El resultado electoral obtenido por Patricia Bullrich en las elecciones generales, no fue el esperado. Si bien consiguió retener buena parte del voto que en las PASO se había inclinado por su rival, Horacio Rodríguez Larreta, hubo una porción que no la acompañó, y viene siendo tiempo, de analizar ciertos hechos que motivaron ese resultado.
Como primera y fundamental medida, es sustancial relevar el comportamiento del electorado en provincias que están en manos de un aliado fundamental de lo que fue Juntos por el Cambio, el radicalismo. En alguna parte leí en estos días que el radicalismo le dio al Pro, extensión territorial y el PRO le otorgó a la UCR relevancia. Me parece una frase bastante ajustada a la realidad.
Veamos. En la provincia de Santa Fe, el gobernador recientemente electo, Maximiliano Pullaro, soldado del economista Martín Lousteau, obtuvo hace menos de un mes, casi el 60% de los votos, una elección excepcional. Pero en la presidencial del domingo, Juntos por el Cambio, apenas sacó el 23% de los votos.
No puede desconocerse el fenómeno de la regionalización política. Es cierto que los ciudadanos votan un espacio para gobernarlos localmente y bien pueden optar por otra cosa para conducir el país. Pero 40% de diferencia solamente se explica porque el aparato de Pullaro se tomó vacaciones, con la manifiesta idea de perjudicar a Bullrich. No hay otra forma de considerarlo.
En la provincia del Chaco, el radical Leandro Zdero le ganó la gobernación a Jorge Capitanich con casi el 47% de los votos, pero para la elección presidencial, la candidata del espacio obtuvo apenas el 24%, la mitad. ¿Alguien trabajó la elección en el Chaco? Da la sensación que no.
En la provincia de San Juan, el radical cercano a Lousteau, Marcelo Orrego, ganó la gobernación con el 51% de los sufragios. Pero la candidata presidencial obtuvo solamente el 23% de las voluntades. Casi treinta puntos porcentuales de diferencia. ¿Alguien puede creer que si aparato político se hubiese puesto en marcha es posible semejante diferencia?
En Jujuy, Gerardo Morales fue electo gobernador en 2015. Desarmó el aparato de Milagro Sala que le garantizaba una base al peronismo muy importante. Fue reelecto en 2019 y en 2023, mandó a su delfín Carlos Sadir, que obtuvo la friolera del 49,50% de los votos, un resultado que solo puede obedecer a un armado político típico de las provincias del noroeste. Pero, para las presidenciales, Bullrich solo consiguió el apoyo de menos del 20% de los electores. Traición.
Después de las decisiones tomadas por Bullrich en el día de ayer, posiblemente influidas por esta traición evidente, el radicalismo tendrá en un nuevo espacio, la oportunidad de demostrar su valía para construir, dado que a hoy y desde hace tiempo, solo ha demostrado capacidad de daño.
Nacido como lo soy en el partido centenario, y todavía afiliado al mismo, lo asevero con dolor pero con total seguridad: desde que el Movimiento de Renovación y Cambio, la Coordinadora y el liderazgo de Raúl Alfonsín, sucumbieron a la hiper, la UCR cayó en manos de dirigentes de más proclives a ejercer la mayordomía del peronismo a cambio de chirolas, y solo ha demostrado capacidad de destrucción y por cierto, servilismo al partido del General.
(*) Abogado constitucionalista. Ex coordinador de la Comisión de Derecho Electoral del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y autor del libro «La fiesta de la oligocracia». Ex director ejecutivo de la Organización de Estudios Sociales y Políticos (OESYP) y presidente de la Asamblea Permanente en Defensa de la Constitución (APDC). Ex Director de Contenidos de Radio Continental y Continental web.