Columnistas

La pobreza está en los mismos niveles que en 2003, cuando asumió Néstor Kirchner

Por Pablo Portaluppi (*)

El 25 de marzo de 2004, el INDEC, en su hoy habitual reporte relevado sobre 28 aglomerados urbanos, que comenzó a hacerse justamente ese año, informaba que en el segundo semestre de 2003, la pobreza en la Argentina alcanzaba al 47,8% de las personas. Lo que mostraba una reducción de la misma en comparación con los primeros seis meses de aquel año, cuando los pobres llegaban al 54%.

Es decir, que cuando el ex Presidente Néstor Kirchner llegó al poder, el 25 de mayo de 2003, la pobreza alcanzaba a más de la mitad de la población, luego de la crisis de 2001 y de la devaluación propiciada por el gobierno de Eduardo Duhalde.  

Hace pocas semanas, más precisamente el 27 de septiembre, el organismo comandado por Marco Lavagna informó que el 40,1% de los argentinos son pobres, lo que representa casi 12 millones de personas. Los resultados corresponden al primer semestre de 2023.

Sin embargo, el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina estimó que si se quitaran los planes sociales que reparte el Estado, la pobreza llegaría a un 55%.

Es decir, los mismos niveles que hace 20 años.

En aquel momento, el único programa social que había en el país era el Plan Jefes y Jefas de Hogares Desocupados, implementado por Duhalde el 17 de mayo de 2002, a través del decreto 565 de aquel año.

El plan consistía en el pago de $150 destinados a “jefes/as de hogar con hijos de hasta DIECIOCHO (18) años de edad, o discapacitados de cualquier edad, y a hogares en los que la jefa de hogar o la cónyuge, concubina o cohabitante del jefe de hogar se hallare en estado de gravidez, todos ellos desocupados y que residan en forma permanente en el país”.

El mismo abarcaba aprox. a 2 millones de familias.

En el cálculo de pobreza de aquel año, se incluía a dichas personas, ya que la Canasta Básica Alimentaria (CBA) era entonces de $718 para una familia tipo (dos adultos y dos menores), y de $326,80 para no caer en la indigencia.

Al tipo de cambio de entonces, eran 240 dolares en el primer caso y u$s 109 en el segundo.

Por lo tanto, el monto de un plan Jefas y Jefes, de $150, representaba menos de la mitad del dinero requerido por una familia tipo para salir de la indigencia.

La situación cambió por completo en la actualidad. Pero solo en cuanto a la cantidad de ayuda estatal.

El año pasado, el 51,7% de las personas estuvieron alcanzadas por algún tipo de asistencialismo por parte del Estado. Los datos fueron elaborados por la Encuesta de la Deuda Social Argentina EDSA Bicentenario (2010-2016), EDSA Agenda para la Equidad (2017-2025) y el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), y mostraban que semejante índice apenas lograba mantener relativamente quietos los datos de pobreza e indigencia, pero estaba lejos de mejorar las condiciones de vida de la población.

“Este número incluye la Asignación Universal por Hijo (AUH), los planes Potenciar Trabajo, Alimentar y Progresar, las pensiones no contributivas (que son aquellas que no requieren aportes en la vida laboral y que entregan un ingreso del 80% de la jubilación mínima, además del PAMI) y otros programas nacionales como Más y Mejor Trabajo. A su vez, excluye a todas las jubilaciones contributivas y las que son por moratoria”, decía hace menos de un año Agustín Salvia, director del Observatorio Social de la UCA.

La evolución de los planes sociales a lo largo de estos veinte años es inquietante y explica, tal vez, la situación política actual. Son, a todas luces, virtualmente una política de Estado.

De acuerdo con los datos de ese centro de estudios, las personas alcanzadas por asistencia social representaban el 32,9% de la población en 2010. Ese número subió a 40,3% cinco años después, cuando terminó el segundo mandato de Cristina Kirchner.

Mauricio Macri dejó la presidencia en 2019 con un 43,8%. En tanto, Alberto Fernández lo llevó, en plena pandemia, al 55% de la población. Y al 52%, de acuerdo a las últimas cifras.

Es decir, que a pesar de semejante asistencialismo estatal, la pobreza llega al 40%, y subiendo. Si se quitara toda esa maraña de planes, los índices se dispararían. En un escenario con inflación creciente, los números pueden empeorar.

Desde 2003 para acá, la incidencia de la pobreza se mantuvo en el mismo lugar, subiendo y bajando un poco de acuerdo al periodo. Pero lo que cambió es que se fue tejiendo una gran telaraña de asistencia social que tiene cautivos a millones de argentinos.

Cuando Kirchner dejo el poder en 2007, la pobreza llegaba al 37%. Ya en tiempos de su esposa, desde 2013 el gobierno decidió invisibilizar a los pobres y dejo de medirlos.

Durante la administración de Cambiemos, la pobreza alcanzo 35% a fines de 2019. Pero cabe consignar que la misma se media contemplando los crecientes planes sociales.

Según informó el Indec hace pocos días, una familia tipo en 2023 debe ganar $319.000 al mes para cubrir el 100% de sus necesidades básicas, y no ser técnicamente consideradas “pobres”. Y $147.881 para no caer en la indigencia.

Al tipo de cambio blue de hoy, $1000, 319 dólares en el primero caso y 148 para no ser indigente.

Es decir, que en 20 años la CBA aumentó más de un 30% en dólares, si se toman los valores de diciembre de 2003 (U$S 240).

Después de la gran crisis de 2001-2002, y contando los gobiernos de Néstor Kirchner, Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández, los índices de pobreza continúan siendo casi idénticos. Evidentemente algo no estaría funcionado correctamente.

 

(*) Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital

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