El actual gobierno está haciendo lo posible por salir del desastre heredado. Va a ser duro, muy duro, tan duro que todavía los resultados no pueden verse a simple vista. Para observar en profundidad la magnitud de todo lo que pasó en el país en las últimas décadas, es necesario hacer memoria. Lamentablemente no existe otro remedio. La administración anterior, marchaba sin rumbo. Es necesario recordar las palabras, los hechos, los gestos y las actitudes. Nadie era responsable de nada. Caminábamos por el abismo con los ojos tapados. Nadie lo discute. Hoy el argentino es crítico, pero no es culpa de los que gobiernan. La herencia de desastres no se puede revertir en pocos meses. Un país no se cura como una gripe. Es necesario atacar las causas del mal después de detectarlas. Atacar con coherencia y con remedios adecuados la enfermedad.
Parece que algunos sectores de la vida nacional no han entendido la magnitud de la herencia recibida después de veinte años de gobierno. Los mayores responsables del desastre que hoy padecemos fueron y son los políticos, por un lado, el poder sindical, y la justicia, por el otro.
Los políticos por no haber actuado con la eficacia y la valentía necesarias y por no haber estado a la altura del compromiso histórico del momento que el país vivía y obligaba a observar. Los sindicatos porque ejercieron y ejercen el poder concretamente y ponen sus ideas en práctica, sus hombres fueron y son los socios de la hecatombe. Y la justicia por estar acomodada a los tiempos políticos.
Por lo visto, no han asumido su culpa, ni reconocen, desde luego, sus errores. No habiendo transcurrido tres meses de la actual administración el sector gremialista ataca la actual conducción en todos los órdenes y continúan proponiendo soluciones que ya fueron ensayadas y que fracasaron cuando ellos mismos fueron gobierno. Se critican posturas que ellos mismos provocaron. Se reclaman platos rotos que ellos mismos rompieron. Dicen que las cosas están mal, pero no aclaran que ya estaban muy, muy mal y se olvidan de destacar que ellos fueron los que la dejaron mal.
Olvidan su sociedad y su concubinato en el fracaso del régimen que feneció el 10 de diciembre último. Olvidan sus culpas. Olvidan sus errores y reclaman soluciones de cuya puesta en práctica fueron y son ellos responsables.
Para los argentinos que hoy sufren las consecuencias de un manejo arbitrario e ineficaz, esto es realmente inaceptable. A esos argentinos les hubiera gustado escuchar un documento responsable. Un documento donde la autocrítica sea un elemento fundamental, donde se aceptaran los errores cometidos y donde se propusieran soluciones nuevas. Ganas serias de colaborar y no una actitud irresponsable, como si los sindicalistas y oposición fueran “invitados” desprevenidos del desastre que ellos mismos provocaron.
Es preocupante cómo ciertos sindicatos, liderados por figuras como los Moyano, Daer y otros, adoptan tácticas extorsivas y comportamientos mafiosos, donde bloquean empresas para que las mismas quiebren y luego sean compradas por amigos de los sindicalistas.
Estas prácticas no sólo perjudican la economía al interferir en la operatividad normal de las empresas, sino que también siembran el miedo entre los empresarios, afectando la creación y estabilidad del empleo. Además, figuras políticas como el diputado Miguel Pichetto, -que en su momento votó a favor y coordinó desde el Congreso la 125, el Memorándum con Irán, la ley de medios, la estatización de las AFJP, de YPF, de Ciccone, de Aerolíneas Argentinas y todas las barbaridades del kirchnerismo- al aliarse con grupos sindicales, impide las necesarias reformas laborales y sindicales que Argentina necesita para generar, de una vez por todas, empleo y riqueza. En Argentina, los únicos acomodados son los políticos, los jueces y los sindicalistas.
Sin empresas y sin emprendedores no hay forma alguna de llevar a cabo el proceso de ajuste y transformación económica que el país necesita. Perder esta oportunidad histórica para que el trabajo sea el vector principal de una transformación inevitable, necesaria e imprescindible que, además, votó y apoya el pueblo argentino.
Un poco de memoria
Recientes investigaciones, están demostrando que para “mantener el relato”, durante el gobierno kirchnerista se gastaron decenas de millones de dólares por año en contratos publicitarios en medios gráficos, radiales y televisivos, impresión de libros, revistas, folletería, películas, diarios digitales, cuando ese dinero bien podría haber sido utilizado en necesidades más urgentes como educación, salud, vías de comunicación, tecnologías, desarrollo de industrias, etc. Recordemos cuando la soja, “ese yuyo”, estaba a 650 dólares la tonelada.
Recordemos a Víctor Santa María, presidente del PJ porteño, líder por sucesión del SUTERH, –sindicato que arbitrariamente decide los aumentos de los encargados de edificios- además, dirige el Grupo Octubre, tiene 15 medios entre radios, canales de TV, revistas, diarios, portales y plataformas de streaming. Algo similar al Grupo América, propiedad de Daniel Vila y José Luis Manzano a quién el ex Ministro de Economía y candidato a Presidente Sergio Massa le adjudicó la empresa Edenor o al Grupo Indalo de Cristóbal López y Fabián De Souza, con decena de medios. No olvidemos a Roberto Navarro, el empresario del portal El Destape y ahora radio El Mundo. También “El Cohete a la Luna”, de Horacio Verbitsky, recibiendo una importante pauta publicitaria oficial. La adjudicación de la frecuencia de la AM 1570 a la cooperativa Radio Rebelde, que preside Luis D’Elía. El Grupo Olmos, Crónica y otros medios. Los medios estatales, la TV Pública, AM Nacional, con 49 emisoras, Agencia Télam, FM Folklórica, FM Rock, Televisión Digital Argentina, Encuentro, entre otros… Y los “mediáticos”, personajes con contratos millonarios…
No era magia, es realidad. “El vamos por todo” fue una metáfora lanzada –por la entonces presidenta de la Nación Cristina Fernández Vda. de Kirchner –precisamente en Rosario el 27 de febrero de 2012- que muy pocos comprendieron que fue lo que nos ha llevado a lo que hoy nos espanta…
El peronismo en general, y el kirchnerismo en particular, han mantenido siempre la habilidad para construir discursos, destreza para movilizar a partir de ficciones, crear territorios simbólicos, emblemas y palabras para sus seguidores, en una estructura piramidal con la cual no se discute. El poder es habilidad para comunicar, por eso los medios de comunicación son el centro del conflicto, porque la guerra gira en torno a las interpretaciones y la capacidad para construir realidades. Y como todos sabemos, en toda guerra, la primera víctima es la verdad.
Cuántas décadas venimos escuchando el “canto de las sirenas”. Pero debemos recordar que las sirenas, se disfrazaron durante mucho tiempo con cantos maravillosos, que han seducido y atrapado a los más incautos, que luego de capturarlos, los han venido destrozando quitándoles su dignidad como personas al dejarse llevar por esas melodías que han quedado detenidas en el tiempo. Ese canto era el placer inmediato, la gran tentación, ese límite que dice cuánto se le da al presente y cuánto se reserva para el futuro, pero ocultó en qué medida no se incineró el futuro…
Los profetas del fracaso
Hombres y mujeres de gesto adusto, que después de haberlo hecho todo mal, quieren ahora enseñarnos cómo debe hacerse bien. ¿Qué buscan?, ¿Qué se proponen?, nada que tenga que ver con el deseo de colaborar con un gesto patriótico de verdad.
Pero siguen y aparecen en todos los medios de comunicación, como viejos profesores que ignoran que son otros tiempos, otras palabras y otras urgencias. Se trata de políticos que nunca han terminado nada, soberbios que se creen que son los únicos salvadores de la patria.
Causas como Ciccone, ruta del dinero K; Los Sauces, direccionamiento de la obra pública a favor de Lázaro Báez, Hotesur, desvío de fondos de la mina de Río Turbio, Plan Qunita, compra de trenes chatarra a España y Portugal, Odebrecht, Skanska, la valija de Antonini Wilson, “Sueños compartidos”, Pacto con Irán, la Tragedia de Once, Vacunatorios VIP, la compra de vacunas Sputnik V y los viajes a Rusia, sobreprecios durante la pandemia, bolsos con dinero de López, Milagro Sala, la TV Pública, toma de tierras, Seudo Mapuches, las tarjetas de “Chocolate”, la compra de vehículos de AISA, el Yategate de Insaurralde, por sólo mencionar algunos hechos, presentan delitos como:
–Enriquecimiento ilícito. Fraude en perjuicio de la Administración Pública. Lavado de activo de origen delictivo. Cohecho activo o pasivo. Malversación de caudales públicos. Negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública. Peculado. Dádivas. Tráfico de influencias. Utilización de información y datos. Violación de los deberes de funcionario público.
Daños colaterales
Según las estadísticas las mayores incidencias de la pobreza en personas se observaron en las regiones Noreste (NEA), 50%; y Noroeste (NOA), 48%, en las regiones Patagónicas, 38%; y GBA, 51%. Hace más de una década que el 60% de los adolescentes argentinos no entienden lo que leen, más del 70% no es capaz de resolver un ejercicio simple de matemática y manejan un léxico de poco más de 80 palabras. Por otra parte, existen niños de 10 años que no saben leer ni escribir. En China a los 3 años comienzan a leer…
Hoy los docentes y directivos se plantean como un dilema el tratamiento institucional de problemas emergentes como la drogadicción, el alcoholismo, la violencia familiar, el embarazo adolescente, el suicidio y ahora el cambio de sexo propuesto por muchos adolescentes que “no se encuentran en el cuerpo que desean”.
En algunos casos “las adicciones son comentadas en voz baja”, pero no se discute institucionalmente cuales son las responsabilidades e incumbencias frente a estos casos. La escuela es asistencialista cuando mantiene y responde sólo la demanda presente, sin un proyecto que permita planificar acciones, desviándose el eje pedagógico y acentuando el social, con carencias significativas con relación a estrategias de participación de padres y otros actores externos a la escuela.
El rol de los políticos
Cuando los argentinos, retornamos en 1983 a la democracia existía un legítimo entusiasmo que incluía cierta sensación de que la forma de gobierno haría lo suficiente para mejorar el bienestar de los ciudadanos. No fue así. Se instaló el lema: “Roban pero hacen…” o el justificativo que: “…en este país todos roban”.
Todos los políticos de las últimas décadas han sido ciegos ante las propias faltas. El peronismo siempre tildó a la oposición de “cipayos y vende patria…” pero los hechos están mostrando otra realidad, otro relato. Personajes que viven obsesionados por el poder, son destrozados por la realidad.
Faltó la conciencia general de la convicción particular de Montesquieu: la democracia requiere de la virtud como condición misma de posibilidad. En su defecto, la corrupción concluirá en una República de despojos, con el poder en manos de unos pocos, y la licencia de todos.
Muchos políticos argentinos sólo están pendientes de sus intereses y en una lucha intestina de egos, que lo único que produce es un intenso meteorismo abdominal. El país requiere de nuevas lecturas y comprensión cabal de los retos que afronta la sociedad y el mundo.
En todas partes se halla el peronismo: en todo se mete, lucha contra todo, todo lo perturba, los gobiernos que no son de su signo, las corporaciones, las familias, y tanto combate a los grandes como a los pequeños. Triunfante por haber causado la caída de un ministro, no se preocupa por generar más fuentes de trabajo. Los medios de que esta secta se vale, por lo común, son el artificio, la mentira y la calumnia. Su fuerza consiste en las muchas personas que la componen, la amparan y la sostienen y en el secreto de sus operaciones.
Se sufren los efectos del peronismo, sin que por eso se lleguen a conocer y a veces ni aún a sospechar los ocultos resortes o manejos que los mueven, porque si es público en cuanto a sus resultados, es también tan secreta, que se hace muy difícil el acertar con el foco o el centro de sus operaciones.
Son 20 años de dar glamour a la pedrada y al descontrol. De no asumir que la inflación es el precio de los gastos del gobierno que te hacía pensar que eran gratis. De creer que la música sólo es popular si es degradada. De glorificar ídolos ignorantes o drogados. De pintar los desmanes del 2001 como una gesta. De creer que imponer el orden, el respeto por los demás y los bienes públicos son sinónimos de represión. Recordemos, además, que el Peronismo desde los años 70 inicio el terrorismo de Estado. Llamó a los militares. No quiso enjuiciar a las Juntas. No participó de la CONADEP. Indultó a generales y guerrilleros. Usó los DD.HH con fines lucrativos y de propaganda. Desarmó a las fuerzas de seguridad y muchos exguerrilleros fueron parte de su gobierno.
Sin asociación ilícita no hubiesen podido robar lo que robaron. Y esa banda delictiva alcanzó a los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Los tres integraban el gobierno. La corrupción fue masiva, sistemática y estructural.
Recordemos, también que en los últimos 20 años, lo único que no paró de crecer en el país fueron las villas miserias o asentamientos irregulares o el muy eufemístico “barrios populares”. De 1000 en el 2002 pasaron a más de 5000. ¿Dónde está “el crecimiento con matriz diversificada e inclusión social”, pregonado por los peronistas… Además, sólo recuerdan dos golpes militares: los de 1955 y 1976, donde fueron derrocados dos gobiernos de ese signo. Pero omiten el de 1930 (donde participó Perón), el de 1943 (que organizó Perón) y los de 1962 y 1966 (a los que apoyó Perón).
Es oportuno recordar, también, que durante casi 3 años millones de niños fueron condenados a no oxigenarse en los colegios, a aislarse de sus seres queridos, a ser inyectados con un experimento y a vivir en la histeria del miedo. Hoy las secuelas físicas y psicológicas son evidentes. Por otra parte, desde el Ministerio de Salud, Carla Vizotti se promovía la vasectomía y la ligadura de trompas desde los 16 años, porque desde esa edad los jóvenes ya pueden decidir sobre su cuerpo.
No se puede hacer la vista gorda. Que critiquen los que saben. Que se quejen los que realmente sufrieron y los que sufren. Que propongan los que tienen ganas de construir algo nuevo con ideas adaptadas al siglo XXI. Y que se callen para siempre los que fracasaron, los que cometieron errores, los culpables del desastre que postró a cuatro generaciones de argentinos.
Cuándo sentiremos, todos, al país como un problema de todos. Cuando les dedicaremos a las cuestiones nacionales tiempo y esfuerzo, Cuándo todos los factores de poder se jueguen por los ideales que iluminaron a nuestros patriotas. Cuándo viviremos lo social, lo económico, lo político con una pasión similar a la que volcamos detrás del último Mundial de fútbol. En definitiva, es un gran problema argentino que debemos resolver los argentinos.
(*) Periodista (publica en el portal Tribuna de Periodistas), escritor, documentalista