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Scaloni y un estilo de liderazgo que interpela a nuestra dirigencia

Por Gastón Bivort (*)

Acababa de terminar la brillante exhibición de fútbol de nuestra selección que derrotó sin atenuantes al buen seleccionado croata, y todas las luces se posaron rápidamente sobre ese puñado de excelentes jugadores que tiene la Argentina y fundamentalmente sobre Messi, el “distinto”, que había vuelto a asombrar con su jugada “maradoniana” del tercer gol.

Mientras esto ocurría, casi al margen de los festejos, lejos del protagonismo y tratando de contener sus lágrimas, se encontraba un entrenador cultor del bajo perfil, la humildad y la moderación, del cual muchos dirigentes debieran aprender. Un extraordinario discípulo, junto a Aimar y Samuel, de aquella recordada y querida escuela de José Pekerman que regaba de fútbol y de valores todos y cada uno de los estadios donde se disputaban los campeonatos de fútbol juveniles.

La escuela de José Pekerman era escuela de fútbol, sí, pero también de vida. Sus selecciones no solo ganaban jugando con una estética inolvidable, sino que también se llevaban, casi siempre, el premio fair play. El mensaje de José, otro gran cultor del perfil bajo y la palabra justa, era claro y contundente.

A juzgar por sus declaraciones y actitudes, Scaloni es un fiel intérprete de lo que aprendió en sus años de futbolista bajo tamaño liderazgo y hoy lo ejerce del mismo modo sobre sus dirigidos, agregándole su impronta, claro. Pero… ¿en qué consiste el estilo de liderazgo de Scaloni y por qué debiera interpelar a nuestra dirigencia política?

En primer lugar, y a pesar de su inexperiencia original como DT, no le tembló el pulso para aprovechar la oportunidad que se le presentaba, tomó conciencia rápidamente de lo que representaba tamaña responsabilidad, se preparó para ello en tiempo récord y asumió el desafío. ¿Es consciente la dirigencia política argentina de lo que implica asumir un cargo público, de las expectativas que hay detrás de su gestión y del poder de transformación que tiene entre sus manos? ¿Se prepara a conciencia para estar a la altura de la función que tiene que desempeñar?

Scaloni trató siempre de bajar los decibeles, de desdramatizar el fútbol, pero sabe lo que este deporte significa para los argentinos y la enorme frustración que hubiera significado la pronta eliminación. Por eso sus lágrimas y las de Aimar en el partido ante México. Al mismo tiempo, es consciente de la alegría que puede generar el éxito de la selección para una sociedad triste y desesperanzada. Por eso mismo el llanto contenido al terminar el partido con Croacia.

Hace pocos días atrás, luego del partido con México, había declarado: “…Cada vez que tengas que jugar un partido así, con la Selección siempre va a ser así…es difícil hacerle entender a la gente que mañana sale el sol, ganes o pierdas…”. Antes del mundial, con 37 partidos invictos y una Copa América, ya había declarado que el “fútbol es un juego y nada más que eso”. Siempre intentó introducir la moderación y el equilibrio sin dejar de empatizar con la gente. Para que tomen nota algunos dirigentes.

Un líder como Scaloni sabe elegir a sus dirigidos. Hizo un seguimiento minucioso de cada uno de ellos antes de convocarlos, renovando el plantel con una generación de jugadores totalmente nueva que rápidamente interpretó su mensaje. Después del triunfo ante Países Bajos dijo de ellos lo que era evidente: “Esta selección juega para la gente, por el honor, no por el dinero”. Habría que preguntarse si nuestra dirigencia gobierna realmente para la gente y para quedar en el bronce y no por el dinero mal habido que le pueda generar su posición de poder.

En todo momento se rodeó de los mejores, y no titubeó en hacer cambios sobre la marcha poniendo como titulares a jugadores como Enzo Fernández o Julián Álvarez que no estaban en los planes de nadie. Messi, más allá de ser el mejor y su jugador emblema, se convirtió también en su principal asesor, sin problema alguno de cartel y sin menoscabar su autoridad. En la vida real los mejores, los más capaces, los más aptos para desempeñar funciones en las distintas áreas no llegan a lugares de decisión, no son reconocidos o se van del país. Mientras tanto, una caterva de políticos que hasta acá no hizo otra cosa que vivir del empleo público se recicla permanentemente en el poder pasando sin sonrojarse de un lugar a otro.

Trató de que su figura pasara desapercibida luego de ganar la Copa América en Brasil y mientras duró su invicto de 37 partidos; pero levantó su perfil rápidamente tras la derrota con Arabia saudita al afirmar públicamente: “…No queda otra que levantarse, es un día triste, debemos levantar la cabeza y seguir…”. Ninguna excusa. A hacerse cargo y seguir adelante, a diferencia de nuestros gobernantes especialistas en poner mil y una excusas a su ineficiencia: la pandemia, la guerra, los empresarios inescrupulosos etc. etc. Eso sí, en épocas de bonanza nuestros políticos vernáculos no dudan en atribuirse todos los éxitos.

Scaloni no vende humo en tiempos donde el “vendehumismo” se ha convertido en el deporte nacional, con el actual ministro de economía como abanderado. Es honesto y transparente y solo promete trabajo, nunca resultados. Aseguró que la Argentina no tiene la obligación de salir campeón del mundo y que es un error pensar así porque el rival también juega y existen otros factores que pueden influir en el resultado. Pero para él, lo que es innegociable es la actitud.

En septiembre de 2021, luego de vencer a Brasil en esa recordada final, fue de visita a la escuela donde cursó la primaria, en su querido Pujato e ingresó a un aula para charlar con los alumnos. La directora de la escuela, testigo, de ese encuentro, comentó “…Estaba emocionado. Les dijo a los chicos que nunca se olviden de que lo más importante es la actitud frente a lo que hagan, sea juego, trabajo, deporte o la vida misma…”-

Hace poco en un acto en Pilar, CFK prometió recuperar “la alegría perdida”, sin hacer referencia alguna al trabajo y al esfuerzo que supone construir un país mejor. Falsas y demagógicas promesas que son la antítesis del liderazgo scaloniano.

Scaloni es respetuoso y moderado al declarar y cuida cada palabra para evitar que alguien pueda sentirse ofendido. Tras el partido con los Países Bajos no quiso engancharse en la crítica al arbitraje afirmando que conocía al árbitro y tenía una buena relación con él. Habla de los rivales con admiración. Antes del partido con Croacia dijo de Luka Modric: “…es un placer que esté adentro de la cancha y verlo jugar. Es un ejemplo para muchos, no solo por su calidad sino también por su comportamiento…”. Cuanto para aprender en un país donde el adversario, el que piensa diferente, se transforma automáticamente en enemigo.

En una entrevista reciente, Rodrigo De Paul ponderó el trabajo de Scaloni. Habló de la preparación minuciosa que hace el DT de cada partido y de cómo lo que dice, termina ocurriendo. Reconoce en él un personaje creíble y con enorme poder para convencer “Si son las 10 de la mañana -afirmó el jugador- y Scaloni nos dice buenas noches, todos decimos que es de noche”.

En tiempos donde se observa una evidente carencia de ejemplos para mostrarles a nuestros jóvenes, reconozco que me emociona ver una figura pública como el DT de la selección argentina que habla poco y transmite mucho con su ejemplo y su coherencia.

Quizás también pueda ser ejemplo para quienes conduzcan el país en el futuro.

Ojalá algún día tengamos un presidente que nos diga a las 10 de la mañana que es de noche y todos nos vayamos tranquilos a dormir.

 

(*) Profesor de Historia, Magister en dirección de instituciones educativas de la Universidad Austral, vecino de Pilar, referente de Pensar Pilar-para una democracia con valores

 

 

 

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