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El centenario de María Callas, la gran dama de la ópera

Representa el mayor mito de la ópera en el siglo XX. Símbolo de lo que es una diva, famosa por su temperamento y por su vida fuera de los escenarios, antes que nada fue una soprano que combinó la técnica vocal con grandes dotes actorales.

María Anna Cecilia Sofía Kalogeropoulou nació hace 100 años, el 2 de diciembre de 1923, en Manhattan, Nueva York, en el seno de una familia de inmigrantes griegos. Ya como María Callas, su nombre artístico, se convirtió en la gran diva de la ópera, a la que transformó con su impronta dramática y expresiva, dando vida a los diversos personajes del género musical que interpretó.

El mundo celebró este fin de semana el cumpleaños de Callas con veladas de gala en grandes y pequeños teatros de ópera, decenas de novedades literarias y los productores discográficos aprovecharon para desenterrar sus tesoros.

En su película biográfica María, el director chileno Pablo Larraín, reconstruye los últimos días reales de la solitaria vida de la estrella, poco antes de su muerte en París en 1977, a la edad de 53 años. La diva de Hollywood Angelina Jolie es la protagonista de la película, que se exhibirá en 2024.

En Atenas, donde la precoz cantante ingresó en el conservatorio cuando tenía 14 años, se inauguró el Museo Callas justo a tiempo para su centenario. Además, la UNESCO lo incluyó en su lista de aniversarios, porque su legado es, sin duda, patrimonio cultural mundial. Además, hace pocos meses se puso en circulación una moneda de dos euros con la icónica imagen de Callas.

Hechicera de la voz y animal escénico

Eva Gesine Baur escribió una biografía magistralmente investigada de la cantante, titulada: Maria Callas. La voz de la pasión. Baur no es la primera en preguntarse dónde radica la originalidad de la soprano.

Según escribió en 1958 el crítico musical y periodista italiano Teodore Celli, se fusionaron en ella «el instinto y el temperamento, en un arte interpretativo sin igual». En 1953, el director Franco Zefirelli, que había visto a Callas como Medea en la Scala de Milán, observó: «El mundo de la ópera cambió. Ahora hay algo así como un nuevo conteo del tiempo: antes y después de Cristo, antes y después de Callas».

La infatigable mujer representó 47 papeles en sus menos de 30 años sobre los escenarios, revolucionando el arte de la ópera para siempre. Tres son especialmente conocidos: Lucia di Lammermoor de Donizetti, Tosca de Puccini y, por supuesto, Norma, que Callas afirmó que Bellini había compuesto para ella, aunque ella nació casi un siglo después de su muerte.

Sobre el escenario, Callas se veía a sí misma como una actriz cantante. Según Baur, «salvó así la ópera de un tránsito paulatino hacia la indiferencia». Y es que a Callas nada le resultaba indiferente: «Ni una nota, ni un suspiro, ni un gesto, ni un rasgo de las mujeres que representó».

La vida de María Callas se puede contar a través de anécdotas y escándalos, muy documentados en la prensa sensacionalista mundial: discusiones tormentosas con directores artísticos o pequeñeces con compañeros cantantes, sobre todo, con su principal rival, Renata Tebaldi.

Pero también las crónicas disputas con su dominante madre, el matrimonio con el fabricante de ladrillos Giovanni Battista Meneghini, 20 años mayor que ella, las actuaciones fallidas, los arrebatos de ira y la miopía severa. Como Callas era demasiado vanidosa para llevar gruesas gafas, los directores se las ingeniaban para que ella se ubicara en el espacio escénico. Luchino Visconti, por ejemplo, colocaba pañuelos empapados de perfume en el escenario y ella se orientaba por el olfato.

Las relaciones tóxicas y el lujo 

Su larga y tóxica relación con el magnate naviero Aristóteles «Ari» Onassis terminó cuando ella se enteró por el periódico de su matrimonio con Jackie Kennedy. Y, por supuesto, la reducción extrema de peso de más de 90 a casi 60 kilogramos en pocos meses.

María Callas murió sola en su apartamento de París debido a un paro cardíaco. En herencia dejó unos cuarenta abrigos de visón, 250 suéteres de cachemira, innumerables bolsos y varios cajones con guantes largos de terciopelo, muchos de los cuales nunca usó.

Según la biógrafa, a Callas se la mostró como víctima de una madre abrumadora, de periodistas sensacionalistas o de un amante infiel. Y eso es exactamente lo que distorsiona la imagen de esta mujer, porque nunca fue una víctima ni dentro ni fuera del escenario. Ella decidió qué hacer con su vida privada y profesional.

«Es en cierto modo, la más moderna de todas las mujeres», escribió sobre ella el director de culto italiano Pier Paolo Pasolini. «Pero dentro de ella vive una mujer de la Antigüedad, extraña, misteriosa y mágica, lo que desencadena terribles conflictos en su interior», afirmó.

 

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