Entrevistas

«Lo queríamos tanto, y no nos permitieron tenerlo»

Joaquín alcanzó a vivir poco menos de dos días. Murió en la maternidad de Pilar por un paro cardiorrespiratorio, como consecuencia de un sufrimiento fetal. Debíó haber nacido cuando su mamá sintió que era el momento, pero la demora para una césarea determinó su final.

Micaela Vilchez tiene 23 años, y ese bebé era lo que más deseaban ella, su pareja, y las familias de ambos, todos felices con la llegada de Joaquín para quien imaginaban un futuro sin límites. Pero una mala decisión médica significó, en cambio, tristeza y dolor.

La joven llegó a la maternidad con 38 semanas de embarazo, y después de unos estudios de laboratorio, el 15 de septiembre, la internaron para inducirle el parto. El proceso venía lento, por lo que la sometieron a goteo, con lo que comenzó a sentir dolores y contracciones muy fuertes. Varias horas después, dos médicas le preguntan a un tercero si podían hacer una cesárea, lo que éste negó para insistir con un parto natural.

Al rato se dan cuenta de que el bebé no estaba ubicado para nacer, y volvieron a insistir por una cesárea, y nuevamente se le negó esta instancia. Por fin, después de mucho dolor, la llevaron a la sala de partos, y aunque ella pidió por su pareja, no permitieron su presencia.

Ya en la sala, «dos médicos me apretaban la panza para apurar el parto, hasta que Joaquín nació y noté que no lloraba como otros bebés. Se lo llevaron, y a la hora me dicen que tenía problemas respiratorios pero que con dos horas en Neo, se solucionaba».

«Lo volví a ver recién al día siguiente, a la tarde. Estaba dormido y muy pálido, y me dijeron que estaba inestable, que el oxígeno no le llegaba bien a su cerebro y que los pulmones no estaban funcionando de manera correcta.. Y al rato me avisaron de su muerte», recordó Micaela antes de agregar que «ahí me llevaron a sala común, donde estaban todas las madres con sus bebés».

Pero los padecimientos de Micaela no terminan ahí, con la muerte de su bebé, porque la hicieron parir sin advertir que estaba anémica y con una infección urinaria, afecciones claramente establecidas en los exámenes de laboratorio que le practicaron en la misma maternidad. Como consecuencia, después del parto debió recibir una transfusión de sangre y 22 días de internación en estado crítico en otro hospital al que fue trasladada inmediatamente.

Por estos días, «todavía estoy en tratamiento porque se infectaron varios órganos, en especial los riñones», pero «estoy mucho mejor», aunque se encuentra bajo supervisión psicológica, y se prepara, con el apoyo de su familia, para llevar a la justicia a la maternidad de Pilar porque «lo queríamos tanto, y no nos permitieron tenerlo».

 

 

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