Columnistas

La «malvinización» de la pandemia

Por Gastón Bivort (*)

El 5 de mayo pasado, durante el lanzamiento de un Plan de viviendas en la localidad de Ensenada y con la presencia del Presidente, la Vicepresidente y el gobernador de Buenos Aires, el intendente ultrakirchnerista Mario Secco sorprendió a su audiencia al utilizar una frase del General Galtieri tristemente recordada. Parafraseando al dictador y dirigiéndose a la oposición, espetó: “Si quieren venir que vengan, estamos preparados para darles batalla en las elecciones”.

La elección de la frase no podía ser más desafortunada. Recuerda el exitismo irracional y el nacionalismo chauvinista en el que fue embarcada la sociedad argentina como consecuencia  de la irresponsable decisión del gobierno militar de entonces. Recuerda también la tragedia que asomó posteriormente cuando caímos en la realidad de que habíamos sido engañados. El precio lo pagaron muchos jóvenes de 18 años que ofrendaron su vida o que quedaron con marcas imborrables en sus cuerpos y en sus espíritus. La expresión de Secco, sin dudas, denota una alarmante falta de empatía con nuestros héroes de Malvinas y con sus sufrientes familiares.

Pero como este intendente oficialista quiso llevar su proselitismo al terreno de la historia, vamos a darle el gusto; nos sobran elementos para elaborar una incómoda analogía entre los gobiernos de Galtieri y de Fernández en relación al manejo de la guerra de 1982 y al de la pandemia actual.

En 1982, el General Galtieri cubrió de épica patriótica una decisión que tenía como único objetivo aferrarse al poder. La economía estaba desmadrada y, el pueblo argentino, que alguna vez había celebrado el orden a cualquier precio, la fiesta mundialista y las bondades de la plata dulce, había comenzado a dar muestras visibles de malestar. Para Galtieri, la recuperación de las islas era un golpe maestro que permitiría recuperar algo del prestigio perdido.

Galtieri, dando muestras de un desconocimiento total de los rudimentos de la política exterior, confió en que los ingleses no iban a movilizar su flota para trasladarse al sur del continente americano. No van a venir, están muy lejos –afirmaba el dictador-. La misma afirmación, mostrando en este caso un alarmante desconocimiento sobre la pandemia, utilizó el entonces ministro de salud Ginés Gonzalez García refiriéndose al virus que ya asomaba en China a fines de 2019.

Finalmente, como ocurrió el 1 de mayo de 1982 con  el arribo de los ingleses, el virus también llegó. Debo decir que si bien el peronismo logró mutaciones asombrosas (del nacionalismo del primer peronismo al neoliberalismo de Menem, pasando en los 70 por la izquierda revolucionaria y el extremismo de derecha de la Triple A), no pudo crear aún un virus, no por lo menos de carácter biológico; sin embargo, cuando el coronavirus apenas apareció por estas tierras, Alberto Fernández se aferró a él como Galtieri a la causa de Malvinas.

Cómo sucedió con Malvinas, hubo al principio un desmedido exitismo. Las filminas, que mostraba el profesor Fernández cada vez que anunciaba una nueva prórroga de la cuarentena, nos decían que estábamos ganando, que éramos los mejores. La realidad demostró después la inexactitud de esos datos, como en 1982. Propagandas cargadas de chauvinismo patriotero como el institucional de YPF que aparecía recurrentemente en las pantallas el año pasado o la publicidad oficial que se hizo recientemente para celebrar la llegada de “10” millones de vacunas, nos remiten también a 1982.

Antes de los estragos causados por esta segunda ola de la pandemia, que reflejan el fracaso de la gestión sanitaria, Fernández, cual Galtieri en el balcón, tuvo su minuto de gloria; así lo indicaban los números de las encuestas de imagen realizadas en los primeros días de la cuarentena. Gran parte de la población estaba obnubilada y acompañaba al gobierno en sus críticas a quienes se quejaban por la pérdida de derechos elementales como el de trabajar o educarse. Igual a como se señalaba con el dedo a aquellos que creían que ir a la guerra contra Gran Bretaña era una loca aventura condenada al fracaso. Los anticuarentena de hoy eran los antipatria de ayer.

La guerra y la pandemia, se utilizaron también como cortina de humo para ocultar otras cuestiones. En 1982, fue la crisis económica de entonces y los desaparecidos; en 2020, la liberación de los presos, la estatización de Vicentín y la reforma judicial.

Mientras tanto, médicos mal pertrechados peleaban y siguen peleando en las trincheras de hospitales decadentes, sin las «armas» necesarias, igual que los chicos de la guerra esperaban los bombazos del enemigo en sus pozos de zorro. Vale acá el eterno reconocimiento a los soldados de Malvinas y a los médicos de la pandemia, unidos por el gesto heroico de ofrendar su vida por otros argentinos.

Víctor Hugo y C5N son una mala copia de Gómez Fuentes y ATC, y el “Unidos por Argentina”, un programa especial que condujo Fabiola Yañez a fin de recaudar donaciones para afrontar la pandemia, es la réplica de las “24 horas por Malvinas” de Pinky y Cacho Fontana. Nunca se supo el destino del “fondo patriótico” recaudado. ¿Se sabrá ahora?

Luego de la guerra de Malvinas se conocieron testimonios de ex combatientes que daban cuenta de los privilegios que tenían muchos de los jefes militares en las islas, mientras los soldados tenían que salir a matar ovejas para alimentarse. Cualquier parecido con el vacunatorio VIP no es pura coincidencia.

Malvinas terminó siendo un boomerang para Galtieri. La guerra que íbamos a ganar culminó en un rotundo fracaso que significó el final de la dictadura, dejando un saldo de casi 700 muertos y miles de soldados heridos o con daños psicológicos. La sociedad argentina se sintió estafada. El mismo sentimiento que se observa hoy, con más de 70000 muertos e innumerables personas dañadas psíquica y económicamente por el encierro eterno. Ese sentimiento de haber sido estafados por un gobierno que por ceguera ideológica despreció millones de vacunas que ofrecía Pfizer y prefirió vacunar primero a los suyos, aunque tuvieran 20 años y ninguna condición de esenciales. Quizás muchos rostros conocidos seguirían entre nosotros si se hubieran destinado a ellos esas vacunas. No es delito «saltarse en la fila» dijo el profesor de derecho.

Por lo tanto, intendente Secco, además de constituir una afrenta a nuestros héroes de Malvinas, no fue acertada la frase que utilizó, ya que nos lleva a comparaciones que pueden transformara Malvinas en una cruda metáfora de la realidad que nos toca vivir.

Y así como el gobierno militar de Galtieri tuvo su combate final en Puerto Argentino, el Frente de Todos lo tendrá en las urnas: ya todos sabemos que pasó en la infausta madrugada del 14 de junio de 1982.

(*) Profesor de Historia, vecino de Pilar

 

One Comment

  1. EXCELENTE NOTA del Dr. Gastón Bivort. La certeza de sus comentarios, la sencillez en el desarrollo, y la honestidad intelectual que muestra, me recuerda que de esos padres que tuvo y tiene (papá y mamá), no puede emerger otra cosa que una persona inteligente, razonable y capaz. Tal como demostró ser también su hermano Sergio, cuando le tocó ejercer la función pública, en el peor momento de crisis econímica y política del país. Gracias Gastón, gracias Sergio, y gracias Coca. Hijos de tigresa se nota que son.

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