Secretaría de la Mujer: el Estado no es deficitario, es parasitario

El 10 de noviembre de 2020 el intendente de Pilar, Federico De Achával, puso en marcha la Secretaría de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, rimbombante denominación para una dependencia que, hasta acá, lo único que hizo fue utilizar los recursos del municipio para beneficiar a los/as propios/as.

A imagen y semejanza de sus pares de nación y provincia, en ambos casos ministerios, y a juzgar por su accionar, la dependencia local sólo ha servido para satisfacer lo que este progresismo un tanto extraño, que venera dictadores de izquierda y derecha, considera políticamente correcto, en el convencimiento de que aparentar ocuparse de las minorías postergadas gana votos y adhesiones. Pero en el fondo, no es más que otra forma de aprovechar la caja del Estado para ejercer un algo más refinado punterismo político, utilizando a las mujeres (mayoría absoluta en los padrones) como garantes.

Aquel día, además, De Achával designó como titular de la Secretaría a Eva Molina, la hija mayor de José «El Negro» Molina, el cacique derquino que se atornilló a la actividad política y supo ostentar varios cargos: desde concejal a senador provincial, pasando por Vialidad bonaerense y la OPDS, desde donde se le plantearon no pocos cuestionamientos.

Hábil como pocos, Molina padre supo capear todos los temporales y, aún en pleno dominio del «juvenil» camporismo, que alguna vez supo renegar agriamente de los viejos dirigentes del PJ provincial, volvió a hacerse de una banca en el Concejo Deliberante. Negociador nato, las dotes del derquino en este sentido alcanzaron para la designación de su hija en la Mujer (y después como candidata testimonial a concejal), a su yerno, marido de Eva, Damián Espíndola, alias «Chester», en Educación, y a su propia pareja, Normita, al frente del PAMI.

Todo eso, en la gestión De Achával, aunque idénticos privilegios (la familia completa bajo el paraguas protector del Estado), obtuvo durante los gobiernos de Zúccaro y Ducoté, al que le vendió la ficción de sus votos en su localidad, y que éste, proverbial desconocedor del distrito y su gente, compró con alegría. Esto fue, claro, hasta que Molina recibió una oferta mejor y mayor por parte de sus compañeros de partido.

De esta forma, merced a los oficios del padre, la hija llegó a la Secretaría que maneja una masa de recursos de 585.331.772,22 pesos de los cuales, y como para explicar el título de esta nota, 541.431.452,68 pesos; es decir, el 94 por ciento, se destina a «gastos en personal», según lo establecido en el folio 880, libro 5 del Presupuesto Municipal.

Al respecto, vale recordar el discurso de la ministra nacional Elizabeth Gómez Alcorta en la asunción de Eva: «el área cuenta con un financiamiento récord histórico que presentó el presidente Fernández y aumentó en 23 veces del presupuesto del Ministerio en relación al gobierno anterior”.

Como se ve, todo es cuestión de financiamiento, ya que fue lo único que destacó la funcionaria en la oportunidad. Nada se dijo de la función de estas dependencias y de su utilidad para las mujeres comunes, las que no son funcionarias, ni camporistas, ni cristinistas, ni abortistas, ni siquiera peronistas. Apenas si son mujeres solas, golpeadas, humilladas, desamparadas, que con sus hijos (enfermos y mal alimentados) a cuesta siguen -y seguirán esperando- que Eva se preocupe por ellas.

Otros que esperan algo de Eva son los integrantes del colectivo LGBTI+, quienes en más de una oportunidad denunciaron los modos destemplados con que son atendidos cada vez que recurren a la Secretaría.

Lo que hay que reconocer, sin dudas, es que Eva se ha tomado muy en serio aquello del programa Acompañar, ya que su función está consagrada, íntegramente, a eso. A acompañar al intendente donde quiera haya mujeres cocinando, tejiendo, cosiendo, desmalezando. En síntesis, donde haya mujeres laburando, mientras ella se limita a saludar y sonreír, posando para las selfies que luego, prolijamente, serán posteadas en alguna red con un epígrafe del estilo «Porque creemos importante fortalecer y cuidar los espacios que son de lxs vecinxs.», donde, por supuesto, no faltan consignas tales como «Néstor vive en el pueblo».

Y eso es todo. Su vida de funcionaria transcurre entre jornadas «solidarias» y talleres «de capacitación», siempre dispuesta a «ayudar a las familias en estos momentos difíciles», aunque esa «ayuda» siempre esté condicionada a las simpatías y cercanías de las mujeres asistidas. Porque si alguna vez se atrevieron a reconocerse contrarias al credo que ella y su grupete profesan, automáticamente quedan excluidas de esa «ayuda».

Hay que entender aquí que las actividades que promueve la Secretaría, aunque resulten de alguna utilidad para algunas mujeres, no son más que proselitismo peronista/camporista disimulado , y su fin último no es el de preparar a las féminas para encarar un futuro venturoso, de laburo e independencia, sino de ganarlas para la causa y hacerlas eternamente dependientes y agradecidas al intendente De Achával y su gente. Y votarlos, claro está.

En síntesis, Eva dispone de recursos millonarios para jugar a Evita, y a diferencia de su tocaya, los emplea discrecionalmente en ella misma y sus adláteres, por que no hay forma de creer que las actividades arriba descriptas requieren de cuantiosas erogaciones. Incluso, hay que tener en cuenta que alguno que otro evento que auspicie la Secretaría, viene de nación o provincia, que son las que efectivamente pagan.

Por último, y después de otra aclaración necesaria (¡otra más!) quien escribe estas líneas es mujer, y considera imperioso terminar parafraseando al periodista Claudio Ponce de León con una pregunta a la gente de Derqui primero y a la del distrito, después: Si fuera usted el titular de unos 600 millones de pesos, ¿se los daría a administrar a José y Eva Molina?