Sergio Senópoli, presidente de Sportivo Pilar

A punto de cumplir 87 años (el 4 de junio), el Club Sportivo Pilar continúa constituyéndose como una de las instituciones más importantes del distrito, aún cuando deba enfrentar  las dificultades de la hora, como esta pandemia que prácticamente paraliza al mundo.

Claro que éste no es el primero de los obstáculos que debe sortear la institución. Durante años soportó desmanejos y desidias varias, que superó a costa de mucho trabajo y el esfuerzo de su conducción y de sus socios.

Al respecto su presidente, Sergio Senópoli recordó que hace cinco años, al momento del recambio de autoridades y al asumir una comisión normalizadora, el club estaba “bastante flojo de papeles”. Si bien los anteriores “dejaron la plata de la colonia y los sueldos estaban al día”, Senópoli recordó que el Sportivo “se estaba viniendo abajo; cada uno hacía lo que quería, con pocos socios y actividades, a punto de ser intervenido”.

De todos modos, Senópoli rechazó culpar de todo a la “herencia recibida”. En su opinión, pasó también que “la gente dejó de creer en los clubes”.

Además, sostuvo, “en Pilar había tres o cuatro piletas, por ejemplo, y hoy el que puede tiene una en su casa. Lo mismo pasó con la actividad física, ya que se multiplicaron los gimnasios”, indicó.

Frente a la situación, razonó, “entendimos que hoy hay que darle a la gente algo más”, y que, ya con la nueva conducción y el crecimiento poblacional de la ciudad, “tenemos ocupado el club de lunes a viernes de la mañana a la noche”.

“Hoy el club nos queda chico”, celebró el presidente antes de precisar que “hemos incorporado actividades no sólo deportivas sino también culturales como teatro y coro; proponemos unas diecisiete alternativas para todos los gustos”, indicó.

Por otra parte, Senópoli advirtió que “el costo de abrir las puertas del club es carísimo, pero de a poco lo mantenemos”. Esto, con la cuota social y deportiva, “destinada a mantener unos 25 profesores”.

El Sportivo cuenta con unos mil socios, a los que se le cobra una cuota plana, es decir, igual para todos, incluyendo a los vitalicios que, las más de las veces, son los que más aportan. Y los que no pueden pagar? “Les cobramos con trabajo de mantenimiento en el club”, dice el presidente antes de asegurar que “lo que queremos es que nadie deje de venir y menos por plata”.

En otro tramo del diálogo con infopilar.com.ar, Senópoli sostuvo que la cuarentena obligatoria “nos pega directamente, aunque tenemos algunos alquileres y veremos cómo nos pagan”.

“A fin de mes nos sentaremos a ver cómo sigue la situación”, reparó previo a destacar que “por lo pronto los profesores aceptaron cobrar sólo la mitad de marzo”. “Pero el tema es abrir”, insistió.

Al respecto cabe apuntar que el Sportivo, junto a otras instituciones del distrito, puso sus instalaciones a disposición de las autoridades para colaborar con la emergencia.

Por último, y en cuanto a la utilización política de la entidad, Senópoli enfatizó en la pluralidad. “En la comisión hay gente de todos los colores, así que no tenemos problemas en ese sentido”, dijo antes de remarcar que “no tenemos banderías” y que “si los políticos quieren alquilar las instalaciones, para no tener problemas no les cobramos”.

“Pero claro –cierra-, sólo les pedimos un aporte para el club”.

El enojo de origen

Vaya aquí un dato curioso respecto a los comienzos del Sportivo: el club es un desprendimiento de su “rival” histórico, el Club Atlético Pilar.

Cuentan que hace unos 90 años, una decena de socios, después de una acalorada reunión, se enojaron con sus pares del Atlético y ofendidos, decidieron rumbear para el lado de la estación de trenes.

Lentamente, comenzaron a reunirse en una pequeñísima casa ubicada en la esquina de la avenida Tomás Márquez y Camilo Costa (hoy sede de una cotizada heladería), y dieron origen al club que hoy conocemos.