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Los estudiantes alzan sus banderas

Por Gastón Bivort (*)

Septiembre es el mes donde reconocemos la tarea cotidiana de todos los maestros y profesores que honran cada día su vocación docente. Es también el mes donde valoramos a los buenos estudiantes que con su esfuerzo y dedicación, buscanforjarse un futuro. Es en definitiva el mes donde celebramos la educación,  la simbiosis perfecta que resulta de la inter acción entre los alumnos que aprenden a crecer como personas y sus docentes que les enseñan a hacerlo. Así debiera ser. Así fue siempre.

Sin embargo, en los últimos tiempos de pandemia y cuarentena, donde la cordura pareció flaquear entre los adultos, hubo estudiantes que tuvieron mucho para decir a la sociedad, y lo hicieron. Para ello, hasta tuvieron que invertir los roles con sus docentes, como lo muestra el penoso episodio ocurrido recientemente en una Escuela Técnica de La Matanza.

Jeremías y muchos de sus compañeros se hartaron. Decidieron filmar a su profesora para blanquear una situación que se venía reiterando en el aula. Quedaron en evidencia no sólo el adoctrinamiento al que eran sometidos los alumnos, sino también los gritos, el lenguaje soez y el  mal trato verbal humillante que debían soportar regularmente.

“Se subió de tono, pero era una clase normal” aseguró Jeremías, quién agregó: “Salió el tema y ella se puso así como la vieron…El desafío era estar tranquilo y mostrarle que se podía hablar, no hacía falta gritar. Yo quería que me respondiera qué opinaba sobre la situación actual y ella sacó un libreto y me lo leyó de pie a cabeza”.

Gran lección de civismo de Jeremías, el que debía aprender, y pésimo ejemplo de irrespetuosidad e intolerancia  de Radetich, la que debía enseñar. Con casi 30 años en el aula puedo asegurar que la conducta de la docente no tuvo nada de educativo ni de edificante; sin embargo, el inefable Alberto Fernández, con su habitual carencia de sentido común, nos tenía reservada una opinión diferente: “…Esta es una forma de discutir, de invitar a pensar y de abrir la cabeza de la gente…”. Hasta su ministro de educación y sus candidatos lo dejaron sólo en esta…

Otros que nos dieron una lección fueron los estudiantes secundarios que a mediados del año pasado comenzaron a organizarse para reclamar la vuelta a clases, cuando todavía ningún funcionario lo tenía en agenda, en obvia connivencia con la dirigencia sindical. En su mayoría, eran alumnos de colegios privados que no tenían dificultades de conectividad, pero sabían lo mucho que estaban perdiendo al no tener interacción con sus docentes y compañeros. En una actitud solidaria que los enaltece, hacían también referencia en todos sus discursos y manifestaciones a la situación de aquellos alumnos que pertenecían al sector más humilde y mayoritario de la sociedad, sin internet, que  no recibían ningún tipo de educación. Su vínculo con la escuela se limitaba a la búsqueda de un bolsón de comida y de un cuadernillo de dudoso valor pedagógico y fuerte sesgo ideológico.

Se expresaron en la plaza de Pilar frente al Municipio y en todas las plazas del país. Reclamaron con clases abiertas frente al Palacio Pizzurno. Lo hicieron también en los medios de comunicación hablando con la autoridad de quien conoce sus derechos. Juana y Santiago, entre otros, con sus 17 años, nos enseñaron a luchar por el derecho irrenunciable de enseñar y aprender, como lo consigna claramente el artículo 14 de la Constitución Nacional.

Valentino Diaz Fontau, un estudiante del ILSE que fue otro de los promotores del reclamo por la presencialidad en las escuelas, resumió el sentimiento que los embargaba al afirmar que “lo que queremos manifestar es que a la política no le interesa la educación, y esa fue la base que nos unificó a todos, más allá de la opinión personal de cada uno”. Una vez más, los jóvenes ponían en palabras lo que pocos se animaban a decir, interpelando la pasividad de una dirigencia política que debió velar por sus derechos y que por el contrario, se los cercenó.

Cuando frente al escándalo del vacunatorio VIP, el profesor Fernández afirmó que “no existe ningún tipo penal para atribuirle un delito a una persona que se adelantó en la fila”, un grupo de estudiantes de la UBA redactó una carta con el fin de enseñarle a su profesor de Teoría del delito “que si llegara a decir eso en un aula de nuestra Facultad cualquier alumno de primer o segundo año le diría que podría aplicarse, como mínimo y entre otras figuras, la de abuso de autoridad, incumplimiento de los deberes de funcionario público, tráfico de influencias y/o malversación de fondos públicos (art. 248 y subsiguientes del Código Penal).Mentir así no resulta digno de un profesor de una de las facultades de Derecho más importantes del continente”.

Otra extraña teoría jurídica de Fernández, que plantea que la celebración del cumpleaños de Fabiola en Olivos no configura delito porque no hubo propagación de la enfermedad, también provocó la reacción de varios de sus estudiantes, quienes tuvieron que volver a enseñarle a su profesor. A esta altura Fernández debería revalidar su título de abogado.

Hoy el kirchnerismo y la Cámpora miran desconcertados como muchos jóvenes  estudiantes los ningunean; están dispuestos a elegir otras opciones en sintonía  con lo que pretenden: posibilidades de desarrollo personal, trabajo, previsibilidad, libertad para vivir y emprender. Si no obtienen respuestas, no dudarán en seguir el camino del exilio que ya emprendieron otros. Nadie puede vivir sin certezas, sin proyectos. Mucho menos los jóvenes.

Se hartaron de los cantos de sirena de aquellos que proponen un modelo de país anquilosado que atrasa 50 años. Se desengañaron de una tierra prometida compatible con Venezuela y Cuba que saben no ofrece trabajo, libertad, ni futuro. Se cansaron de una dirigencia que los subestima y que para captar su voto les dice que “van a salir los fulbitos” o “que va a salir el goce y el disfrute” como lo aseguró en estos días con una palabra burda y grosera la candidata Tolosa Paz.

Escuchemos a los jóvenes, que como Jeremías, Juana, Santiago y Valentino tienen mucho para decirnos y enseñarnos en estos tiempos. Vaya a ellos este fragmento del himno del estudiante que tan bien los representa:

“Almas y voces juntas, manos entrelazadas;
honda fe de argentinos y un mismo afán;
ansias de noble ciencia nunca saciadas,
ojos puestos en rutas, en rutas del más allá.                                                           ¡Estudiantes!… Alcemos la bandera que ilustraron los próceres de ayer”

 

(*) Profesor de Historia, vecino de Pilar

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