Judiciales

La justicia provincial en el ojo de la tormenta: investigan irregularidades en distintos municipios

La motosierra libertaria de las fuerzas del cielo parece no limitarse a la Nación. Forzadas por las irregularidades detectadas en el Ministerio que conduce Cúneo Libarona, la justicia federal y su similar de la provincia de Buenos Aires encararán también sendos procesos de «purificación» en sus respectivas jurisdicciones.

Mientras el ministro de Justicia del presidente Milei recorre las dependencias de la cartera y descubre situaciones hasta absurdas y descabelladas, que no condicen con el deber ser de un organismo del Estado nacional, los máximos tribunales de justicia de la Nación y la provincia decidieron medidas parecidas como para no aparecer tan rezagados frente a lo que se propone desde el ministerio libertario.

Recordemos que hace un par de días Mariano Cúneo Libarona se sentó en un canal de televisión para contar, por ejemplo, que de los 7.035 empleados que “heredó” de la gestión anterior, “2.503 están de sobra”. Entre el 15 y el 20 por ciento son “ñoquis”, indicó antes de referir que realiza recorridas por inmuebles del Ministerio para supervisar el funcionamiento de las distintas dependencias y es allí donde encuentra situaciones insólitas.

Señaló que “varios organismos están en plena investigación” aún y que no puede revelar mayores datos. Sin embargo, denunció que en un depósito encontró funcionando “una cueva”. “Otra dependencia era la casa de un empleado”, continuó. Ahí encontré a “un señor en musculosa y ojotas haciendo una milanesa y mirando televisión”.

“En otra dependencia pasan dos señores y señoras con toallas, toallas, duchados”, añadió el ministro y reveló que vio “bolsas, ropas y colchones”, al tiempo que precisó que en otra de las oficinas dependiente de su cartera «figuraban 75 empleados, y cuando llegamos había siete».

En el ámbito federal, la tarea comenzó con discretas conversaciones entre magistrados entre sí y con sus empleados, y abundan las sugerencias en cuanto a mantener un bajo perfil y, al mismo tiempo, acelerar las causas que se relacionen con corrupción en el Estado.

En jurisdicción bonaerense, en tanto, las cosas no son tan sencillas. Al parecer hay demasiados flancos abiertos en lo que a conductas inapropiadas o irregularidades se refiere. Desde insoportables presiones de la política a los jueces y fiscales puestos a investigar casos como el de «Chocolate» Rigau (acá presionan todos: peronistas, radicales, Juntos; zafan los libertarios porque son nuevos en estas lides), hasta «cajas» de todo tamaño y para todos los gustos.

En ese sentido, se habla de cajas que son muy del agrado de algunos jueces y fiscales, y de otras, un tanto más modestas -pero no mucho-, que brindan no poca satisfacción a algunos trabajadores, ubicados ellos en sectores más que propicios para hacerse de unos pesitos extra. Por ejemplo, cuando de puro «gauchitos» le anticipan a algún desventurado deudor que le está por caer un embargo (para que esconda el bien o cambie su titularidad, lo que prefiera), o cuando, también por generosidad, «agilizan» una reunión entre el magistrado para el que se desempeñan y el abogado de algún señor involucrado en algún comercio ilegal.

La justicia bonaerense presenta también un complejo entramado de relaciones familiares, ya que esposas, hijos/as, yernos, nueras, de políticos en ejercicio -y de los propios jueces y fiscales- encuentran en el sector cálido y confortable cobijo. Para no hablar de la cantidad de «operadores» que deambulan por sus pasillos buscando favores para tal o cual personaje, siempre poderoso.

No será tarea fácil desentrañar este desmadrado laberinto y poner en caja (de la buena), a los actores de uno de los poderes fundamentales en el contexto institucional de la provincia, pero ya va siendo hora de comenzar. Por el bien de todos.

 

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