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Usted cuida su salud o solo está preocupado por vacunarse?

Por Gustavo Vieyra (*)

Si la respuesta es «ambas cosas», lo felicito. Si solo es la primera, quizás debería agregar algo de atención a como prevenir el virus. Pero si solo está preocupado por vacunarse y no tiene la más remota idea de cómo está su salud, esta en serios problemas.

Para hablar de salud en los mismas términos, valdría la pena recordar que la Organización Mundial de la Salud, la define como el «estado de bienestar físico, psíquico y social de un individuo». Por lo tanto, existe la posibilidad de que nos enfermemos tanto por situaciones que nos comprometen desde el aspecto psicológico como por nuestro entorno social.

Si limitamos nuestros cuidados solo a mantener nuestro cuerpo sano, es un esfuerzo poco eficiente al momento de esperar como resultado, mantenernos saludables.

Nuestro estado emocional y social está muy influenciado por el entorno. Los «estresores externos», son situaciones que nos afectan y que van más allá de nuestra persona. Este es el caso de las guerras, los estados de convulsión política y económica o las crisis sanitarias. Estos tres aspectos se encuentran absolutamente interrelacionados, de modo que cualquier desequilibrio en uno de ellos, genera consecuencias en los otros. Afortunadamente, los cambios positivos, también se comportan de la misma manera.

Los estados de ánimo y nuestro cuerpo se conectan a través de los genes. Los estudios en depresivos severos muestran que se producen alteraciones en una porción de ellos que se denominan Telomeros. Estos, regulan la longevidad de los tejidos. Al ser afectados, se reduce la vida de los individuos.

De la misma manera, los estados depresivos aumentan las chances de desarrollar eventos coronarios o pueden agravar la evolución de patologías oncológicas. Esto último ha sido bien documentado en las pacientes que requirieron cirugía de cáncer de mama, donde la evolución pos quirúrgica de la paciente estuvo en directa relación con el grado de contención social, emocional y afectiva que recibía.

El aislamiento social hoy tiene una particular importancia. Actualmente se da una situación paradójica, donde por un lado se lo promueve para «proteger nuestra salud» debido al peligro latente de la «Pandemia por Covid 19» y por otro lado se lo trata de combatir cuando se presenta espontáneamente en algunas sociedades. Un hecho que se ve agravado si hay una tendencia patológica a vivir en soledad.

Desde el año 2017, tanto el Reino Unido como en Japón, más recientemente, han creado áreas con rango ministerial («Loneliness Ministry») destinadas a resolver el aislamiento y la soledad que se presenta en un amplio sector de sus sociedades. Esta condición especial, deriva en altas tasas de suicidios, descenso pronunciado de la tasa de natalidad y severos perjuicios en el área económica. En el Reino Unido se calcula que cada persona severamente aislada le cuesta al estado £9700 por año. Esto pone en evidencia la imperiosa necesidad de darle un tratamiento muy especial.

Cuando se hace foco en un solo aspecto desde el punto de vista sanitario, como es el caso de la pandemia por Covid, en detrimento de otros temas, las consecuencias pueden ser graves. A comienzos del 2020, la Sociedad Argentina de Cardiología alertó sobre las consecuencias de estar «solo» enfocados en el tema Covid 19.
En un trabajo en el que compararon el primer trimestre 2019 contra el primero de 2020 se observó un aumento comparativo de la mortalidad por Infartos, siendo dos de las principales causas, la evolución en domicilio de los infartos al minimizarse cualquier otro síntoma no relacionado al Covid y la consulta tardía en los centros asistenciales por temor al contagio. Esto redujo las posibilidades de salvataje del tejido cardiaco amenazado, algo que habitualmente se logra cuando la consulta es temprana.

El sueño nocturno, en cantidad y calidad adecuada de horas, es fisiológica y metabólicamente indispensable para el mantenimiento de nuestro cuerpo. A lo largo de las distintas fases del sueño nocturno se producen la depuración de desechos tóxicos, la reconstitución de nuestros tejidos y la liberación de hormonas como la de crecimiento, algo que nos mantiene fuertes y saludables. Lamentablemente, las situaciones de estrés crónico generalmente alteran la calidad y cantidad de nuestro sueño privándonos de esos ciclos biológicos vitales.

Hasta aquí, como vemos, el mantenimiento de un «estado saludable», es un tema más complejo de lo que imaginamos, dependiente de múltiples variables que no siempre son tenidas en cuenta pero que son la condición básica, para que cualquier otra medida que se tome frente a situaciones puntuales, sean realmente efectivas.

Podríamos concluir que siempre la mejor opción es y será, primero: cuidar nuestra salud y después ocuparnos, en este caso, de vacunarnos.

(*) Médico cardiólogo, docente universitario, ex presidente del Distrito Conurbano Norte de la Sociedad Argentina de Cardiología, responsable de Arritmias y Marcapasos del hospital Bernardo A. Houssay (retirado), cardiólogo  del Hospital Británico, vecino de Pilar.

 

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