Columnistas

¿Del “que se vayan todos” al “que se vayan dos”?

Por Diego Dillenberger (*)

En 2001, el lema era “Que se vayan todos” en las protestas contra el gobierno de Fernando De la Rúa, primero, y en el arranque del de Eduardo Duhalde, después. Pasaron 20 años, y las encuestas empiezan a revelar que el electorado argentino vuelve a estar harto de la política. Pero hay una diferencia: ahora parecería que el electorado se conforma con que se vayan dos.

Obviamente que se trata de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el expresidente Mauricio Macri. La opinión pública se está hartando de la grieta y de las peleas y enfrentamientos que les propone la política, pero los políticos parecen no escuchar a los propios encuestadores que ellos mismos contratan.

Por el contrario, ahora se está gestando una “grieta dentro de la grieta”, porque en la oposición se está armando una conflicto entre el expresidente Macri y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta que se lleva a cabo con “proxys” (representantes) que serían Patricia Bullrich (por Macri) y María Eugenia Vidal (por Rodríguez Larreta).

“El aspiracional de que los políticos dejen de pelearse y trabajen juntos para sacar a la Argentina de su crisis aparece desde hace bastante tiempo en todos los focus groups que organizo”, revela Carlos Fara, un encuestador que hace años decidió no publicar más sus encuestas.

Synopsis, la encuestadora de Lucas Romero, preguntó en junio si la opinión pública quería que se jubilaran Macri, Cristina Kirchner o ambos. Y aquí la sorpresa: el 88 por ciento aspira a que se jubile alguno de los dos, o directamente los dos. Concretamente, el 38 por ciento quisiera que se jubilen los dos. El 30 por ciento, que se jubile Cristina, y el 20 por ciento, Mauricio Macri. De hecho, el 60 por ciento dice que no quiere votar por el oficialismo, y casi la mitad de esos votantes quieren que se jubilen los dos.

Axioma en duda

Para Macri y para la vicepresidenta, que es considerada la “mujer fuerte del gobierno”, estas encuestas son mala noticia.

Cristina, al convocar a Alberto Fernández a que encabece la fórmula y a Sergio Massa para que conduzca la Cámara de Diputados, logró instalar el mito de que ella es “la dueña de los votos” pero que los necesitaba porque “con Cristina no alcanza y sin Cristina no se puede” (volvler al poder), según el mito.

Ese axioma ahora está en duda. Según una encuesta nacional de esta misma semana de la consultora González, Valladares, Alberto Fernández sacaría 21 por ciento como candidato a una elección presidencial, contra su vicepresidenta, que sacaría 18 por ciento. ¿Alberto, que supuestamente fue puesto por Cristina Kirchner al frente de la fórmula presidencial para que le aportara esos 5 a 10 puntos porcentuales que necesitaba para ganar, hoy le estaría ganando una interna a Cristina?

Sí, dice el encuestador Federico González, que sostiene que “Cristina Kirchner ya no es más la dueña de los votos, como se venía sosteniendo desde el kirchnerismo”. Y eso a pesar de que la misma encuesta de Synopsis, de su colega Romero, muestra que la desaprobación de la gestión del presidente Fernández ya está llegando al 66 por ciento: queda claro que la vicepresidenta no solo no se puede despegar del fracaso de su elegido, sino que mucha gente la juzga principal responsable de ese fracaso.

El dilema opositor

En el caso de la interna entre el expresidente Macri y el alcalde Larreta, la paradoja del “exdueño de los votos” es aún más sorprendente: Macri obtendría apenas 14 por ciento, contra Larreta, que prácticamente lo duplicaría, con 27 por ciento. En total, ambos espacios estarían más o menos empatados en 40 por ciento con una ínfima ventaja para la oposición.

¿Cómo explicar la vocación de buena parte del electorado para jubilar a los dos políticos considerados como primeros cultores de la grieta?

Muy simple: la gente se cansó de que la Argentina fracase y tiene una visión extremadamente negativa del futuro del país: apenas el 24 por ciento cree que la economía puede mejorar dentro de un año, según Synopsis. El 60 por ciento cree que estará aún peor, y 12 por ciento, que estará igual (igual de lo mal que ya está).

Por eso, no extraña que se adjudique la responsabilidad de ese fracaso a los dos políticos más poderosos de sus respectivos espacios, que son, justamente, los más destacados por sus conocidas vocaciones de ahondar la “grieta”.

Y no es un fenómeno solamente argentino: en todo el mundo los extremos de las grietas -que hay en muchos países- son los más sonoros en los medios de comunicación y en las calles. Pero las mayorías son menos ideologizadas que los ruidosos extremos. En lugar de River-Boca, preferirían ver a los políticos jugando en equipo, como una selección.

Si los políticos escucharan a los encuestadores que ellos mismos contratan, tendrían que apostar a ganar las próximas elecciones mostrando un plan prometiendo terminar con la grieta y poner a toda la política a trabajar por el país. Quizás, la campaña más efectiva para cada uno de los dos espacios políticos en pugna sea que los dos factotums de la política argentina anuncien su jubilación.

(*) Licenciado en socioeconomía. Director periodístico de la revista Imagen. Dirige y conduce La Hora de Maquiavelo, programa de TV sobre comunicación política y empresaria 

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