y durante todo este tiempo no hubo siquiera una pista de su destino. Desapareció del centro de Pilar, no de algún paraje alejado de la civilización, y de las tan meneadas cámaras que podrían haber aportado algún dato, ni noticias. Solo una de ellas la registró en las inmediaciones del Sanguinetti. Del resto, que se supone cubre todo el distrito, la nada misma.
Publicitadas hasta el cansancio como un gran avance que venía a solucionar un problema acuciante, el municipio gastó -y gasta- fortunas en estos dispositivos, sin contar con el alquiler de un enorme edificio sobre Panamericana (Centro de Monitoreo), el personal, los instructores, los vehículos, entre otros. En fin, una montaña de dinero en una estructura que fue incapaz de dar respuestas frente a la desaparición de una pacífica jubilada y a la desesperación de sus familiares y amigos.
Hace tiempo desde este portal dábamos cuenta de las dificultades que afrontaba el COM, en especial por el descontento que reinaba entre sus filas entre el personal, a disgusto con la capacitación que recibía y los magros salarios que se abonaban, lo que se traducía en una quita de colaboración encubierta. Curiosamente, la situación, este desapego por la tarea encomendada que se observaba entre quienes, por caso, deben sentarse frente a las pantallas y desde ahí monitorear las calles del distrito, no mereció una mínima preocupación por parte de los concejales, por ejemplo, que no dignaron siquiera a pedir informes sobre el punto.
Imaginamos que después de lo ocurrido con María Ängela, el COM habrá de replantear su desempeño y eficientizar al máximo el objetivo por el que fueron instaladas esas cámaras que remedan un Gran Hermano y parecen estar destinadas más al chisme -quién sale y quién entra a la casa de quién- que a cuidar a los habitantes del distrito. Porque si no, eso de que «el Estado te cuida» no es más que un slogan vacío.