La disputa en la Legislatura y el nuevo gabinete de Kicillof, el primer fotograma del film que se viene. El arca de Axel, Kirchner, Massa y otra oportunidad.
Mi gobierno, mi equipo
A Kicillof nadie le quita haber sido el único héroe en el lío del peronismo. Su 45% y reelección habiendo llevado de tiro a los más mentados del conurbano que también ganaron con holgura las intendencias lo instalan definitivamente en la pelea de 2027.
Este sábado volvió a mostrar autonomía al dar a conocer su gabinete. Subió al barco al primer albertista -reversionado al peronismo clásico en el último tramo de la fallida gestión nacional- Gabriel Katopodis (Infraestructura); con Juan Martín Mena en lugar de Julio Alak le dio continuidad kirchnerista al Ministerio de Justicia y le abre la puerta al massismo al empujar a Malena Galmarini como presidenta del Grupo Bapro. Con Silvina Batakis reemplazando a Agustín Simone suma sciolismo y contenta al intendentismo más potente de la Tercera sección, con La Matanza a la cabeza.
Vengan, entren, dice Kicillof, pero las sillas de adelante están reservadas. La mesa chica sigue en su lugar y Carlos Bianco, su hombre de mayor confianza, relegado hace dos años por obra y gracia del fuego amigo en combinación con una derrota electoral, vuelve al primer plano al encabezar el Ministerio de Gobierno. En los hechos, probablemente esta cartera termine funcionando como la extinta Jefatura de Gabinete.
Mas(sa) adentro que afuera
Aún es una incógnita el camino que tomará Massa. Haber “liberado” a su tropa para que cada quien, “a título personal”, defina si se suma al gobierno de Milei es un indicio. El pseudo retiro que anunció el día de la derrota en el ballotage no parece creíble en boca de un animal político que dedicó su vida a escalar peldaño por peldaño. Aunque golpeado, parece improbable que decida alejarse para siempre con el 36% de los votos que le dio un peronismo entero encolumnado detrás de sí y el 44 de la segunda vuelta. No debe olvidarse: el 56 por ciento sobre el que se parará Milei para acelerar su motosierra es ficticio. Más del 70% de la gente no lo eligió.
Con el terreno fértil que Milei y su brutal ajuste en puerta ofrecen para el ejercicio de la oposición y con el antecedente del daño autoinfligido que le produjo al Frente de Todos (FdT) la pelea entre los Fernández, ¿es posible pensar en una alianza tripartita Kicillof – Kirchner – Massa, una detrás de la cual se encolumen gobernadores, gremios y demás?
¿El ascenso meteórico del anarcocapitalista hasta la cúspide del poder político, con el que acaso terminen rifándose años y años de esfuerzo, alcanzará para que las figuras del peronismo guarden los egos y se enfoquen en las coincidencias?
Difícilmente el chancho empiece a ladrar. Inevitablemente habrá guerra. Buenos Aires, convertida en refugio de un peronismo atormentado por el knockout, es cantera de titulares para el partido de 2027. Que la disputa por la cinta de capitán sea sangrienta o no dependerá la suerte del peronismo en construcción.
(*) Licenciado en Comunicación Social. Trabaja en medios gráficos, digitales y radiales