Nación
Crecen las protestas de comerciantes en todo el país
Los comerciantes de varias ciudades se organizaron en la semana para alertar que están al borde de la quiebra. En La Plata, Mar del Plata y en Adrogué este viernes hubo protestas de los comerciantes. En algunos paseos comerciales las protestas se reeditaron el sábado.
En general fueron aplausos en las puertas de los comercios organizados en horarios específicos y manteniendo la distancia entre los comerciantes, que reclaman que llevan 70 días con las persianas bajas. En otros casos, como en Córdoba, fueron de la mano de una lectura en la plaza principal de una carta abierta explicando la situación de estas pymes. Y tuvieron eco en muchos municipios del interior.
Desde la Federación Empresaria de La Plata, su presidente Gustavo Celestre explicó: «La situación es desesperante. En un relevamiento, constatamos que hasta el viernes ya cerraron 360 comercios en La Plata, 60 en City Bell; y no sabemos cuántos van a poder levantar la persiana cuando esto termine. En La Plata contamos con un protocolo municipal para poder abrir respetando medidas de distanciamiento social y de circulación, pero lo elevan a Provincia y Nación y lo rechazan. Necesitamos trabajar y creemos que con diálogo podemos llegar a un entendimiento para una apertura inmediata pero moderada, siempre respetando los protocolos y con el municipio controlando en las calles».
Desde el sector, destacan que los empleados están cobrando solamente los básicos en los casos en los que están cobrando y los empleadores están acumulando deudas.
«Las deudas se acumulan, sumamos tres meses de alquiler a un promedio de $70 mil, más deuda de aportes previsionales, más servicios (agua, luz, teléfono, internet), impuestos y tasas municipales. Ni hablar de las deudas con proveedores por mercadería. Estamos hablando de casi medio millón de pesos de deuda por comercio. Así, cuando esto termine muchos no van a poder abrir: su capital físico va a ser inferior a sus deudas. Por eso, algunos ya empezaron a cerrar, ya hay rescisión de contratos. Y cada comercio emplea a entre 2 y 3 personas», agregó Celestre.
Entre los comerciantes no son ingenuos, saben que aunque los autoricen a abrir, la caída en la demanda no les va a permitir volver a los niveles de actividad previos a la cuarentena, pero aspiran a poder salir a flote. Por eso, en el caso de los municipios de la Provincia están pidiendo por la reapertura de decenas de sectores que podrían volver a funcionar con un protocolo: perfumerías, bicicleterías, indumentaria sin probadores, bijouterie, blanquerías, mueblerías, etcétera.
«Nos preocupan nuestras fuentes de trabajo y la nuestros empleados, que llevan años con nosotros. El comercio es como una familia. Se funde uno y detrás de él, vamos todos. Y esto es exponencial. Para muchos la situación es límite. Nosotros representamos a más de 5000 comercios y no podemos contenerlos, el malestar es mucho, por eso promovemos acciones pacíficas y no apoyamos el movimiento de rebelión tributaria que convoca a muchos comerciantes ni la apertura indiscriminada en contra de las normas; estamos en cesación de pagos de impuestos y tasas porque no tenemos ingresos, lo que es muy distinto», concluyó el referente.
En Córdoba la movida comenzó antes, desde el 5 de mayo comenzaron a organizar una apertura de comercios con el lema #NosFundimos que se concretó el 11 de mayo con la apertura de comercios. Este viernes se reeditó con las vidrieras levantadas, luces prendidas y comercios cerrados a la 18:30 con el ánimo de mostrar que seguían existiendo. Esta protesta se fundió con varias más que coparon la jornada cordobesa, como la de los choferes de transporte de personas que también están al borde de la quiebra.
En Mar del Plata, la protesta fue similar, pero más extendida. Comenzó el jueves con una apertura simbólica de los locales y siguió viernes y sábado, con apertura de vidrieras al mediodía, con aplausos en las puertas de los comercios y siempre bajo el mismo el lema: «Apertura económica o hambre». El viernes se les sumaron los gastronómicos con cortes de calles y el mismo reclamo desesperante: «No damos más».