El presidente Alberto Fernández plantea un dilema efectista diciendo que entre la Economía y la Salud él privilegia la Salud, pero omite decir que también privilegia la Deuda y que, con ello, empeora la Economía y la Salud.
La dicotomía Economía versus Salud es engañosa:
- Primero, porque si llevamos este razonamiento al límite “no comemos” – siendo que la comida es la principal “vacuna” contra las enfermedades – y de allí que haya que hacer necesariamente importantes excepciones al respecto, pero que conllevan riesgos análogos a los de cualquier otra actividad (almacenes, supermercados, transporte, seguridad/defensa, personal hospitalario en general, bancos/cajeros automáticos, farmacias, recolección de residuos, etc.).
- Segundo, porque es discutible que deban adoptarse medidas de confinamiento extremo y generalizado para toda la población dado que los grupos de riesgo son muy diferenciados, como es el caso de la alta vulnerabilidad de personas mayores y/o con patologías previas frente a la mínima o inexistente peligrosidad para niños y jóvenes (si bien es lógicamente cierto que existen los riesgos de contagio por transmisión de terceros, que deben ser minimizados).
Además, con este tipo de restricciones – caso de “quedarse en casa” y no salir al aire libre – pueden agregarse nuevos problemas reales y potenciales para la salud física y mental de la gente como producto de la situación antinatural de reclusión casera forzosa e indefinida.
- Tercero, porque la prohibición de trabajar impuesta a la mayoría de las actividades económicas, que produce pérdidas directas e indirectas incalculables a la vida del país – se estima que se pierden entre 500 y 1.000 MD[1] por día de paro – se contrapone en forma irritante con el privilegio de la sangría financiera por pago y/o capitalización sistemática de los servicios por Principal e Intereses de la Deuda Pública, que se siguen abonando y/o refinanciando durante la Crisis.
Y en este último punto reside el problema de la valoración asimétrica de los costes que sufre hoy la Argentina desde el punto de vista económico-financiero.
El gobierno Macri, por culpa de su Política de Gobernar con Deuda sin capacidad de repago, llevó al país a la cesación de pagos en el 2018 y para sobrevivir financiera y políticamente hasta fin de su mandato apeló al sostenimiento artificial del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Esto lo hizo – conciente y deliberadamente – dejándole al nuevo gobierno Fernández la “bomba” de una Deuda impagable y con un perfil de vencimientos inmanejable, producto de los cronogramas de pago existentes más los que fueron motivo de reperfilamientos (desde Agosto a Diciembre pasado y a Febrero de este año).
Es decir, pateándole la responsabilidad de que fuese el nuevo gobierno entrante el que se hiciese cargo de las negociaciones inexorables de reestructuración de la Deuda Pública en estado fáctico de Default.
Notablemente, empero, la nueva administración Fernández no denunció este comportamiento gravoso e irracional en el momento oportuno – cuando estos hechos se estaban dando – sino que esperó asumir el poder para lamentarse de la “pesada herencia recibida” (como lo hicieron todos los gobiernos argentinos contemporáneos, desde el Proceso hasta nuestros días).
Con ello asumió – de hecho y de derecho – la legitimidad de las obligaciones históricas de arrastre y también de las nuevas deudas contraídas por el gobierno macrista en forma flagrante contra los intereses financieros del Estado Argentino.
Y sobre mojado, llovido: la pandemia del Coronavirus (Covid-19) vino a darle el “mazazo” a esta situación terminal en que, ya imposibilitado nuestro país de poder cumplir con los vencimientos “normales”, se le sumó el paro de la mayor parte de la actividad económica y su correlato con el aumento incalculable del Déficit Fiscal por incremento del Gasto Público y caída de la Recaudación Fiscal, lo que lleva inevitablemente – como ya ha sido planteado por el autor de esta nota[2] – a la disyuntiva de financiar dicho déficit con más Deuda o con más Emisión Monetaria.
Mientras tanto, mientras el país está parado y millones de argentinos padecen la merma y/o el corte directo de sus ingresos, e incluso los despidos laborales – principalmente en la Economía Informal y el Trabajo en Negro, pero como regla en todas las actividades en blanco en general – el negocio financiero no ha perdido sus privilegios de rentabilidad, empezando por el drenaje imparable de los servicios de la Deuda Pública.
Porque – ya lo hemos dicho varias veces pero cabe reiterarlo – el gobierno Fernández mantiene la política favorable a los Acreedores de “pagar mientras se negocia” una nueva reestructuración de la Deuda Pública (un nuevo Megacanje), fundamentalmente la Deuda bajo Ley Extranjera.
Y este procedimiento es tan gravoso como contraproducente.
En un momento en que caen abruptamente las tasas de interés en el Mundo a niveles menores del 1 % anual y/o cercanos a cero, el gobierno argentino sigue pagando las tasas más altas del planeta que – tipo de cambio relativamente estable mediante – están ofreciendo a los acreedores niveles de ganancia del 38 % según la Tasa de Referencia de las Letras de Liquidez (Leliq) del BCRA.
El coste financiero de esta situación, que bajo condiciones lógicas ya debiera haberse suspendido hace semanas, si no desde el momento mismo del comienzo de las negociaciones – dado el estado de iliquidez e insolvencia del Estado – continúa así desangrando financieramente las Cuentas Públicas.
El Estado Argentino, contando solamente los principales rubros de Intereses a Pagar – que son los del Tesoro Nacional y los del Banco Central (BCRA) – estaba pagando hasta ahora un promedio del orden de los 6.000 M$ diarios (≡ unos 100 MD por día).[3]
Dado que estos datos se mueven continuamente por variaciones en las informaciones sobre montos actualizados, tipo de cambio y/o tasas de interés, el cálculo ajustado a la fecha sería ahora algo menor, de unos 5.300 M$/Día (≡ 80 MD).[4]
Las cifras anuales – como se detalla en la nota al pie – dan que el Gobierno Argentino (vía Tesoro y BCRA) paga unos 2.0 B$ de Intereses por Año (≡ casi 30.000 MD), lo que implica el promedio diario citado de 5.300 M$ (≡ 80 MD) a valores de hoy, que a su vez son mucho menores que los resultantes por las Tasas Efectivas, que son producto de la recolocación permanente de ambos tipos de títulos de Deuda.
En estas gravísimas circunstancias, amén del arrastre de la nueva Crisis de Deuda vigente, se encuentra el problema de la desproporción adicional y comparativa que afecta la estructura del Gasto Público.
Como dato de referencia irritativo puede citarse que el Presupuesto de Salud – que abarca 24 Unidades Hospitalarias – previsto para el presente Ejercicio 2020 es de 224.300 M$: equivale a una sexta parte de lo que el Estado Central gasta por Intereses en el año (1.2 B$) y 11 veces menos de lo que se gasta por el mismo concepto entre el Tesoro y el BCRA (los 2.0 B$).
Las erogaciones por Intereses de la Deuda del Estado que se pagan en un sólo día – considerando no solamente el costo financiero de las tasas nominales sino también el de las tasas efectivas – equivalen o superan así, por ejemplo, al Presupuesto del Hospital de pediatría Garrahan en un año, que es de 6.746 M$ (!).
Al presidente Fernández le preocupa que la Salud esté primero que la Economía pero nada dice acerca de que, en la práctica, la Finanza – por los Intereses de la Deuda – en el marco de la trampa de Deuda Perpetua que rige sobre la Argentina, viene a quedar por igual o por encima de la Salud.
[1] Las abreviaturas MD/M$ y B$ significan Millones de Dólares/Pesos y Billones de Pesos respectivamente y se expresan siempre con redondeo, por lo que pueden darse mínimas diferencias entre totales y sumatoria de términos. Estas cifras se muestran normalmente con su equivalencia (≡) monetaria.
[2] Este tema está tratado extensamente en el artículo del autor sobre “Deuda Pública o Moneda Paralela”, del pasado 25.3.
[3] Según el cálculo del autor, detallado en “La Deuda Pública en tiempos de Coronavirus”, del 22.3.
[4] Los Intereses a Pagar por parte del Tesoro Nacional – según el Proyecto de Ley de Presupuesto 2020 (que se encuentra pendiente de tratamiento hasta que se logre un acuerdo sobre el nuevo Megacanje de Deuda en curso) – consignan 1.2 B$ en el Ejercicio (≡ 18.000 MD), lo que da un promedio de 3.300 M$/Día (≡ 50 MD).
Paralelamente, el BCRA paga y/o capitaliza Intereses por Leliq y Pases Pasivos por otros 2.000 M$ diarios (≡ 30 MD); lo que anualizado da unos 700.000 M$ (≡ 10.800 MD).
Los importes son en realidad mayores porque estos números están tomados a tasas nominales anuales, hoy del 38 % para Leliq (plazo 7 días) y del 15 % para Pases (a sólo 1 día), que devienen obviamente mucho menores en relación a las tasas efectivas por recolocaciones permanentes de los acreedores financiero-bancarios en este tipo de operaciones.
La suma de Tesoro más BCRA da así un total conjunto de Intereses a Pagar de casi 2.0 B$ anuales (≡ 29-30.000 MD): un promedio diario de más de 5.300 M$ (≡ 80 MD).
(*) Licenciado en Administración y Finanzas y experto en Deuda Pública y Externa.