Nación

Editorial: La gente se llevó puesta la cuarentena

Por Claudio Ponce de León (*)

Desde este lunes la sociedad argentina tiene (tenemos) la gran oportunidad de mostrarnos a nosotros mismos cuán maduros estamos, independientemente de los aciertos o errores de cualquier gobierno.

Que nadie tenga dudas que esta fase a la que ingresamos, no fue planificada. El hartazgo social y la difícil situación económica (como era de esperarse), se llevó puesta la cuarentena que, en los últimos tramos de estos 120 días y en vastos sectores del conurbano, en especial, ya no se cumplía. De tal modo, que Fernández, Rodríguez Larreta y Kicillof se vieron obligados a flexibilizar. De lo contrario, les «explotaba» en país.

Asimismo, si en el transcurso de esta semana o hasta el 2 de agosto los casos no sólo no bajan sino que aumentan, inexorablemente tendremos que retroceder. Y es por eso que es tan importante nuestra conducta desde lo individual.

Quien se lo tome a la ligera, no sólo se perjudica a si mismo, sino a los demás.

Amén de esto, el debate sobre como el gobierno piloteó la situación, está completamente abierto.

Creo que el hartazgo social no tiene que ver con esto del Covid y la cuarentena; lo que gravitó en forma decisiva fueron otras tantas cosas que se dieron en paralelo a la pandemia, como el constante intento por manipular la justicia, la suelta de presos, este manoseo que Zaffaroni propone sobre la Corte, los sobreprecios, el gasto superfluo mientras la gente -los privados- son los únicos que hasta acá venimos bancando el costo del encierro.

Rodríguez Larreta gasta 28 millones en café y snacks para sus empleados, y la pregunta surge sola: ¿Porqué no lo pagan ustedes? Cristina gasta 340 mil en centros de mesa para el Senado, y Kicillof paga 350 millones por la limpieza de las oficinas de la Jefatura de Gabinete. Y éstos son sólo algunos gastitos.

Creo que lo más ofensivo para todos fue la falta de solidaridad y empatía por parte de una dirigencia que es muy generosa… con la nuestra.

A nadie se le ocurrió renunciar a un mango frente a un país empobrecido, salvo ellos, los que conforman la nueva oligarquía argentina.

(*) Periodista, conductor de «El 1° de la Mañana», Cadena 94.9.

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