Municipios

Mucho verano, pero por los bajos salarios sigue la sangría de profesionales en la salud de Pilar

Si bien la crisis en el sector viene desde hace tiempo, la situación se agudizó después de la pandemia, cuando el municipio resolvió no renovar contratos ni acceder a los aumentos que reclama el personal de cara a una inflación que con prisa y sin pausa se devora los salarios

Estos últimos días, el desguace del sistema desde el punto de vista del plantel que se necesita para mantenerlo en funcionamiento siguió con la renuncia de dos neurólogos que se desempeñaban en el hospital Falcón, donde es frecuente la carencia de médicos de guardia, hecho que se repite en el de Presidente Derqui, donde los profesionales se cansaron de trabajar el doble por la misma plata.

La falta de personal hace que los que permanecen en sus puestos deban sobrecargarse de trabajo, lo que sumado a un básico que no supera los 50 mil pesos, provoca el cansancio lógico y el deseo de buscar rumbos más promisorios en el sector privado.

Al mismo tiempo, los salarios de hambre han generado un fenómeno que se observa tanto en lo púbico como en lo privado: la multiplicación de médicos/as extranjeros urgidos de un ingreso, aún mínimo, sobre los que, aunque deban revalidar sus certificaciones en el Ministerio de Salud de la Nación, no son pocos los pacientes que expresan sus dudas respecto a su sapiencia.

Aclaración necesaria: nada más lejos de quien suscribe esta nota la xenofobia -nos parece bárbaro que la gente trabaje de lo que estudió y en lo que se formó-; sólo consignamos el sentimiento de mucha gente que cada vez se siente más desprotegida por el Estado en lo que a salud concierne, y no entiende porqué, si en Pilar hay varios centros profusamente promocionados por el intendente y su gobierno, debe ser derivada a otros como los de Malvinas, General Rodríguez o Zelaya (del lado de Escobar), que es donde prefiere atenderse la mayoría de los vecinos de Villa Rosa. «porque en nuestra salita no hay nada».

Obviamente, esta suerte de desertificación del sistema sanitario local repercute inevitablemente en la calidad de la atención, hay que agregar médicos y enfermeras malhumorados, ansiosos únicamente por cumplir su horario, incapaces de solucionar cualquier demanda por la falta de insumos básicos, con la gente exigiéndoles lo que no pueden hacer, salvo dar explicaciones que no conforman a nadie. No hay dudas sobre la capacidad profesional del personal, largamente demostrada, pero cuando se trabaja en las condiciones en que deben hacerlo, no hay mucho que se pueda demostrar.

No hay centro que no sufra lo arriba descripto; incluso la nueva maternidad ha sido centro de numerosas denuncias por parte de las madres que asisten ya sea para controles o para parir. No hay ecógrafo, por ejemplo, aparato que en cualquier consultorio de cualquier obstetra es, a estas alturas, más común que un espéculo.

Y mientras los hospitales pilarenses padecen un verdadero vaciamiento -de personal, de insumos, de aparatología-, el intendente De Achával no se cansa de aparecer en sus medios y sus redes rodeado de chicos -y no tanto- celebrando el verano en alguna de los múltiples natatorios que a los largo y a lo ancho del distrito habilitó la comuna. Ni de gastar una verdadera fortuna en artistas para las Patronales de Pilar, cuando se puso toda la carne al asador para ganarse al centro de la ciudad -junto con la remodelada plaza, que no sabemos cuánto se gastó porque jamás se difundió ese dato-, en desmedro de las localidades, a las que para sus fechas fundacionales apenas si se las conforma con números locales bastante más baratos.

Esto, para mencionar sólo algunas cuestiones en las que el municipio «invierte» la nuestra sin dar demasiadas explicaciones (como se le canta, bah). Y aquí se impone otra aclaración necesaria: claro que está bueno lo de las piletas, especialmente para los chicos de los sectores más postergados, lo de las Patronales, con buenas y razonables propuestas artísticas, o el embellecimiento de la principal plaza del distrito, pero estamos convencidos (y creemos no ser los únicos) en pensar que un gobierno tiene que tener prioridades.

Y si la salud no lo es, entonces ahí sí que estamos en problemas.

 

 

 

 

 

 

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